A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. Que el Espíritu Santo los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra.

sábado, 25 de julio de 2015

"..HIJITOS, HIJITAS: ORAD, ORAD DE CORA­ZÓN. Hay que devolver a la Iglesia su carácter sagrado. La Iglesia debe acoger a las almas con la ternura y la indulgencia de una madre. Bajo ningún pretexto debe pertenecer al mundo. Lo que viene de Dios siguiendo de Dios; lo que viene del mundo sigue siendo del mundo. .."


 



























 Evangelio según san Juan 6, 1-15
En aquel tiempo, Jesús se fue a la otra orilla del mar de Galilea o lago de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto las señales milagrosas que hacía curando a los enfermos. Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, festividad de los judíos. Viendo Jesús que mucha gente lo seguía, le dijo a Felipe: “¿Cómo compraremos pan para que coman éstos?” Le hizo esta pregunta para ponerlo a prueba, pues él bien sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Ni doscientos denarios bastarían para que a cada uno le tocara un pedazo de pan”.

Otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: “Aquí hay un muchacho que trae cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?” Jesús le respondió: “Díganle a la gente que se siente”. En aquel lugar había mucha hierba. Todos, pues, se sentaron ahí; y tan sólo los hombres eran unos cinco mil.

Enseguida tomó Jesús los panes, y después de dar gracias a Dios, se los fue repartiendo a los que se habían sentado a comer. Igualmente les fue dando de los pescados todo lo que quisieron. Después de que todos se saciaron, dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos sobrantes, para que no se desperdicien”. Los recogieron y con los pedazos que sobraron de los cinco panes llenaron doce canastos. Entonces la gente, al ver la señal milagrosa que Jesús había hecho, decía: “Este es, en verdad, el profeta que había de venir al mundo”. Pero Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró de nuevo a la montaña, él solo.
Palabra del Señor.


Salmo 144

Bendeciré al Señor eternamente.
Que te alaben, Señor, todas tus obras y que todos tus fieles te bendigan. Que proclamen la gloria de tu reino y den a conocer tus maravillas.
Bendeciré al Señor eternamente.
A ti, Señor, sus ojos vuelven todos y tú los alimentas a su tiempo. Abres, Señor, tus manos generosas y cuantos viven quedan satisfechos.

Bendeciré al Señor eternamente.
Siempre es justo el Señor en sus designios y están llenas de amor todas sus obras. No está lejos de aquellos que lo buscan; muy cerca está el Señor de quien lo invoca.

Bendeciré al Señor eternamente.



Padre bueno, Tú que lo penetras todo y todo lo sabes, acoge las oraciones que te hemos presentado y las que cada uno lleva en el corazón, y haz que permanezcamos unidos en el amor. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.OremosPor los cristianos del tercer milenio: para que seamos humildes, amables y comprensivos con todos.
Padre, escúchanos.

Por los pastores de la Iglesia: para que se esfuercen por mantener la unidad entre los discípulos de Cristo.
Padre, escúchanos.

Por los que tienen autoridad en nuestro país: para que velen por el bien común, la justicia y la paz.
Padre, escúchanos.


Por los que pasan hambre, sed,desnudez o abandono, por los que no tienen hogar: para que les llegue la ayuda que necesitan para vivir con dignidad. 

Padre, escúchanos.

Por los enfermos: para que fortalecidos por la comunión con el Cuerpo de Cristo se sientan aliviados.  

Padre, escúchanos.

Por los que participamos de la Eucaristía: para que el alimento del Pan y la Palabra nos den fuerzas para no desfallecer en la vivencia de nuestra vocación.  

Padre, escúchanos.

Oremos a Dios Padre para que la intercesión y el ejemplo de san Joaquín y santa Ana, padres de María y abuelos de Jesús, nos impulsen a una vida santa.

-Por la Iglesia, el nuevo Israel, el pueblo definitivo de Dios, para que sea la gran familia de los hijos de Dios Padre.

-Por el pueblo judío, del que nació Cristo, hijo de Abrahán, de David, de María, para que encuentre en Cristo el cumplimiento de las profecías mesiánicas.

-Por las familias cristianas y por todas las familias, para que sean hogares en los que reine la paz, el amor, la solidaridad.

-Por los abuelos, los ancianos, las personas que se encuentran solas y desatendidas, para que se vean rodeadas del respeto y aprecio de los demás.

Oración: Señor, Dios de nuestros padres, enséñanos a tratar y amar a Cristo Jesús como lo hicieron sus abuelos, Joaquín y Ana, y su madre, María. Te lo pedimos, por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 


  San Joaquin y Santa Ana-
 Una antigua tradición, que arranca del siglo II, atribuye estos nombres a los padres de la Santísima Virgen María. Los evangelios no nos hablan de ellos. Las noticias sobre los mismos nos han sido transmitidas por los escritos apócrifos, en particular el Protoevangelio de Santiago, del siglo II. Éste cuenta que Joaquín contrajo matrimonio a los veinte años con Ana, perteneciente como él a la tribu de Judá y al linaje de David. Procedentes de Galilea, se instalaron pronto en Jerusalén, cerca de la piscina Probática, en la que Jesús curó a un paralítico. La actual iglesia de Santa Ana recuerda esta tradición, aunque según otra, la casa de los abuelos de Jesús estaría en Séforis (Galilea). 
Ser los padres de María es mucho. -
 Oración: Señor, Dios de nuestros padres, tú concediste a san Joaquín y a santa Ana la gracia de traer a este mundo a la Madre de tu Hijo; concédenos, por la plegaria de estos santos, la salvación que has prometido a tu pueblo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.



