A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. Que el Espíritu Santo los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Oren para que venga su Reino, para que todos los hombres crean en su presencia eucarística. Oren por las intenciones del mundo, por sus propias intenciones. Y concluyan su adoración con actos de amor y de adoración.

Imagen del sitio  Mensajeros de la Reina de la Paz

“La adoración eucarística tiene como fin la persona divina de nuestro Señor Jesucristo presente en el Santísimo Sacramento. Él está vivo, quiere que le hablemos, Él nos hablará. 
Y este coloquio que se establece entre el alma y el Señor es la verdadera meditación eucarística, es  la adoración. Dichosa el alma que sabe encontrar a Jesús en la Eucaristía y en la Eucaristía todas las cosas...”.



 “Si están con aridez, glorifiquen la gracia de Dios, sin la cual no pueden hacer nada; abran sus almas hacia el cielo como la flor abre su cáliz cuando se alza el sol para recibir el rocío benefactor. Y si ocurre que están en estado de tentación y de tristeza y todo los lleva a dejar la adoración bajo el pretexto de que ofenden a Dios, que lo deshonran más de lo que lo sirven, no escuchen esas tentaciones. En estos casos se trata de adorar con la adoración de combate, de fidelidad a Jesús contra ustedes mismos. No, de ninguna manera le disgustan. Ustedes alegran a Su Maestro que los contempla. Él espera nuestro homenaje de la perseverancia hasta el último minuto del tiempo que debemos consagrarle”.

“Oren en cuatro tiempos: Adoración, acción de gracias, reparación, súplicas”.

“El santo Sacrificio de la Misa es la más sublime de las oraciones. Jesucristo se ofrece a su Padre, lo adora, le da gracias, lo honra y le suplica a favor de su Iglesia, de los hombres, sus hermanos y de los pobres pecadores. Esta augusta oración Jesús la continúa por su estado de víctima en la Eucaristía. Unámonos entonces a la oración de Nuestro Señor; oremos como Él por los cuatro fines del sacrificio de la Misa: esta oración reasume toda la religión y encierra los actos de todas las virtudes...”:

“1. Adoración: Si comienzan por el amor terminarán por el amor. Ofrezcan su persona a Cristo, sus acciones, su vida. Adoren al Padre por medio del Corazón eucarístico de Jesús. Él es Dios y hombre, su Salvador, su hermano, todo junto. Adoren al Padre Celestial por su Hijo, objeto de todas sus complacencias, y su adoración tendrá el valor de la de Jesús: será la suya.

2. Acción de gracias: Es el acto de amor más dulce del alma, el más agradable a Dios; y el perfecto homenaje a su bondad infinita. La Eucaristía es, ella misma, el perfecto reconocimiento. Eucaristía quiere decir acción de gracias: Jesús da gracias al Padre por nosotros. Él es nuestro propio agradecimiento. Den gracias al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo...

3. Reparación: por todos los pecados cometidos contra su presencia eucarística. Cuánta tristeza es para Jesús la de permanecer ignorado, abandonado, menospreciado en los sagrarios. Son pocos los cristianos que creen en su presencia real, muchos son los que lo olvidan, y todo porque Él se hizo demasiado pequeño, demasiado humilde, para ofrecernos el testimonio de su amor. Pidan perdón, hagan descender la misericordia de Dios sobre el mundo por todos los crímenes...


4. Intercesión: súplicas: Oren para que venga su Reino, para que todos los hombres crean en su presencia eucarística. Oren por las intenciones del mundo, por sus propias intenciones. Y concluyan su adoración con actos de amor y de adoración. El Señor en su presencia eucarística oculta su gloria, divina y corporal, para no encandilarnos y enceguecernos. Él vela su majestad para que osen ir a Él y hablarle como lo hace un amigo con su amigo; mitiga también el ardor de su Corazón y su amor por ustedes, porque sino no podrían soportar la fuerza y la ternura. No los deja ver más que su bondad, que filtra y sustrae por medio de las santas especies, como los rayos del sol a través de una ligera nube.

El amor del Corazón se concentra; se lo encierra para hacerlo más fuerte, como el óptico que trabaja su cristal para reunir en un solo punto todo el calor y toda la luz de los rayos solares. Nuestro Señor, entonces, se comprime en el más pequeño espacio de la hostia, y como se enciende un gran incendio aplicando el fuego brillante de una lente sobre el material inflamable, así la Eucaristía hace brotar sus llamas sobre aquellos que participan en ella y los inflama de un fuego divino... Jesús dijo: «He venido a traer fuego sobre la tierra y cómo quisiera que este fuego inflamase el universo». «Y bien, este fuego divino es la Eucaristía», dice san Juan Crisóstomo. Los incendiarios de este fuego eucarístico son todos aquellos que aman a Jesús, porque el amor verdadero quiere el reino y la gloria de su Bienamado”.

  "La Adoración Perpetua ofrece a nuestro pueblo la oportunidad de unirse con aquellos que están en la vida religiosa para orar por la salvación del mundo, por todas las almas y por la paz en la tierra. No podemos subestimar el poder de la oración y lo diferente que hará al mundo" (Madre Teresa de Calcuta).



La Virgen Maria en sus apariciones en Fátima enseñaba a los niños el valor de la adoración y cómo la respuesta al amor de Dios tiene valor de redención. Tal el significado de la oración dada a los pastorcitos: "Dios mío, yo creo en Ti, te adoro, confío en Ti, espero en Ti y te amo. Te suplico que perdones a los que no creen en Ti, no te adoran, no confían en Ti, ni esperan, ni te aman"..



Por medio del ángel de Fátima recordamos que la adoración libera el poder de Dios para la conversión del mundo. El mismo ángel, al presentarle a los tres niños el cáliz y la Sagrada Forma, les hizo repetir : "Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te adoro profundamente, te ofrezco el santísimo cuerpo de Jesucristo, su preciosísima sangre, alma y divinidad presente en todos los tabernáculos del mundo en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencia con que se te ofende. Por los infinitos méritos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María te suplico la conversión de todo el mundo". Postrados en adoración los niños veían la sangre colar de la Hostia en señal del divino sacrificio reparador de las ofensas inferidas a Dios y de la gracia de conversión que descendía para salvación de las almas. El Señor está verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento. Él dijo: "Yo soy el pan de vida bajado del cielo" (Jn 6:35). Jesús es fiel a su promesa, Él nos dice: "Sepan que estoy con ustedes hasta el fin de los tiempos" (Mt 28:30).
El Amor debe ser retribuido con amor: "Donde está tu tesoro allí está tu corazón" (Mt 6:21).
Cuando fijas tus ojos en la Sagrada Hostia y miras con los ojos de tu corazón estás viendo al Hijo de Dios que dijo: "La voluntad de mi Padre que me ha enviado es que todo aquel que ve al Hijo y cree en Él tenga vida eterna, y Yo lo resucitaré en el último día" (Jn 6:40).

P. Justo Antonio Lofeudo


Adoracion en la Parroquia Santo Tomas Moro

Para seguir meditando les dejo varios links:






La siguiente bendición el Santo Padre Juan Pablo II la hizo extensiva a todo el año jubilar : "En ocasión del Gran Jubileo del Año 2000 a todos los fieles que durante la adoración de nuestro Misericordiosísimo Salvador en el Santísimo Sacramento del altar recen la coronilla de la Divina Misericordia por los enfermos y aquellos que en el mundo estén muriendo en esa hora, yo imparto, como prenda de una abundancia de gracias divinas, mi sentida bendición apostólica."


les dejo un hermoso video Adoracion Eucaristica con el Papa Francisco
Dios te Bendiga

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