Evangelio según san Mateo 10, 1-7
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús llamó a sus discípulos y les dio poder para expulsar espíritus impuros y para curar toda clase de enfermedades y dolencias. Los nombres de los doce apóstoles son: primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; luego Santiago, el hijo de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos; Santiago, el hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, el que lo entregó.
A estos doce los envió Jesús con las siguientes instrucciones:
"No transiten por regiones de paganos ni entren en los pueblos de Samaria. Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Vayan y proclamen que está llegando el Reino de los cielos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Lectura del libro del profeta Oseas 10, 1-3.7-8.12
Viña frondosa era Israel, que daba fruto abundante. Cuantos más eran sus frutos más multiplicaba sus altares, cuanto más prosperaba su tierra mejores eran sus piedras conmemorativas. Tiene dividido el corazón, y ahora va a pagar sus pecados: el Señor destrozará sus altares y derribará sus piedras conmemorativas.
Ahora dicen: Ya no tenemos rey, porque no hemos respetado al Señor; además, ¿qué puede hacer el rey por nosotros? Será aniquilada Samaria: su rey es como una astilla en la superficie del agua. Serán destruidos los altos de Avén, el pecado de Israel; espinas y matorrales treparán por sus altares. Dirán a las montañas: ¡Cúbranos! y a las colinas: ¡Caigan sobre nosotros!
Siembren justicia y cosecharan amor. Labren el campo nuevo, que ya es tiempo de buscar al Señor para que venga y derrame sobre ustedes la justicia.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Viña frondosa era Israel, que daba fruto abundante. Cuantos más eran sus frutos más multiplicaba sus altares, cuanto más prosperaba su tierra mejores eran sus piedras conmemorativas. Tiene dividido el corazón, y ahora va a pagar sus pecados: el Señor destrozará sus altares y derribará sus piedras conmemorativas.
Ahora dicen: Ya no tenemos rey, porque no hemos respetado al Señor; además, ¿qué puede hacer el rey por nosotros? Será aniquilada Samaria: su rey es como una astilla en la superficie del agua. Serán destruidos los altos de Avén, el pecado de Israel; espinas y matorrales treparán por sus altares. Dirán a las montañas: ¡Cúbranos! y a las colinas: ¡Caigan sobre nosotros!
Siembren justicia y cosecharan amor. Labren el campo nuevo, que ya es tiempo de buscar al Señor para que venga y derrame sobre ustedes la justicia.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo 104
Recurramos al Señor y a su poder.
Cántenle, toque en su honor, proclamen sus maravillas, gloríense de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor.
Recurramos al Señor y a su poder.
Recurran al Señor y a su poder, busquen su rostro sin descanso, recuerden las maravillas que hizo, sus portentos y sus justas decisiones.
Recurramos al Señor y a su poder.
Descendencia de Abrahán, su siervo, hijos de Jacob, su elegido: el Señor es nuestro Dios, en toda la tierra están en vigor sus decretos.
Recurramos al Señor y a su poder.
Aleluya, aleluya.
El Reino de Dios está cerca, dice el Señor; arrepiéntanse y crean en el Evangelio.
Aleluya
Adoremos a Cristo, Hijo de Dios vivo, que quiso ser también hijo de una familia humana, y dirijámosle confiados nuestras plegarias.
-Señor Jesús, por el misterio de tu sumisión a María y a José, enséñanos el respeto y la obediencia a los que tienen una legítima autoridad sobre nosotros.
-Tú que amaste a tus padres y fuiste amado por ellos, afianza a todas las familias en el amor y la concordia.
-Tú que estuviste siempre atento a las cosas de tu Padre, haz que todas las familias honren a Dios y acaten su voluntad.
-Tú que te compadeces de cuantos sufren, conforta a los que no tienen una verdadera familia y a los que son víctimas de problemas familiares.
