Evangelio según San Mateo 9,35-38.10,1.5a.6-8.
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias.
Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos.
Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha."
Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia.
A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones:
"Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.
Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.
Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente."
Salmo 147(146),1-6.
¡Qué bueno es cantar a nuestro Dios,
qué agradable y merecida es su alabanza!
El Señor reconstruye a Jerusalén
y congrega a los dispersos de Israel.
Sana a los que están afligidos
y les venda las heridas.
Él cuenta el número de las estrellas
y llama a cada una por su nombre.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su inteligencia no tiene medida.
El Señor eleva a los oprimidos
y humilla a los malvados hasta el polvo.
El Señor, Padre todopoderoso, tenderá otra vez su mano para rescatar al resto de su pueblo; supliquémosle, pues, confiados: Venga a nosotros tu reino, Señor.
-Concédenos, Señor, dar aquel fruto que pide la conversión, para que podamos recibir tu reino que se acerca.
-Prepara, Señor, en nuestros corazones, un camino para tu Palabra que ha de venir; así tu gloria se manifestará al mundo por medio de nosotros.
-Abaja los montes y las colinas de nuestro orgullo y levanta los valles de nuestros desánimos y de nuestras cobardías.
-Destruye los muros del odio que divide a las naciones y a las personas y allana los caminos de la concordia entre los hombres y los pueblos.
Oración: Señor y Dios nuestro, ayúdanos para que la presencia de tu Hijo, ya cercano, nos renueve y nos libre de volver a caer en la antigua servidumbre del pecado. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
La palabra latina "adventus" se refiere a la venida de Cristo y pone en primer plano el movimiento de Dios hacia la humanidad, al que cada uno está llamado a responder con la apertura, la espera, la búsqueda y la adhesión. Y al igual que Dios es soberanamente libre al revelarse y entregarse, porque sólo lo mueve el amor, también la persona humana es libre al dar su asentimiento, aunque tenga la obligación de darlo: Dios espera una respuesta de amor. Durante estos días la liturgia nos presenta como modelo perfecto de esa respuesta a la Virgen María, a quien el próximo 8 de diciembre contemplaremos en el misterio de la Inmaculada Concepción.
La Virgen, que permaneció a la escucha, siempre dispuesta a cumplir la voluntad del Señor, es ejemplo para el creyente que vive buscando a Dios....Oremos para que todos los hombres puedan realizar plenamente la vocación religiosa que llevan inscrita en su ser. Que María nos ayude a reconocer en el rostro del Niño de Belén, concebido en su seno virginal, al divino Redentor, que vino al mundo para revelarnos el rostro auténtico de Dios.
Dice la Carta a los Romanos: -¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada? En todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que nada podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús (cf. Rm 8,35-39).
Octavo Dia de la Novena a Maria Madre de las almas consagradas
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Oh madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benigna mente. Amén.Pidamos por las Intenciones de la Novena
Que Maria Madre de las almas consagradas interceda por estas intenciones
Por cuantos en la Iglesia tienen la misión de enseñar y educar: para que sean colmados de la sabiduría y de la luz del Espíritu Santo.
Por los educadores, los maestros, los profesores: para que den a sus alumnos una formación humana y cristiana integral.
Por los escritores y por los que enseñan a través de los medios de comunicación social: para que sirvan a la verdad, la justicia, el bien y la dignidad de los hombres.
Por todos los cristianos: para que seamos testigos de humanidad y fraternidad en nuestras relaciones y convivencia.
Oremos a Dios nuestro Padre, que nos envía al Espíritu Santo:
-Por la santa Iglesia, para que, llena de los dones del Espíritu Santo, sea consagrada en la unidad.
-Por el Papa, por nuestros obispos y por todos los sacerdotes, para que les conceda en abundancia el Espíritu de sabiduría y santidad.
-Por todos los que trabajan por la paz y la concordia entre los pueblos, para que logren reunir a los hombres en el amor.
-Por los que son víctimas de sí mismos o de los hombres, para que el Espíritu del Señor los lleve por las sendas del bien y de la verdad.
-Por la comunidad humana, para que la fuerza del Espíritu nos haga crecer a todos en la fe, esperanza y caridad.
Oración: Escucha, Padre, nuestra oración y envía tu Espíritu a nuestras mentes y a nuestros corazones. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén
«Hermanos, yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor, esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz» (Ef 4,1-3).
Rezamos por las intenciones de Maria Santísima
Santo Rosario
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