A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. Que el Espíritu Santo los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra.

sábado, 27 de mayo de 2017

Hijitos, hijitas: ¡Con qué amor y alegría os doy a conocer mi advocación, para que la deis a conocer llenos de mi amor por el mundo entero!



Evangelio
según san Juan 16, 23b-28
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Les aseguro que el Padre les concederá todo lo que pidan en mi nombre. Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán; así su alegría alcanzará la plenitud. Hasta ahora les he hablado usando
comparaciones; pero llega la hora en que no recurriré más a comparaciones, sino que les hablaré del Padre claramente.
Cuando llegue ese día, ustedes mismos orarán al Padre en mi nombre; y no es necesario que les diga que yo voy a interceder ante el Padre por ustedes, porque el Padre mismo los ama. Y los ama, porque ustedes me han amado y han creído que yo salí de Dios. Salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo el mundo para regresar al Padre".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.




Sal 46

Grande es el Señor.

Todos los pueblos, aplaudan; aclamen a Dios con gritos de alegría. Porque el Señor es grande y temible, es el rey de toda la tierra.
Grande es el Señor.

Porque Dios es el rey de toda la tierra: toquen con destreza. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su santo trono.
Grande es el Señor.
Los jefes de los pueblos se unen al pueblo del Dios de Abrahán, pues de Dios son los grandes de la tierra, y él está sobre ellos.
Grande es el Señor




Señor Dios, que por la predicación de tu obispo san Agustín de Cantorbery llevaste a los pueblos de Inglaterra la luz del Evangelio; concédenos que el fruto de su trabajo apostólico perdure en tu Iglesia con perenne fecundidad.
Por nuestro Señor Jesucristo...Amén.





Dios Padre, a quien pertenece el honor y la gloria por siempre, concédenos la fuerza del Espíritu Santo para que desbordemos de esperanza y alegría.

-Padre todopoderoso, envíanos tu Espíritu que interceda por nosotros, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene.

-Envíanos tu Espíritu, luz esplendorosa, y haz que penetre hasta lo más hondo de nuestro ser.

-No nos abandones, Señor, en el abismo en que nos sumerge nuestro pecado, pues somos obra de tus manos.

-Concédenos compresión para acoger a los débiles y frágiles en la fe, no con impaciencia y de mala gana, sino con auténtica caridad fraterna.

Oración: Oh Dios, que por la resurrección de Jesucristo y la venida del Espíritu Santo nos has abierto las puertas de tu reino, haz que dones tan grandes nos muevan a dedicarnos con mayor empeño a tu servicio y a vivir más plenamente la fe. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


SAN AGUSTÍN DE CANTERBURY. 

El año 596, cuando Agustín era prior del monasterio benedictino de San Andrés en Roma, fue enviado por el papa san Gregorio Magno, al mando de unos cuarenta monjes, a evangelizar Inglaterra. Desembarcó en Thanet y mandó aviso de su llegada al rey Etelberto de Kent. El rey, que se había casado con Berta, princesa cristiana de la familia real de los francos, les permitió que se acomodaran en Canterbury, capital de su reino, y les dio libertad para predicar. Pronto se convirtió el rey, que se bautizó en junio del 597. La Iglesia se iba consolidando y Agustín marchó a Arlés (Francia) para ser consagrado arzobispo de la nación británica con sede en Canterbury. Con ayuda del rey Etelberto, Agustín y sus monjes convirtieron a muchos a la fe cristiana y fundaron iglesias y monasterios, sobre todo en el reino de Kent; entre los monasterios, el de los santos Pedro y Pablo. Para consolidar lo alcanzado y proseguir la expansión de la Iglesia, Agustín creó los nuevos obispados de Londres y Rochester y nombró los correspondientes obispos. Murió el 26 de mayo del año 604 ó 605.- 
Oración: 
Señor Dios, que por la predicación de tu obispo san Agustín de Canterbury llevaste a los pueblos de Inglaterra la luz del Evangelio, concédenos que el fruto de su trabajo apostólico perdure en tu Iglesia con perenne fecundidad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