Oración: Señor Jesucristo, concédenos las gracias necesarias para imitar las virtudes domésticas de tu familia humana, para que así lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo. Tú que viven y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
El reconocimiento de la fraternidad humana lleva consigo el soportarse unos a otros, amándose y respetándose tanto en las ausencias como cuando se está juntos, y preocupándose del hermano enfermo con el mismo interés que si estuviera sano
"...Tratar de seguir a Jesús hasta el final lleva consigo el compartir su mismo destino de persecución, sufrimiento y cruz; el que sabe mantener la paz cuando llegan los momentos conflictivos va por el buen camino del Reino. Pero este camino nunca se anda solo, sino siempre en fraternidad. El reconocimiento de la fraternidad humana lleva consigo el soportarse unos a otros, amándose y respetándose tanto en las ausencias como cuando se está juntos, y preocupándose del hermano enfermo con el mismo interés que si estuviera sano. Comunicar con discreción la obra del Señor en el propio camino espiritual puede ser una ayuda para recorrerlo con fidelidad; pero el que utiliza indiscretamente los favores que el Señor le hace para fanfarronear de su santidad, colocándose orgullosamente por encima de los demás, es que no sabe verdaderamente lo que significa seguir a Jesús.El poder vivir las Bienaventuranzas es un don que se nos ofrece a través de la Iglesia. El Evangelio sólo es posible vivirlo en su seno; de ahí que las mediaciones, la jerarquía entre ellas, sean la única forma de clarificar el camino del seguimiento. Aceptarlas, sin escandalizarse por su posible falta de transparencia, es abrirse al hecho misterioso de la propia encarnación de Jesús, traspasando la densidad de la carne para descubrir al Dios que nos invita a una transformación de nuestra forma de ser, y pensar para vivir en plenitud la humanidad nueva que nos aporta el Reino.
Descubrir que la pobreza nos convierte en herederos y reyes del Reino, supone buscar continuamente la voluntad de Dios para amarlo y adorarlo con un corazón puro. Así pueden ir los hermanos por el mundo sin despreciar ni juzgar a nadie por vestir o comer lujosamente, caminando con humildad como anunciadores de la paz. Tratar de vivir según el espíritu de las Bienaventuranzas comporta enfrentarse con el mal. En tal caso hay que amar a los enemigos y hacer bien a los que nos odian, como hizo el mismo Jesús. Sólo así serán dignos de seguirle, configurando ese nuevo talante de vida que es el ser cristiano.
Francisco fue capaz de apostar por esa forma de vida; de ahí que su persona se nos presente como una mezcla de fascinación y temor, porque, en el fondo, nos está interpelando para que caminemos por este sendero incomprensible y duro, a la vez que plenificador, de las Bienaventuranzas.
[Cf. el texto completo en http://www.franciscanos.org/temas/micotemas03.htm]
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Una sonrisa en los labios alegra nuestro corazón, conserva nuestro buen humor, guarda nuestra alma en paz, vigoriza la salud, embellece nuestro rostro e inspira buenas obras.
Sonriamos a los rostros tristes, tímidos, enfermos, conocidos, familiares y amigos.
Sonriámosle a Dios con la aceptación de todo lo que Él nos envié y tendremos el merito de poseer la mirada radiante de su rostro con su amor por toda la eternidad.
Las palabras de Cristo son muy claras, pero debemos entenderlas como una realidad viviente, tal como Él las propuso.
Cuando Él habla de hambre, no habla solamente del hambre de pan, sino hambre de amor, hambre de ser comprendido, de ser querido.
El experimentó lo que es ser rechazado porque vino entre los suyos y los suyos no lo quisieron. Y Él conoció lo que es estar solo abandonado, y no tener a nadie suyo.
Esta hambre de hoy, que esta rompiendo vidas en todo el mundo destruyendo hogares y naciones, habla de no tener hogar, no solamente un cuarto con techo, pero el anhelo de ser aceptado, de ser tratado con compasión, y que alguien abra nuestro corazón para recibir al que se sienta abandonado.
Madre Teresa, M.C.
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Una sonrisa en los labios alegra nuestro corazón, conserva nuestro buen humor, guarda nuestra alma en paz, vigoriza la salud, embellece nuestro rostro e inspira buenas obras.
Sonriamos a los rostros tristes, tímidos, enfermos, conocidos, familiares y amigos.
Sonriámosle a Dios con la aceptación de todo lo que Él nos envié y tendremos el merito de poseer la mirada radiante de su rostro con su amor por toda la eternidad.
Las palabras de Cristo son muy claras, pero debemos entenderlas como una realidad viviente, tal como Él las propuso.
Cuando Él habla de hambre, no habla solamente del hambre de pan, sino hambre de amor, hambre de ser comprendido, de ser querido.
El experimentó lo que es ser rechazado porque vino entre los suyos y los suyos no lo quisieron. Y Él conoció lo que es estar solo abandonado, y no tener a nadie suyo.
Esta hambre de hoy, que esta rompiendo vidas en todo el mundo destruyendo hogares y naciones, habla de no tener hogar, no solamente un cuarto con techo, pero el anhelo de ser aceptado, de ser tratado con compasión, y que alguien abra nuestro corazón para recibir al que se sienta abandonado.
Madre Teresa, M.C.
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