A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. Que el Espíritu Santo los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra.

viernes, 22 de enero de 2016

El que quiera servirme, que me siga, dice el Señor; y donde esté yo, allí también estará mi servidor.



Evangelio
según san Marcos 3, 13-19


En aquel tiempo, Jesús subió a la montaña, llamó a los que él quiso y se acercaron a él. Designó entonces a doce, a los que llamó apóstoles para que estuvieran con él y para mandarlos a predicar con poder de expulsar a los demonios.
Designó a estos Doce: A Simón, al cual dio el sobrenombre de Pedro; a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges, es decir hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el que lo entregó.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.



Sal 56

Misericordia, Dios mío, misericordia.

Ten piedad de mí, Dios mío, pues me refugio en ti; a la sombra de tus alas me refugio hasta que pase la calamidad.
Misericordia, Dios mío, misericordia.

Invoco al Dios Altísimo, al Dios que actúa en mi favor. Me salvará desde el cielo, confundirá a los que me atacan; Dios enviará su amor y su fidelidad.
Misericordia, Dios mío, misericordia. 


 Muestra, Dios mío, tu grandeza en los cielos, y tu gloria sobre toda la tierra, pues tu amor llega hasta el cielo, hasta las nubes tu fidelidad.
Misericordia, Dios mío, misericordia.


 

salmo 33

El Señor me libró de todos mis temores.

Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor; que se alegre su pueblo al escucharlo.
El Señor me libró de todos mis temores.

Proclamemos qué grande es el Señor y alabemos su nombre. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores.
El Señor me libró de todos mis temores.

Vuélvanse a él y quedarán radiantes, jamás se sentirán decepcionados. El Señor siempre escucha al afligido, de su tribulación lo pone a salvo.
El Señor me libró de todos mis temores.

A quien teme al Señor, el ángel del Señor lo salva y cuida. ¡Prueben! Verán qué bueno es el Señor; dichoso quien en él confía.
El Señor me libró de todos mis temores.






 



Dirijamos con fe nuestra oración al Padre, principio de unidad y de paz, para que todos los creyentes en Cristo nos reunamos en la perfecta comunión de su Espíritu:

-Tú que nos has creado a tu imagen, abate todas las barreras del egoísmo que nos separan de ti y nos hacen extraños para nuestros hermanos.

-Tú que has enviado a tu Hijo al mundo para formar un solo rebaño bajo un solo pastor, líbranos de todo principio de discordia y haznos fermento de unidad para todos los pueblos.

-Tú que eres paciencia infinita, concede a todas las confesiones cristianas sentimientos de humildad y de caridad, para que busquemos los caminos de la reconciliación.

-Tú que como Padre de todos quieres vernos unidos en una sola familia, sana el egoísmo y desamor que nos impiden la plena comunión en tu nombre.

Oración: Padre bueno, haz que tus hijos seamos unánimes en la confesión de la fe y concordes en la proclamación de tu alabanza. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
La oración por la unidad constituye el alma del movimiento ecuménico que, gracias a Dios, progresa en todo el mundo. Ciertamente, no faltan las dificultades y las pruebas, pero también éstas son útiles espiritualmente, porque nos impulsan a practicar la paciencia y la perseverancia y a crecer en la caridad fraterna. Dios es amor, y sólo convirtiéndonos a él y aceptando su Palabra llegaremos a estar todos unidos en el único Cuerpo místico de Cristo. Benedicto XVI, Ángelus del 22-I-06




San Vicente. Natural de Huesca, hijo de una familia consular, estudió en Zaragoza, donde llegó a ser diácono del obispo san Valero, que lo dedicó a la predicación. En la persecución del emperador Diocleciano, el prefecto Daciano apresó a ambos y los trasladó a Valencia. Aquí, para hacerles apostatar, los sometió a cruel prisión, hambre, cadenas..., pero no consiguió su propósito. Entonces envió a Valero al destierro y continuó atormentando al joven Vicente, que no cesó de confesar su fe. La tradición narra las múltiples torturas que sufrió hasta morir y el ensañamiento con que maltrataron su cadáver, lo que dio lugar a intervenciones extraordinarias de Dios. Murió en Valencia el 22 de enero del año 304, y de inmediato se extendió su culto por toda la Iglesia. Su basílica sepulcral, extramuros de la ciudad, fue templo de un monasterio ilustre y hogar de la fe cristiana durante la dominación musulmana. San Agustín y Prudencio celebraron en sus escritos el martirio.- Oración
 Dios todopoderoso y eterno, derrama sobre nosotros tu Espíritu, para que nuestros corazones se abrasen en el amor intenso que ayudó a san Vicente a superar los tormentos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 SAN VICENTE PALLOTTI
 Nació en Roma el año 1795. Recibió de sus padres una excelente educación cristiana. Una tía suya, monja clarisa, fue a vivir con ellos cuando los franceses destruyeron su monasterio, y contribuyó a su formación religiosa llevándole a conocer la espiritualidad franciscana y a vivirla como miembro de la Tercera Orden de S. Francisco. Desde su ordenación sacerdotal en 1818, se entregó a un incansable apostolado, al que trató de asociar a los seglares, fomentando la colaboración entre sacerdotes y laicos. Y a unos y a otros incluyó en la congregación por él fundada, la Sociedad del Apostolado Católico. Murió en Roma el 22 de enero de 1850. En 1963, Juan XXIII lo canonizó y lo proclamó patrono principal de la Unión Misional del Clero.




Laura Vicuña
Sus amores: Jesús Sacramentado y María Auxiliadora. Es criada en la espiritualidad Salesiana. Muy devota de Santo Domingo Savio, a quien se parece en su amor puro a Jesús y a la Virgen. Murió joven como el. Nació en Santiago, Chile, el 5 de abril de 1891. Su padre, Don José Domingo Vicuña, pertenecía a una familia de la aristocracia criolla chilena, de gran influencia política y alto nivel social. Su madre, Doña Mercedes del Pino, era de una familia humilde. Esta diferencia causa tensión familiar desde el principio.
Hay revolución en Chile, la familia está con el gobierno y debe huir de la capital y refugiarse a 500 km. Pronto su padre muere y queda su madre con dos niñas, Laura (con dos años) y Julia, en la indigencia. Emigran a la Argentina. El viaje es muy difícil y Doña Mercedes no tiene donde estar. Se junta en unión libre con Manuel Mora. En 1900 Laura es internada en el colegio de las Hermanas Salesianas de María Auxiliadora en el colegio de Junín de los Andes. Pronto destaca por su devoción. Sueña con ser religiosa 
ORACION
Señor Jesús: Tú que concediste a Laura Vicuña la gracia de ofrecer su vida por la salvación del alma de su propia madre, concédenos también a todos nosotros la gracia de obtener buenas obras, la conversión y salvación de muchos pecadores. Amén.

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