Evangelio según san Lucas 18, 1-8
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer,
Jesús les propuso esta parábola:
"En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en
aquella misma ciudad una viuda que le solicitaba con frecuencia:
"Hazme justicia frente a mi adversario"".
Por mucho tiempo el juez no le hizo caso, pero después se dijo:
"Aunque no temo a Dios ni respeto a nadie, por la insistencia de esta viuda le haré justicia para
que no me siga molestando".
Dicho esto, Jesús comentó:
"Si así pensaba el juez injusto, ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que
claman a él día y noche? ¿Que los hará esperar? Yo les aseguro que les hará justicia sin tardar.
Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará esta fe en la tierra?"
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Salmo 104
El Señor nunca olvida sus promesas.
Aclamen al Señor y denle gracias, canten sus maravillas a los pueblos. Entonen en su honor himnos y cantos y celebren sus portentos.
El Señor nunca olvida sus promesas.
Del nombre del Señor enorgullezcámonos y siéntase feliz el que lo busca. Recurran al Señor y a su poder, y a su presencia acudan.
El Señor nunca olvida sus promesas.
Descendientes de Abrahán, su servidor; estirpe de Jacob, su predilecto, escuchen; el Señor es nuestro Dios y gobiernan la tierra sus decretos.
El Señor nunca olvida sus promesas.
Ni aunque transcurran mil generaciones se olvidará el Señor de sus promesas, de la alianza pactada con Abrahán, del juramento a Isaac, que un día le hiciera.
El Señor nunca olvida sus promesas.
Padre santo: guarda en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros, dice el Señor.
Salmo 22
El Señor es mi pastor, nada me faltará.
El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto.
El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad.
El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes.
El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término.
El Señor es mi pastor, nada me faltará
SANTA GERTRUDIS LA MAGNA.
El Señor nunca olvida sus promesas.
Aclamen al Señor y denle gracias, canten sus maravillas a los pueblos. Entonen en su honor himnos y cantos y celebren sus portentos.
El Señor nunca olvida sus promesas.
Del nombre del Señor enorgullezcámonos y siéntase feliz el que lo busca. Recurran al Señor y a su poder, y a su presencia acudan.
El Señor nunca olvida sus promesas.
Descendientes de Abrahán, su servidor; estirpe de Jacob, su predilecto, escuchen; el Señor es nuestro Dios y gobiernan la tierra sus decretos.
El Señor nunca olvida sus promesas.
Ni aunque transcurran mil generaciones se olvidará el Señor de sus promesas, de la alianza pactada con Abrahán, del juramento a Isaac, que un día le hiciera.
El Señor nunca olvida sus promesas.
Padre santo: guarda en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros, dice el Señor.
Salmo 22
El Señor es mi pastor, nada me faltará.
El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto.
El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad.
El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes.
El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término.
El Señor es mi pastor, nada me faltará
SANTA GERTRUDIS LA MAGNA.
[Murió el 17 de noviembre y su memoria se celebra el 16 del mismo mes].
Nació en Eisleben (Turingia, Alemania) el año 1256. Siendo aún muy niña fue recibida en el monasterio cisterciense de Helfta, en el que se entregó con ardor al estudio, dedicándose principalmente a la filosofía y la literatura. A los 26 años se entregó a Dios de modo exclusivo, adelantando de manera admirable en el camino de la perfección y viviendo sumergida en la oración y contemplación, atraída por la espiritualidad litúrgica, el amor hacia el Corazón de Jesús y la Eucaristía; cultivó el estudio de la Sagrada Escritura y de los Santos Padres. Tuvo elevadas experiencias místicas, caracterizadas por el vivo sentido de la libertad de los hijos de Dios y por la tierna contemplación y devoción a la humanidad de Cristo y en especial de Cristo crucificado. Nos dejó insignes escritos espirituales. Murió en su monasterio, cerca de Eisleben, el 17 de noviembre de 1302.-
Oración: Oh Dios, que hiciste del corazón de tu virgen santa Gertrudis una gozosa morada para ti, por su oración y sus méritos, ilumina las tinieblas de nuestro corazón y concédenos experimentar con alegría tu presencia y tu acción entre nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén
Invoquemos a Dios nuestro Padre, que nos ofrece un signo de su ternura hacia los pecadores en el corazón materno de María.
-Haz, Señor, que tu Iglesia, con el sentido materno de María, fije su mirada misericordiosa en todos sus hijos necesitados de cariño y de perdón.
-Tú que has enviado a tu Hijo para curar toda enfermedad, crea en nosotros un corazón nuevo capaz de ver y socorrer a nuestros hermanos.
-Tú que cada día esperas el retorno de tus hijos y preparar para ellos una gran fiesta, enciende en todos los pecadores la nostalgia de tu casa.
-Tú que revelas tu poder sobre todo usando de misericordia, haz que, reconciliados contigo, seamos, como María, dispensadores de perdón y de paz.
Oración: Tú, Señor, no quieres la muerte del pecador, sino que se convierta y viva; acoge la oración que la Madre de tu Hijo y madre nuestra te dirige, para que ninguno de tus hijos falte al banquete que nos ofreces. Te lo pedimos, Padre, por Jesucristo nuestro Señor. Amén
.Padre Enrique Chapellin. Retiro de Consagración a la Preciosa Sangre de Jesucristo, en Carrizal Edo. Miranda Venezuela. Convento de las Siervas de Jesús, lugar de la Apariciones de la Virgen Madre de las Almas Consagradas.
Invoquemos a Dios nuestro Padre, que nos ofrece un signo de su ternura hacia los pecadores en el corazón materno de María.
-Haz, Señor, que tu Iglesia, con el sentido materno de María, fije su mirada misericordiosa en todos sus hijos necesitados de cariño y de perdón.
-Tú que has enviado a tu Hijo para curar toda enfermedad, crea en nosotros un corazón nuevo capaz de ver y socorrer a nuestros hermanos.
-Tú que cada día esperas el retorno de tus hijos y preparar para ellos una gran fiesta, enciende en todos los pecadores la nostalgia de tu casa.
-Tú que revelas tu poder sobre todo usando de misericordia, haz que, reconciliados contigo, seamos, como María, dispensadores de perdón y de paz.
Oración: Tú, Señor, no quieres la muerte del pecador, sino que se convierta y viva; acoge la oración que la Madre de tu Hijo y madre nuestra te dirige, para que ninguno de tus hijos falte al banquete que nos ofreces. Te lo pedimos, Padre, por Jesucristo nuestro Señor. Amén
.Padre Enrique Chapellin. Retiro de Consagración a la Preciosa Sangre de Jesucristo, en Carrizal Edo. Miranda Venezuela. Convento de las Siervas de Jesús, lugar de la Apariciones de la Virgen Madre de las Almas Consagradas.
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