«¡Ven, Espíritu Santo! Llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor». Amén


 

EL MISTERIO DE PENTECOSTÉS
Benedicto XVI, Homilía del día de Pentecostés (4-VI-2006)

Queridos hermanos y hermanas:

En el día de Pentecostés el Espíritu Santo descendió con fuerza sobre los Apóstoles; así comenzó la misión de la Iglesia en el mundo. Jesús mismo había preparado a los Once para esta misión al aparecérseles en varias ocasiones después de la resurrección. Antes de la ascensión al cielo, «les mandó que no se ausentasen de Jerusalén, sino que aguardasen la Promesa del Padre» (cf. Hch 1,3-5); es decir, les pidió que permanecieran juntos para prepararse a recibir el don del Espíritu Santo. Y ellos se reunieron en oración con María en el Cenáculo, en espera de ese acontecimiento prometido (cf. Hch 1,14).

Permanecer juntos fue la condición que puso Jesús para acoger el don del Espíritu Santo; presupuesto de su concordia fue una oración prolongada. Así nos da una magnífica lección para toda comunidad cristiana. A veces se piensa que la eficacia misionera depende principalmente de una esmerada programación y de su sucesiva aplicación inteligente mediante un compromiso concreto. Ciertamente, el Señor pide nuestra colaboración, pero antes de cualquier respuesta nuestra se necesita su iniciativa: su Espíritu es el verdadero protagonista de la Iglesia. Las raíces de nuestro ser y de nuestro obrar están en el silencio sabio y providente de Dios.

Las imágenes que utiliza san Lucas para indicar la irrupción del Espíritu Santo -el viento y el fuego- aluden al Sinaí, donde Dios se había revelado al pueblo de Israel y le había concedido su alianza (cf. Ex 19,3 ss). La fiesta del Sinaí, que Israel celebraba cincuenta días después de la Pascua, era la fiesta del Pacto. Al hablar de lenguas de fuego (cf. Hch 2,3), san Lucas quiere presentar Pentecostés como un nuevo Sinaí, como la fiesta del nuevo Pacto, en el que la alianza con Israel se extiende a todos los pueblos de la tierra. La Iglesia es católica y misionera desde su nacimiento. La universalidad de la salvación se pone significativamente de relieve mediante la lista de las numerosas etnias a las que pertenecen quienes escuchan el primer anuncio de los Apóstoles (cf. Hch 2,9-11).

El pueblo de Dios, que había encontrado en el Sinaí su primera configuración, se amplía hoy hasta superar toda frontera de raza, cultura, espacio y tiempo. A diferencia de lo que sucedió con la torre de Babel (cf. Gn 11,1-9), cuando los hombres, que querían construir con sus manos un camino hacia el cielo, habían acabado por destruir su misma capacidad de comprenderse recíprocamente, en Pentecostés el Espíritu, con el don de las lenguas, muestra que su presencia une y transforma la confusión en comunión. El orgullo y el egoísmo del hombre siempre crean divisiones, levantan muros de indiferencia, de odio y de violencia. El Espíritu Santo, por el contrario, capacita a los corazones para comprender las lenguas de todos, porque reconstruye el puente de la auténtica comunicación entre la tierra y el cielo. El Espíritu Santo es el Amor.

Pero, ¿cómo entrar en el misterio del Espíritu Santo? ¿Cómo comprender el secreto del Amor? El pasaje evangélico de hoy nos lleva al Cenáculo donde, terminada la última Cena, los Apóstoles se sienten tristes y desconcertados. El motivo es que las palabras de Jesús suscitan interrogantes inquietantes: habla del odio del mundo hacia él y hacia los suyos, habla de su misteriosa partida y queda todavía mucho por decir, pero por el momento los Apóstoles no pueden soportar esa carga (cf. Jn 16,12). Para consolarlos les explica el significado de su partida: se irá, pero volverá; mientras tanto no los abandonará, no los dejará huérfanos. Enviará al Consolador, al Espíritu del Padre, y será el Espíritu quien les dará a conocer que la obra de Cristo es obra de amor: amor de él que se ha entregado y amor del Padre que lo ha dado.

