A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. Que el Espíritu Santo los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra.

martes, 21 de julio de 2020

«El Espíritu Santo -escribe san Lorenzo- hace dulce el yugo de la ley divina y ligero su peso, de manera que guardemos los mandamientos de Dios con gran facilidad, incluso de buen grado».





Evangelio según san Mateo 12, 46-50

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus parientes se acercaron y trataban de hablar con él. Alguien le dijo entonces:
"Oye, allí fuera están tu madre y tus hermanos y quieren hablar contigo".
Pero él respondió al que le avisaba:
"¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?"
Y, señalando con la manos a sus discípulos, dijo:
"Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.




Libro de Miqueas 7,14-15.18-20.
Apacienta con tu cayado a tu pueblo, al rebaño de tu herencia, al que vive solitario en un bosque, en medio de un vergel. ¡Que sean apacentados en Basán y en Galaad, como en los tiempos antiguos!
Como en los días en que salías de Egipto, muéstranos tus maravillas.
¿Qué dios es como tú, que perdonas la falta y pasas por alto la rebeldía del resto de tu herencia? El no mantiene su ira para siempre, porque ama la fidelidad.
El volverá a compadecerse de nosotros y pisoteará nuestras faltas. Tú arrojarás en lo más profundo del mar todos nuestros pecados.
Manifestarás tu lealtad a Jacob y tu fidelidad a Abraham, como juraste a nuestros padres desde los tiempos remotos.



salmo 84



Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Señor, has sido bueno con tu tierra, pues cambiaste la suerte de Jacob, perdonaste las culpas de tu pueblo y sepultaste todos sus pecados; reprimiste tu cólera y frenaste el incendio de tu ira.
Muéstranos, Señor, tu misericordia.

También ahora cambia nuestra suerte, Dios salvador nuestro; deja ya tu rencor contra nosotros. ¿O es que vas a estar siempre enojado o a prolongar tu ira de generación en generación?
Muéstranos, Señor, tu misericordia.

¿No vas a devolvernos la vida, para que tu pueblo se alegre contigo? Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Muéstranos, Señor, tu misericordia.







SAN LORENZO DE BRINDIS.
 Nació en Brindis (Italia) el año 1559. Ingresó en la Orden de los Capuchinos y estudió en Padua. Fue una persona superdotada a quien Dios concedió cualidades intelectuales extraordinarias. Infatigable y elocuente predicador por varias naciones de Europa, docto profesor de sus hermanos, escritor erudito, ocupó, además, todos los cargos en su Orden, incluso el de Ministro general, y desempeñó graves y delicadas misiones diplomáticas por Europa. De carácter sencillo y humilde, cumplió fielmente todas las misiones que se le encomendaron, como la defensa de la Iglesia ante los turcos que intentaban dominar Europa y la reconciliación de príncipes enfrentados. En su vida de piedad se distinguió por la fervorosa celebración de la misa y por su filial devoción a la Virgen. Murió el 22 de julio de 1619 en Lisboa, adonde fue a tratar con Felipe III de la paz en Nápoles. Por su conocimiento profundo de la Palabra de Dios, del que dejó testimonio en sus escritos y en los púlpitos, Juan XXIII le dio en 1959 el título de «Doctor Apostólico».

"....Con fina sensibilidad teológica, Lorenzo de Brindis también puso de relieve la acción del Espíritu Santo en la vida del creyente. Nos recuerda que, con sus dones, la Tercera Persona de la Santísima Trinidad nos ilumina y ayuda en nuestro compromiso de vivir con alegría el mensaje del Evangelio. «El Espíritu Santo -escribe san Lorenzo- hace dulce el yugo de la ley divina y ligero su peso, de manera que guardemos los mandamientos de Dios con gran facilidad, incluso de buen grado». franciscanos.org

Oración: Oh Dios, que para gloria de tu nombre y salvación de las almas otorgaste a san Lorenzo de Brindis espíritu de consejo y fortaleza, concédenos llegar a conocer, con ese mismo espíritu, las cosas que debemos realizar y la gracia de llevarlas a la práctica después de conocerlas. 
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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Pidamos humildemente a Cristo, fuente de vida y de santidad, que venga a nosotros su reino.

-Señor Jesús, tú que enviaste a tus discípulos por el mundo a predicar el Evangelio, haz que también nosotros, iluminados y fortalecidos por tu Espíritu, seamos testigos tuyos.

-Tú que con tu venida has traído la salvación al mundo, concédenos ser operarios fieles y diligentes en tu viña.

-Tú que has superdotado a san Lorenzo de Brindis para el apostolado, concédenos que hagamos fructificar en nosotros los talentos que nos has dado.

-Tú que nos quieres colaboradores tuyos en la construcción de un mundo mejor, ilumina nuestra mente y fortalece nuestra voluntad con tu Espíritu.

Oración: Concédenos, Señor, el amor a tu palabra, y haz que, bajo la acción del Espíritu Santo, la comprendamos cada día mejor y la comuniquemos con mayor eficacia a nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.




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