A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. Que el Espíritu Santo los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra.

lunes, 2 de noviembre de 2020

Dijo Jesús a Marta la de Betania: «Yo soy la resurrección y la vida,.." (Jn 11,25-27). Septimo dia de la Novena a Maria

 
Evangelio según San Mateo 25,31-46.
Gloria a ti, Señor.


Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'.
Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'. Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'. Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles,
porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; 



enfermo y preso, y no me visitaron'. Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'. Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'. Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Isaías (25, 6. 7-9)

En aquel día, el Señor del universo preparará sobre este monte un festín con platillos suculentos para todos los pueblos.El arrancará en este monte el velo que cubre el rostro de todos los pueblos, el paño que oscurece a todas las naciones. Destruirá la muerte para siempre; el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros y borrará de toda la tierra la afrenta de su pueblo. Así lo ha dicho el Señor.En aquel día se dirá: “Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; alegrémonos y gocemos con la salvación que nos trae”. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


Salmo 129

Señor, escucha mi oración.

Desde el abismo de mis pecados clamo a ti; Señor, escucha mi clamor; que estén atentos tus oídos a mi voz suplicante.
Señor, escucha mi oración.

Si conservaras el recuerdo de las culpas, ¿quién habría, Señor, que se salvara? Pero de ti procede el perdón, por eso con amor te veneramos.
Señor, escucha mi oración.

Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su palabra; mi alma aguarda al Señor, mucho más que a la aurora el centinela.
Señor, escucha mi oración.

Como aguarda a la aurora el centinela, aguarda Israel al Señor, porque del Señor viene la misericordia y la abundancia de la redención, y él redimirá a su pueblo de todas sus iniquidades.
Señor, escucha mi oración.


San Pablo a los tesalonicenses (4, 13-14. 17-18)
Hermanos: No queremos que ignoren lo que pasa con los difuntos, para que no vivan tristes, como los que no tienen esperanza. Pues, si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual manera debemos creer que, a los que murieron en Jesús, Dios los llevará con él, y así estaremos siempre con el Señor.
Consuélense, pues, unos a otros, con estas palabras.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Dijo Jesús a Marta la de Betania: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?». Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo» (Jn 11,25-27).

Fray Alejandro Ferreirós OFMConv.




Conmemoración de todos los fieles difuntos 
La Iglesia, después de celebrar ayer la fiesta de todos sus hijos bienaventurados ya en el cielo, se interesa hoy ante el Señor en favor de las almas de todos cuantos nos precedieron en el signo de la fe y duermen en la esperanza de la resurrección, para que, purificados de toda mancha de pecado, puedan gozar de la felicidad eterna. Celebramos, pues, la victoria de Cristo, y de nosotros con Él, sobre la muerte. Y hacemos memoria de cuantos, habiendo compartido ya la muerte de Jesucristo, están llamados a compartir también con Él la gloria de la resurrección. El primer prefacio de difuntos nos enseña que «en Cristo brilla la esperanza de nuestra feliz resurrección; y así, aunque la certeza de morir nos entristece, nos consuela la promesa de la futura inmortalidad; porque la vida de los que creemos en el Señor, no termina, se transforma; y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo». Mientras nosotros pedimos por los difuntos, ellos interceden por nosotros.

Oraciones

Escucha, Señor, nuestras súplicas para que, al confesar la resurrección de Jesucristo, tu Hijo, se afiance también nuestra esperanza de que todos tus hijos resucitarán. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 Oh Dios, gloria de los fieles y vida de los justos, nosotros los redimidos por la muerte y resurrección de tu Hijo, te pedimos que acojas con bondad a tus siervos difuntos, y pues creyeron en la resurrección futura, merezcan alcanzar los gozos de la eterna bienaventuranza. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 Oh Dios, que resucitaste a tu Hijo para que, venciendo la muerte, entrara en tu reino, concede a tus siervos difuntos que, superada su condición mortal, puedan contemplarte para siempre como su Creador y Salvador. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.



Nuestro Dios y Padre es el Dios de la vida, el Dios de los vivos y no de los muertos. Oremos confiados en la intercesión de Cristo resucitado:

Por todos los creyentes en Cristo, llamados a dar testimonio de la fe en la resurrección, ante la dura realidad de la muerte.

Por los que se sienten desolados por la muerte de personas queridas.

Por todos los que han muerto con la fe y la esperanza en Cristo.

Por los que entregaron su vida generosamente por amor a los demás.

Por los que han muerto víctimas de toda clase de injusticias, la guerra, el terrorismo, el odio, la venganza.

Por nuestros familiares, amigos y bienhechores, y en especial por aquellos que son de nuestra mayor obligación.

Concede, Señor, a los que han muerto el perdón y la plenitud de la vida; y a nosotros, por su intercesión, vivir en la fe y la esperanza de nuestra resurrección en Cristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.





Rezamos el Séptimo día de la Novena a Maria Madre de las Almas Consagradas
pidamos por la Iglesia y sus ministros
por los Fieles Difuntos 
los sacerdotes que han partido a la casa del Padre, que en paz descansen
por los sacerdotes que se encuentran en el purgatorio
por las almas del purgatorio

por los difuntos de nuestra familia que en paz descansen
por todos nosotros 
pedimos Salud, Fortaleza, Paz espiritual
Que pronto sea reconocida esta advocación en el mundo entero
por mas laicos comprometidos a rezar y se apóstoles de la palabra
por mas laicos peregrinos de Maria
por el discernimiento para nuestra verdadera vocación 
por este grupo de oración, para seguir adelante pese a las dificultades de hoy


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Rezamos el Santo Rosario




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