Este es el misterio de Pentecostés: el Espíritu Santo ilumina el corazón humano y, al revelar a Cristo crucificado y resucitado, indica el camino para llegar a ser más semejantes a él, o sea, ser «expresión e instrumento del amor que proviene de él» (Deus caritas est, 33). 

Reunida con María, como en su nacimiento, la Iglesia hoy implora: Veni, Sancte Spiritus!, «¡Ven, Espíritu Santo! Llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor». Amén. 

Recordamos el mensaje de Maria Madre de las Almas Consagradas donde da a conocer los detalles de Su Advocacion.




11° Mensaje de la Santísima Virgen.

Es el día 22 de enero de 1994, cuando llegó el primer mensaje del año, otorgado por la Santísima Virgen tanto a la Hermana Mary Carmen como al Ing. Padrón, a cada cual en su residencia habitual y por tanto a distancia de varios kilómetros uno del otro.
La particularidad de este mensaje es que la Virgen lo transmite a la misma hora a las dos personas separadas por la distancia, es decir a las 7:30 p.m., y existe otra peculiaridad importantísima. Fue en este mensaje cuando la Santísima Virgen se dignó explicar el significado de los símbolos que la acompañaron durante su primera aparición.

Además la Virgen insistió en la necesidad de que esta advocación fuese anunciada y conocida por el mundo entero. Sus planes y designios no se circunscriben al convento de las hermanas. Veamos el texto:



Hijitos, hijitas:

Acercaos a vuestra Madre, unidos en la oración y en la penitencia, en estos tiempos que vivís de grandes tribulaciones y de aquellas que se aproximan.

Dios Padre me ha enviado para que os acerquéis a Mí, que os conduciré por el camino de mi Hijo Jesús.

Hijitos míos: caminad todos unidos en la oración y el amor.

Hijitos, hijitas: de vuestra participación cristiana dependerá la salvación de muchas almas y del mundo. Dios en su infinita misericordia os ha mostrado señales para vuestra reconciliación con El; señales que no habéis comprendido, señales que no habéis atendido.

Escuchad: recordad el día en que fuisteis llamados y los sacrificios que por amor a Dios pudisteis vencer. Atended ahora al compromiso adquirido y al compromiso de vuestra existencia en la tierra.

Este mi bosquecito es puerto de salvación de mis almas consagradas.

Hijitos, hijitas: ¡Con qué amor y alegría os doy a conocer mi advocación, para que la deis a conocer llenos de mi amor por el mundo entero!

Hijitos míos: mi corona de espinas representa la Eucaristía, que es alimento y centro de vuestras vidas.

Mi vestido blanco con estrellas representa la luz que a través de Mí brilla en vosotros.

Mi Rosario, cadena que os ata a mí, representa el camino que os lleva al cielo.

El corazón representa a todas mis almas consa­gradas. La cruz que sale de él es la entrega incondicional de vuestras vidas. Los rayos son las gracias que a través de Mí, mi Hijo Jesús, derrama sobre vosotros.

Mi hijo Jesús con los brazos extendidos y la mirada fija en vuestra entrega os recibe a todos unidos en un solo corazón.

Os cubro con mi manto.


Una vez más la Virgen manifestó su deseo e intención de que todos los mensajes fuesen divulgados y enviados al mundo entero. En un futuro a mediano plazo Ella misma irá poniendo en el camino las señales que van a conducir a que tal deseo se cumpla venciendo todos los obstáculos.