La oración continua e incesante es por tanto «oración en el Espíritu», obra del Espíritu del Señor, que descansa en los hombres puros y hace en ellos «su habitación y morada»
(1 R 22). 
 Él ora en, con y por nosotros, como tan gráficamente expresa Francisco, aunque con palabras desmañadas: «Y porque todos nosotros, miserables y pecadores, no somos dignos de nombrarte, imploramos suplicantes que nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo amado, en quien bien te complaciste, junto con el Espíritu Santo Paráclito, te dé gracias por todos como a ti y a él os place, él que te basta siempre para todo y por quien tantas cosas nos hiciste. Aleluya» (1 R 23,5). En este contexto alcanza todo su profundo sentido esta frase de la Regla de los hermanos menores y de las Damas pobres: «Sobre todas las cosas deben desear tener el Espíritu del Señor y su santa operación, orar siempre a él con puro corazón...» (2 R 10,8-9; RCl 10).
www.franciscanos.org 

Oremos Hermanos por la Vida Religiosa

Te pedimos Señor, que les concedas a quienes estás llamando, un corazón generoso para entregarte todo aquello que aman y que está impidiendo tomar la decisión de entrar al seminario o a la vida religiosa.

Te pedimos Señor, que a semejanza de la Virgen María, les concedas el don del Sí, a quienes hoy estás llamando a tu seguimiento. 

Te pedimos Señor, que los jóvenes a quienes estás llamando al sacerdocio o a la vida religiosa sepan discernir correctamente los carismas que les concedes y el seminario o Congregación en el cual tú los quieres. 

Te pedimos Señor, que concedas tu fortaleza a quienes quieres hacer felices en la vocación sacerdotal y religiosa. 

Sitio : Catolicos Firmes en su fe



14° Mensaje de la Santísima Virgen.

Poco a poco la Santísima Virgen va espaciando sus apariciones, pero no sus mensajes. En esta oportunidad escogió el mediodía, las 12:00 en punto, para que con el rezo del Ángelus hiciera llegar este mensaje el día 10 de abril de 1994, que constituye el número 14 de los que ha dirigido a las almas consagradas, aunque no deja de sugerir algún consejo que resulta válido para todo el que lo reciba.

Estos mensajes eran entregados por la receptora a la superiora, quien a su vez los hacía escribir de alguna manera (en máquina o en computadora) y luego se les sacaba copia y eran enviados, después de haber sido leídos en la casa de Carrizal, a las demás casas de la Congregación y a otras casas de Congregaciones que mantenían el interés por ellos. 




"Hijitos, hijitas:

Os traigo paz y alegría en el nombre de mi Hijo Jesús. Llenad vuestras vidas de alegría, humildad y sencillez. Os pido fidelidad a Dios Padre y estad atentos a la gracia.

Mi Hijo Jesús vive intensamente en vosotros. El Espíritu os guía y sostiene. Vivid en Dios plenamente vuestra consagración: sed obedientes y castos, con la mirada fija en mi amado Hijo Jesús.

HIJITOS, HIJITAS: ORAD, ORAD DE CORA­ZÓN. Hay que devolver a la Iglesia su carácter sagrado. La Iglesia debe acoger a las almas con la ternura y la indulgencia de una madre. Bajo ningún pretexto debe pertenecer al mundo. Lo que viene de Dios siguiendo de Dios; lo que viene del mundo sigue siendo del mundo.

Hijitos míos: pido respeto al sacerdote que es el Ministro de Dios. La falta de respeto al sacerdote es una falta de respeto a mi Hijo Jesús. Sí, hijitos, debéis enseñarlo a mis más pequeños: todos los hombres son iguales ante Dios pero el sacerdote sigue siendo el alma elegida; no la juzguéis, sea como sea, pertenece a Dios hacerlo.

Os pido: orad por ellos. Satanás los persigue de formas insospechadas. Sólo con la oración podréis vencerlo.

Hijitos, hijitas: la pasión de mi amado Hijo Jesús se renueva en vosotros; su dolor se derrite en vues­tros corazones. El amor es vuestra fuerza. Levantad los ojos al cielo, hacia vuestro Dios y vuestro Padre, pedid misericordia. La copa de la amargura rebosa y el amor no puede abrirse camino en este barro de pecado que constituye el mundo enloquecido.

Si pensáis en Dios con fe y le amáis de verdad el mal será vencido.

Os tengo en mi corazón.


Oremos Juntos a Maria Madre de las Almas Consagradas

 Oh Santísima Virgen María
te invoco como Madre de las personas consagradas!
Concédenos profundizar cada día más
en el amor a Jesús Eucaristía y vivir de tal manera
que podamos así, llevar muchas almas
al conocimiento de Cristo.
Que nuestra entrega se refleje en la unión
y caridad en vida cristiana
y que todas nuestras acciones sean guiadas por tu mano. 
Que la vida de infancia espiritual, la confianza en Dios,
el amor a Jesús en el Santísimo Sacramento,
la oración y abnegación por los sacerdotes
y el celo por atraer las almas a la Divina Eucaristía,
sean tarea permanente,
compromiso con nuestros hermanos
con un sólo corazón en el amor.
Amén








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