A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. Que el Espíritu Santo los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra.

lunes, 14 de marzo de 2016

"Yo soy la luz del mundo. El que me siga no caminará a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida".



Evangelio
según san Juan 8, 12-20

En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos:
"Yo soy la luz del mundo. El que me siga no caminará a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida".
Al oír esto, los fariseos le dijeron:
"Estás dando testimonio de ti mismo; por tanto, tu testimonio no tiene valor".
Jesús les contestó:
"Aunque doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es válido, porque sé de dónde vengo y a dónde voy. Ustedes, en cambio, no saben ni de dónde vengo ni a dónde voy. Ustedes juzgan con criterios mundanos. Yo no juzgo a nadie, pero si lo hiciera, mi juicio es válido, porque no soy yo sólo el juez, sino que también está conmigo el Padre, que me envió. En su ley está escrito que el testimonio dado por dos testigos es válido. Pues bien: un testigo a mi favor soy yo mismo; pero también da testimonio a mi favor el Padre, que me envió".
Ellos le preguntaron:
"¿Dónde está tu Padre?"
Jesús les contestó:
"Ni me conocen a mí ni conocen a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre".
Jesús dijo esto cuando estaba enseñando en el templo, junto a las alcancías de las ofrendas. Sin embargo, nadie se atrevió a detenerlo, porque aún no había llegado su hora.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.



Dios nuestro, que con el don de tu amor nos colmas de bendiciones, transfórmanos en una nueva criatura para que estemos preparados a la Pascua gloriosa de tu Reino.
Por nuestro Señor Jesucristo...Amén.



Franciscanos.org

 
San Francisco escribió a los fieles: «Todos los que aman al Señor con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente, con todas las fuerzas, y aman a sus prójimos como a sí mismos, y odian a sus cuerpos con sus vicios y pecados, y reciben el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo, y hacen frutos dignos de penitencia: ¡Oh cuán bienaventurados y benditos son ellos y ellas, mientras hacen tales cosas y en tales cosas perseveran!, porque descansará sobre ellos el espíritu del Señor y hará en ellos habitación y morada»
(1CtaF 1-6).


Salmo 22

Nada temo, Señor, porque tú estás conmigo.

El Señor es mi pastor, nada me falta. Me conduce junto a aguas tranquilas y renueva mis fuerzas.
Nada temo, Señor, porque tú estás conmigo.
Me guía por la senda del bien, haciendo honor a su nombre. Aunque pase por un valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú estás conmigo; tu vara y tu bastón me dan seguridad.
Nada temo, Señor, porque tú estás conmigo.

Me preparas un banquete para envidia de mis adversarios, perfumas con ungüento mi cabeza y mi copa está llena.
Nada temo, Señor, porque tú estás conmigo.  


Tu amor y tu bondad me acompañan todos los días de mi vida; y habitaré por siempre en la casa del Señor.
Nada temo, Señor, porque tú estás conmigo




Oremos
Bendigamos a Jesús, nuestro Salvador, que por su muerte y resurrección nos ha abierto el camino de la salvación.

-Señor de misericordia, que en el bautismo nos diste una vida nueva, haznos cada día más conformes a ti.

-Enséñanos, Señor, a ser alegría para los que sufren, y haz que sepamos servirte en cada uno de ellos.

-Ayúdanos, Señor, a hacer frutos dignos de penitencia y a buscar tu rostro con sinceridad de corazón.

-Perdona las faltas que hemos cometido contra la armonía y unidad de tu familia, y haz que tengamos un solo corazón y un solo espíritu.

Oración: Purifica y protege, Señor, a tu Iglesia, dirígela y sostenla siempre. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.






María Josefina de Jesús Crucificado, Beata

 Nació en Nápoles el año 1894, hija de los marqueses Grimaldi. Desde su niñez mostró predilección por los pobres y los más necesitados. Tuvo particular devoción a la Eucaristía y a la Virgen María, especialmente con el rezo del rosario. En 1918, después de estudiar comercio, entró en el Carmelo de Santa María, en "Ponti Rossi" (Nápoles). Su vida estuvo marcada por una forma grave de tuberculosis en la espina dorsal, de la que, por intercesión de S. Francisco Javier, curó milagrosamente en 1922. Más tarde otras enfermedades la redujeron a la silla de ruedas. Supo unirse a Cristo y amarlo en el sufrimiento, y prestó consuelo y consejo a cuantos la visitaban en el locutorio del convento, para encontrarse con el amor de Dios. Por obediencia escribió su "Autobiografía" y su "Diario", así como cartas y exhortaciones para las religiosas. Murió el 14-III-1948. Beatificada en 2008.

 

Oremos, amados hermanos y hermanas, y pidamos la misericordia del Señor para que, compadeciéndose de su pueblo penitente, escuche nuestras plegarias.
A cada petición respondemos: Por misericordia, Señor, escúchanos.

Para que el Redentor del mundo, que se entregó a la muerte para vivificar a su pueblo, libere a la Iglesia de todo mal, roguemos al Señor.
Por misericordia, Señor, escúchanos.

Para que el Redentor del mundo, que oró en la cruz por quienes lo crucificaban, interceda ante el Padre por los pecadores, roguemos al Señor.
Por misericordia, Señor, escúchanos.

Para que el Redentor del mundo, que experimentó en la cruz el sufrimiento y la angustia,se compadezca de los que sufren, les dé fortaleza y paciencia y ponga fin a sus dolores, roguemos al Señor.
Por misericordia, Señor, escúchanos.

Para que el Redentor del mundo nos consuele a nosotros, sus siervos, que en estos días nos disponemos a recordar con veneración su cruz y nos reconforte con la fuerza de su resurrección, roguemos al Señor.
Por misericordia, Señor, escúchanos.


Dios de bondad, que quieres renovar en Cristo el universo entero, contempla nuestra miseria y, puesto que enviaste a tu Hijo al mundo no para condenarlo, sino para salvarlo, escucha nuestras oraciones, perdona nuestras culpas y haz que renazca en nuestros corazones la alegría de una vida nueva y exultante.
Por Jesucristo, nuestro Señor Amén.







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