El Grupo de Oracion San Juan Pablo II colabora con la peregrinacion de la Imagen de Maria Madre de las Almas Consagradas visitando los conventos y lugares de oracion donde deseen recibirla, lleva consigo los mensajes para ser leidos y meditados por los que la reciban.
Nos unimos en oracion por todos los sacerdotes y almas consagradas del mundo entero..
Te invitamos a acercarte
Todos los Martes de 13hs a 15hs rezamos en la capilla del Santisimo de la Parroquia Santo Tomas Moro , calle Urquiza 1450, Vicente Lopez. Buenos Aires



jueves, 11 de mayo de 2017

Dios, Padre nuestro, venga a nosotros tu reino; venga a nosotros tu justicia y que tu amor promueva y regule las relaciones humanas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Evangelio según San Juan 13,16-20.
Después de haber lavado los pies a los discípulos, Jesús les dijo:
"Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía.
Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican.
No lo digo por todos ustedes; yo conozco a los que he elegido. Pero es necesario que se cumpla la Escritura que dice: El que comparte mi pan se volvió contra mí.
Les digo esto desde ahora, antes que suceda, para que cuando suceda, crean que Yo Soy.
Les aseguro que el que reciba al que yo envíe, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me envió". 




Salmo 89


Cantaré eternamente el amor del Señor,
proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones.
Porque tú has dicho:
«Mi amor se mantendrá eternamente,

Cantaré eternamente el amor del Señor, 
 
mi fidelidad está afianzada en el cielo.»
«Encontré a David, mi servidor,
y lo ungí con el óleo sagrado,
para que mi mano esté siempre con él

Cantaré eternamente el amor del Señor, 
 
y mi brazo lo haga poderoso.»
Mi fidelidad y mi amor lo acompañarán,
su poder crecerá a causa de mi Nombre:
El me dirá: «Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.»
 
Cantaré eternamente el amor del Señor, 



Comentario del Evangelio

 por San [Padre] Pío de Pietrelcina 
(1887-1968), capuchino Ep 3, 707; 2, 70
«Recibir al que Yo envío, es recibirme a mí mismo»

Tras el amor de nuestro Señor, te recomiendo el de la iglesia, su Esposa. Ella es de alguna manera la paloma que incuba y da lugar a la descendencia del Esposo. Da todos los días gracias a Dios por ser hija de la iglesia, a ejemplo de un gran número de almas que nos han precedido en esta ruta bendita. Ten mucha compasión de todos los pastores, predicadores y guías espirituales; se encuentran esparcidos por la superficie de la tierra... Ruega a Dios por ellos, para que se salven, sean fecundos y proporcionen la salvación a las almas.

Ruega por las personas infieles como por las fervientes, reza por el Santo Padre, por todas las necesidades espirituales y temporales de la Iglesia, porque ella es nuestra madre. Haz también una oración especial por todos aquellos que estamos implicados en la salvación de las almas para gloria del Padre. 

Fuente; Evangelio del dia.org



Oremos llenos de confianza a Dios nuestro Padre
.
 Él sabe que tenemos necesidad de muchas cosas.

-Para que la Iglesia busque e impulse siempre el reino de Dios y su justicia en este mundo.

-Para que los gobernantes sepan arbitrar medidas eficaces para solucionar los graves problemas que afectan sobre todo a los pobres y desamparados.

-Para que los países ricos ayuden a los países pobres, distribuyendo mejor la riqueza y facilitándoles los medios para alcanzarla.

-Para que los cristianos no caigamos en la tentación fácil de absolutizar el dinero ni de acumular codiciosamente.

Oración: Dios, Padre nuestro, venga a nosotros tu reino; venga a nosotros tu justicia y que tu amor promueva y regule las relaciones humanas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


 SAN IGNACIO DE LACONI.
 Nació en Laconi (Cerdeña, Italia) el año 1701, de familia devota, numerosa, humilde. No frecuentó la escuela ni aprendió a escribir; hablaba el sardo y poco más. A los veinte años, superadas no pocas vacilaciones, vistió el hábito franciscano entre los capuchinos de Cagliari. Durante quince años vivió en diversos conventos sardos, ejerciendo los oficios de refitolero y limosnero rural. A partir de 1741 y casi hasta su muerte, acaecida en Cagliari el 11 de mayo de 1781, fue limosnero en la capital, dando a todos ejemplo de sencillez, bondad, amor. Su oficio le servía para hacer apostolado, en el que prestaba particular atención a los pobres y a los apartados de la vida cristiana; a los unos los ayudaba y consolaba, a los otros los llevaba, con su ejemplo, a la conversión. Dios lo enriqueció con especiales dones sobrenaturales y realizó muchos milagros por su medio.





