A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. Que el Espíritu Santo los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra.

lunes, 11 de agosto de 2014

Oh Dios, que infundiste en santa Clara un profundo amor a la pobreza evangélica, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo a Cristo pobre, merezcamos llegar a contemplarte en tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo.

Imagen del sitio Corazones.org



La Comunion con Cristo
Cristiano es quien ha sido conquistado por Cristo, cree en él, muerto y resucitado, Señor y Salvador, y pertenece a él porque posee su Espíritu. Con él vive una relación de amistad profunda y de comunión y diálogo continuo, de amigo a amigo y en la obediencia a su palabra. Clara tiene un amor apasionado por Cristo; está completamente arrebatada por su fascinación. Lo ensalza como esposo incomparable: «Su poder es más fuerte, su generosidad mayor, su belleza más seductora, su nombre más dulce, y todo favor suyo más exquisito» ; «su amor hace feliz, su contemplación reconforta y su benignidad colma. Su suavidad penetra totalmente al alma, y el recuerdo brilla dulcemente en la memoria»


† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 17, 22-27

Gloria a ti, Señor. Un día que estaban juntos en Galilea, Jesús dijo a sus discípulos:
"El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y le darán muerte, pero al tercer día resucitará".
Y se entristecieron mucho.
Cuando llegaron a Cafarnaún, se acercaron a Pedro los que cobraban el impuesto del templo y le dijeron:
"¿No paga su maestro el impuesto?"
Pedro contestó:
"Sí".
Al entrar Pedro en la casa, se anticipó Jesús a preguntarle:
"¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra ¿a quiénes cobran los impuestos y contribuciones: a los ciudadanos de su país o a los extranjeros?"
Pedro contestó:
"A los extranjeros".
Jesús le dijo:
"Por tanto, los ciudadanos de su país están exentos. Con todo, para que no se ofendan, ve al lago, echa el anzuelo y saca el primer pez que pique; ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. La tomas y la das por mí y por ti".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.




Oremos a Dios Padre, por Jesucristo, su Hijo, que enriqueció a santa Clara con los dones y carismas del Espíritu Santo.

-Por la Iglesia, siempre en trance de renovación y de reforma: para que sea dócil a los impulsos del Espíritu.

-Por los religiosos y religiosas de vida contemplativa: para que en su vida y en sus obras sean ejemplo atrayente de sabiduría evangélica.

-Por las hijas espirituales de santa Clara: para que permanezcan fieles al carisma de su santa Madre y difundan su perfume donde se encuentren.

-Por toda la Familia Franciscana: para que alienten y no defrauden a quienes buscan a Cristo por el camino de Francisco y de Clara.

-Por los enfermos, los ancianos y los abandonados, los pobres y toda clase de indigentes: para que el ejemplo de Clara les lleve a unir sus sufrimientos a los de Cristo paciente.

Oración: Escucha, Señor, nuestras súplicas, que hoy te presenta santa Clara, abogada e intercesora nuestra. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Santa Clara de Asis

Estas palabras resumen la vida y espíritu de Clara:

"Yo, Clara, sierva de Cristo, pequeña planta
de nuestro Padre Francisco" "Seguir a Cristo tras las huellas de San Francisco en
pobreza, humildad y caridad. Nadie ha realizado jamás
con mayor plenitud el ideal concebido por un hombre
como esta mujer" (Joergensen).

Nació en Asís (Italia) el año 1193 en el seno de una familia noble. Cuando san Francisco se convirtió a Dios y empezó a predicar, Clara lo escuchaba a gusto y se entrevistaba con él en secreto. La noche del Domingo de Ramos de 1211 ó 1212, Clara abandonó la casa paterna y se consagró a Dios en la Porciúncula en manos de Francisco. Acto seguido la acompañaron al monasterio de benedictinas de San Pablo de Bastia, de donde pasó más tarde a la iglesia del Santo Ángel de Panzo y luego a San Damián. Pronto la siguieron otras jóvenes, y con ellas, bajo la guía de Francisco, se formó en San Damián, a las afueras de Asís, la comunidad que se convertiría en la Orden de las Clarisas. Allí vivió Clara encerrada, en pobreza, oración y caridad, más de cuarenta años, gran parte de los cuales estuvo postrada en cama. Fue la madre y formadora, con su ejemplo y su palabra, de una gran familia monástica, parte esencial del carisma franciscano. La víspera de su muerte tuvo la alegría de ver aprobada por el Papa su Regla propia. Murió en San Damián el 11 de agosto de 1253, y la canonizó Alejandro IV el 15 de agosto de 1255.- 


Alabemos con gozo a Cristo, esposo y cordero inmaculado, al que siguen las vírgenes dondequiera que va, y supliquémosle diciendo:
Jesús, rey de las vírgenes, escúchanos.

Oh Cristo, que elogiaste a los que permanecen vírgenes por el reino de los cielos,
-danos que entendamos tus palabras y te sirvamos con mente pura y cuerpo casto.

Tú que ofreciste al Padre el sacrificio de la cruz para salvación nuestra,
-haz que, crucificando nuestro cuerpo con sus vicios y concupiscencias, completemos en nosotros lo que falta a tu pasión.

Señor Jesucristo, a quien la Iglesia virgen guardó fidelidad intacta,
-concede a todos los cristianos la integridad y la pureza de la fe.

Tú que nos concedes hoy alegrarnos en la festividad de santa Clara virgen,
-concédenos también gozar siempre de su valiosa intercesión.

Tú que recibiste en el banquete de tus bodas a las vírgenes santas,
-admite benigno a nuestros hermanos y hermanas franciscanas en el convite festivo de tu reino.

Padre nuestro.



Cántico de la Virgen María
Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.






El Señor os bendiga y os guarde.
Amén.

Haga brillar su rostro sobre vosotros y os conceda su favor.
Amén.

Vuelva su mirada a vosotros y os conceda la paz.
Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.
Amén.


Fuente Franciscanos.org 


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