Maria Madre de las Almas Consagradas, ruega por ellas... |
Gracias, Señor, por este tiempo de oración.
Creo en Ti, espero y confío en tu misericordia, te
amo y quiero agradecerte el don de Ti mismo. Ayúdame
a amarte como Tú me amas.
Salmo 96
Angeles del Señor, adórenlo.
Reina el Señor, alégrese la tierra; cante de regocijo el mundo entero. El trono del Señor está asentado sobre la justicia y el derecho.
Angeles del Señor, adórenlo.
Los cielos pregonan su justicia, su inmensa gloria ven todos los pueblos. Que caigan ante Dios todos los dioses.
Angeles del Señor, adórenlo.
Tú, Señor altísimo, estás muy por encima de la tierra y mucho más en alto que los dioses.
Angeles del Señor, adórenlo.
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1,14-20
Gloria a ti, Señor. Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía:
"Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio".
Caminaba Jesús por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su hermano, Andrés, echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: "Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres".
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante, vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en una barca, remendando sus redes. Los llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre con los trabajadores, se fueron con Jesús.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Después del Bautismo, con el que inaugura su ministerio público, Jesús busca a aquellos a quienes hará partícipes de su misión salvífica. Y los encuentra en su trabajo profesional. Son hombres habituados al esfuerzo, recios, sencillos de costumbres. Al pasar junto al mar de Galilea , vio a Simón y a Andrés, que echaban las redes en el mar, pues eran pescadores. Y les dijo Jesús: Seguidme, y os haré pescadores de hombres. Y cambia la vida de estos hombres.
Los Apóstoles fueron generosos ante la llamada de Dios. Estos cuatro discípulos –Pedro, Andrés, Juan y Santiago– conocían ya al Señor, pero es este el momento preciso en el que, respondiendo a la llamada divina, deciden seguirle del todo, sin condiciones, sin cálculos, sin reservas. Así la siguen hoy muchos en medio del mundo, con entrega total en un celibato apostólico. Desde ahora, Cristo será el centro de sus vidas, y ejercerá en sus almas una indescriptible atracción. Jesucristo los busca en medio de su tarea ordinaria, como hizo Dios con los Magos –según hemos contemplado hace pocos días–: por aquello que les podía ser más familiar, el brillo de una estrella; como llamó el Ángel a los pastores de Belén, mientras cumplen con su deber de guardar el ganado, para que fueran a adorar al Niño Dios y acompañaran aquella noche a María y a José...
En medio de nuestro trabajo, de nuestros quehaceres, nos invita Jesús a seguirle, para ponerle en el centro de la propia existencia, para servirle en la tarea de evangelizar el mundo. “Dios nos saca de las tinieblas de nuestra ignorancia, de nuestro caminar incierto entre las incidencias de la historia, y nos llama con voz fuerte, como un día lo hizo con Pedro y con Andrés..
Hechos hijos de Dios por el bautismo, dirijamos al Padre nuestra oración con filial confianza:
-Para que todos los bautizados sintamos la fuerza de la fe recibida y la proclamemos con humildad y valentía.
-Para que el Papa, los obispos y los demás ministros sagrados prediquen con fidelidad la palabra de Dios.
-Para que todos los renacidos por el agua y el Espíritu Santo cumplamos los deberes inherentes a nuestra condición de hijos de Dios.
-Para que todos cuantos sufren en el cuerpo o en el espíritu descubran en Jesucristo la luz y la fuerza que sostenga y dirija su vida.
Oración: Padre de bondad, concédenos a cuantos participamos de tu vida divina, caminar siempre como hijos de la luz por las sendas de tu verdad. Te lo pedimos por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
SAN BERNARDO DE CORLEONE.
Nació en Corleone (Sicilia, Italia) en 1605. Fue un joven con buena formación religiosa y moral, pero de carácter irascible. En cierta ocasión tuvo un enfrentamiento con otro joven y, en un breve duelo, lo dejó gravemente herido. Invocó el derecho de asilo y se libró de la justicia humana, pero no de su conciencia. Se arrepintió de su delito y de su vida disipada, pidió perdón a Dios y a los hombres e hizo áspera penitencia. Tomó el sayal de los Capuchinos como hermano lego en Caltanissetta (Sicilia). En el convento ejerció diversas tareas domésticas. Dormía en el suelo pocas horas y multiplicaba sus ayunos. Aunque inculto, alcanzó las alturas de la contemplación, curó enfermos, distribuyó consuelos y consejos, intercedió ante el Señor para alcanzar abundantes gracias para los demás. Su oración asidua, su caridad ferviente, su filial devoción a la Virgen y a la Eucaristía fueron el secreto de su santidad. Murió el 12 de enero de 1667 en Palermo. Juan Pablo II lo canonizó el año 2001.-
Oración: Oh Dios, que nos has dejado un vivo ejemplo de penitencia y de virtudes cristianas en san Bernardo; te pedimos nos concedas, con la fuerza de tu Espíritu, permanecer fieles en la fe y firmes en la confesión de tu nombre. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Señor, luz radiante de todas las naciones: concede a los pueblos de la tierra gozar de una paz estable, e ilumina nuestros corazones con aquella luz espléndida que condujo a nuestros padres al conocimiento de tu Hijo. Que vive y reina contigo...
Amén.
Hoy en nuestra oracion le pedimos a Dios por medio de Nuestra Madre Maria que nos ayude a continuar en nuestra mision en la Iglesia, perseverar en nuestro camino, tambien por los que se encomiendan a nuestra oracion.. recemos juntos hermanos por la paz en todo el mundo, por las intenciones del Papa, por las intenciones de la Iglesia en todo el mundo, por los presbiteros, diaconos y misioneros, por los sacerdotes y los seminaristas, por las congregaciones religiosas.. y por un aumento en la fe y caridad cristianas..
recemos el santo rosario..
Recordamos que los dias Martes de Enero estamos rezando en la
Catedral de San Isidro
Santo Rosario con San Juan Pablo II
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