"La vocación religiosa se le iba formando poco a poco, fomentada por su madre que no podía olvidar la promesa hecha a San Francisco cuando nació Vicente..."

A los 17 años, el joven no se consideraba todavía maduro para la vida religiosa, a pesar de sus deseos; pero una enfermedad grave le puso en trance de morir, y en aquellos apuros, recordó su ilusión de ser religioso y prometió a Dios que, si sanaba de aquel mal, entraría en la Orden Capuchina, muy popular y querida en toda Cerdeña.

Pero todavía esperó dos años y medio, no decidiéndose formalmente a cumplir su promesa. Dios tuvo que darle un tirón de orejas para refrescarle la memoria... Un día iba a caballo por las afueras de Láconi. El animal, escaso de bríos y de nervios y en edad provecta, de repente se espanta, se encabrita, echa a correr como un potrillo joven, y el caballero, agarrándose a las crines flotantes del jamelgo, se dirigió a Dios en humilde plegaria de salvación y renovó a gritos su antigua promesa de ser capuchino. Parece que aquello le salvó la vida una vez más.

Llegando a su casa, contó la aventura y el susto a sus padres, y les pidió que le acompañaran a la ciudad de Cagliari, capital de Cerdeña, donde los capuchinos tenían dos conventos.

Vicente tenía 20 años cuando dio el paso definitivo.

El padre Provincial, al verle tan débil y flaco, rehusó admitirle, y le dijo que la vida capuchina no era para sus espaldas, y que especialmente el año de noviciado era cosa muy seria.

Vicente no se desanimó. Fue con sus padres a visitar a un gran amigo y bienhechor de los Capuchinos, el marqués de Láconi; le pidió que intercediera por él ante el padre Provincial; y en efecto, con la recomendación del marqués, nuestro joven fue admitido al noviciado en el convento de San Benito, en la misma ciudad de Cagliari. Era el 10 de noviembre de 1721...



En el convento de fray Ignacio, los otros religiosos le tuvieron siempre por un hombre de Dios. Le veían diariamente absorto en sus meditaciones, indefectible en sus obligaciones, penitente y caritativo como nadie, modelo de vida recogida y austera. Todos le miraban como a un modelo incomparable de virtud.

En la ciudad, su figura modesta pasaba dejando una claridad y una alegría de santidad. Parecía que jamás perdía el contacto con Dios, ni aun en medio del bullicio de las calles. Visitaba a los pobres y consolaba graciosamente a los atribulados; repartía entre los necesitados las limosnas recogidas, llevando al convento sólo una parte de su cosecha, porque había pedido permiso a sus superiores para dar todo lo que le pareciera conveniente; era amigo de viejos y de jóvenes, consejero de matrimonios, consuelo de enfermos, camarada de niños; y siempre su palabra y su ejemplo dejaban recuerdos y lecciones que difícilmente se borraban. Fray Ignacio era un predicador y un apóstol a su manera.Dichosos aquellos que viven al lado de un santo y cultivan su amistad. Son como flores que crecen a la orilla del río; nunca les faltará el riego abundante, ni la sanidad y frescura del aire, ni la bondad de la tierra, ni los cuidados y desvelos del hortelano. Así era nuestro fray Ignacio; así le conoció, durante más de medio siglo, la ciudad de Cagliari, y así le vieron todos los que acudían a él en busca de milagros, de oraciones o de consejos. Porque llegó a tanto la fama del capuchino, que casi no se hablaba de otra cosa en Cerdeña: él era el personaje, el héroe, el médico, el consultor de todos. ..


Cuando fray Ignacio llegó a las cercanías de los 80 años, sus profundas arrugas, sus canas venerables, su evidente cansancio al subir las escaleras o al andar por las calles, indicaban que le quedaba poca vida.

Los habitantes de Cagliari, al verle pasar lentamente con sus alforjas al hombro, no se hacían ilusiones, y decían con triste voz: «El día menos pensado nuestro fray Ignacio se nos volará a los cielos».

En los primeros días de mayo de 1781, fue al convento de religiosas donde estaba su querida hermana Inés y se despidió de ella y de las otras monjas con alegrísimo talante, como el que emprende un viaje de placer. Se despidió también de varios amigos y bienhechores y les dejó algunos pobres regalitos: su bastón, su rosario, algunas modestas estampas y medallas de la Virgen. Y en aquellas despedidas del santo viejecito nadie pudo ver asomos de tristeza ni de angustia; fray Ignacio se reía, bromeaba con todos, manifestaba una serenidad inalterable; y su actitud recordaba aquellas palabras de Cristo al despedirse de sus discípulos: «Dentro de poco ya no me veréis; pero dentro de otro poco me volveréis a ver, porque me voy a mi Padre».

Oración: Oh Dios, que has llevado al humilde e inocente san Ignacio de Laconi hacia la meta de la santidad por el camino del amor a los hermanos, concédenos imitar su caridad en provecho de los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


Prudencio Salvatierra


 La Sala de Prensa de la Santa Sede hizo público el programa del viaje que el Papa Francisco realizará a Fátima, Portugal, los días 12 y 13 de mayo de 2017, con motivo de la conmemoración del centenario de las apariciones de la Virgen María en Cova de Iría.

Según las estimaciones de los organizadores de la visita, que tendrá por lema “Con María, peregrino en la esperanza y la paz”, y de los actos conmemorativos del centenario, se espera que en esos días lleguen unos 500 mil peregrinos a Fátima. 

Aci Prensa
padre Eduardo en Portugal
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Los hermanos Jacinta y Francisco Marto, los pastorcitos de Fátima que junto con su prima Lucía fueron testigos de las apariciones de la Virgen en Portugal en 1917, serán canonizados el próximo 13 de mayo.
Aci Prensa 

 
Tumba de Francisco
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Tumba de Jacinta pastorcita de Fatima





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martes, 2 de mayo de 2017

Escucha, Dios de bondad, nuestras oraciones y dígnate acceder a nuestras peticiones, pues las ponemos bajo la protección de la Madre de tu Hijo, Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

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Evangelio
según san Juan 6, 30-35
 

En aquel tiempo, la gente preguntó a Jesús:
"¿Qué señal puedes ofrecernos para que, al verla, te creamos? ¿Cuál es tu obra? Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio a comer pan del cielo".
Jesús les respondió:
"Les aseguro que no fue Moisés quien les dio el pan del cielo. Es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. El pan de Dios viene del cielo y da la vida al mundo".
Entonces le dijeron:
"Señor, danos siempre de ese pan".
Jesús les contestó:
"Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no volverá a tener hambre; el que cree en mí nunca tendrá sed".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.





Sal 30

En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

Señor, sé para mí roca de amparo y fortaleza protectora. Tú eres mi roca y mi fortaleza; guíame y condúceme por el honor de tu nombre.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

A tus manos confío mi espíritu: tú el Dios fiel, me rescatarás; yo confío en el Señor. Me llenaré de júbilo y alegría por tu amor.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.


Que tu rostro resplandezca sobre tu siervo, sálvame por tu amor. Al amparo de tu presencia nos ocultas de las intrigas de los hombres.
En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.


Oremos

Dios todopoderoso y eterno, que le has dado un doctor a tu Iglesia en la figura de tu obispo san Atanasio; haz que todo cuanto él enseñó bajo el magisterio del Espíritu, arraigue para siempre en nuestros corazones; y el que, por gracia tuya, es nuestro protector, sea también nuestro abogado y atraiga sobre nosotros tu misericordia.
Por nuestro, Señor Jesucristo...Amén


 
Salmo 188

Enséñame, Señor, tus leyes.

¿Cómo podrá un joven andar honestamente? Cumpliendo tus palabras.
Enséñame, Señor, tus leyes.

Te busco de todo corazón, no consientas que me desvíe de tus mandamientos.
Enséñame, Señor, tus leyes.
En mi corazón escondo tus consignas, así no pecaré contra ti.
Enséñame, Señor, tus leyes.
Bendito eres, Señor; enséñame tus leyes.
Enséñame, Señor, tus leyes.
Mis labios van enumerando los mandamientos de tu boca.
Enséñame, Señor, tus leyes.

Mi alegría es el camino de tus preceptos más que todas las riquezas.
Enséñame, Señor, tus leyes






SAN ATANASIO
obispo y doctor de la Iglesia. 

Nació en Alejandría de Egipto el año 295, de padres cristianos. Fue colaborador y sucesor, el año 328, del obispo de Alejandría san Alejandro, a quien había acompañado como diácono al Concilio de Nicea. Durante los cuarenta y cinco años de su episcopado, defendió valerosamente la recta fe católica proclamada en Nicea y, en particular, la divinidad de Jesucristo contra los arrianos, lo que le acarreó incontables sufrimientos, entre ellos, cinco destierros decretados por los emperadores. Escribió excelentes obras apologéticas y expositivas de la fe; mención especial merece su Vida de San Antonio, en la que narra la vida del santo Abad y que luego sirvió de modelo a las hagiografías. Difundió incluso en Occidente el ideal monástico. Murió en su sede de Alejandría el año 373.- 
Oración:  
Dios todopoderoso y eterno, que hiciste de tu obispo san Atanasio un preclaro defensor de la divinidad de tu Hijo, concédenos, en tu bondad, que, fortalecidos con su doctrina y protección, te conozcamos y te amemos cada vez más plenamente. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén



Oremos con confianza al eterno Padre, que, por medio del ángel, anunció la encarnación de su Hijo en el seno virginal de María.

-Para que todo hombre pueda experimentar en la Iglesia la fuerza del amor del Padre, que nos entregó a su Hijo.

-Para que el Señor otorgue a los que creemos en la divinidad de Jesucristo, la firmeza de la fe, la alegría de la esperanza y el fervor de la caridad.

-Para que acreciente en el pueblo los sentimientos de fraternidad y solidaridad de que nos dieron ejemplo el Hijo de Dios encarnado y su Madre.

-Para que, como la Virgen María, seamos fieles oyentes de la palabra de Dios, la acojamos en nuestro corazón y la hagamos fructificar en nuestra vida.

Oración: Escucha, Dios de bondad, nuestras oraciones y dígnate acceder a nuestras peticiones, pues las ponemos bajo la protección de la Madre de tu Hijo, Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.


Meditacion



María y la vida espiritual franciscana por León Amorós, o.f.m.

"... Siendo, pues, fundamentalísima para el normal desarrollo de la vida cristiana la devoción consciente y bien definida de la Virgen Santísima, como única norma y dirección espiritual de vida mariana para las almas, yo daría ésta: el director espiritual debe instruir a las almas que él dirige, en lo referente a la función de la Santísima Virgen en la obra de nuestra santificación. Debe despertar en ellas un estado de consciencia habitual de esta maravillosa acción continua e inmediata de la Virgen en nuestro proceso sobrenatural. Tratará de formar en el alma un convencimiento tal de esta transfusión de vida mariana a la nuestra, que la ponga en tensión continua hacia tan buena Madre. No cabe duda que esto creará en el alma un estado habitual de docilidad a las mociones de la gracia, que se manifestará pronto en la abundante copia de virtudes cristianas que la conducirá hasta las etapas más subidas de la perfección.


Por su parte, debe el alma corresponder con un acendrado amor filial operativo y eficaz como tributo obligado al singular afecto que tan buena Madre le dispensa; una devoción suavísima, plenamente consciente y operante, que pueda en todas las vicisitudes de su existencia cobijarse siempre al amparo y protección de Ella, conductora obligada de nuestras almas a Jesús...."


Meditacion con Maria Madre de las Almas Consagradas





Canto a Maria Madre de las ALMAS CONSAGRADAS