A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. Que el Espíritu Santo los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra.

jueves, 22 de octubre de 2020

La auténtica vida cristiana se mide por la hondura en la oración.

                    
Evangelio según san Lucas 12, 49-53
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y cómo me angustio mientras llega! ¿Piensan que he venido a traer paz a la tierra? Pues les digo que no, sino más bien división.
De aquí en adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.


Oh Dios, rico en misericordia,
que has querido que el san Juan Pablo II, papa,
guiara toda tu Iglesia,
te pedimos que, instruidos por sus enseñanzas,
nos concedas abrir confiadamente nuestros corazones
a la gracia salvadora de Cristo, único redentor del hombre.
Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.



Isaías 52, 7-10

«Verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios».

¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice a Sión: «Ya reina tu Dios!» ¡Una voz! Tus vigías alzan la voz, a una dan gritos de júbilo, porque con sus propios ojos ven el retorno de Yahveh a Sión.
Prorrumpid a una en gritos de júbilo, soledades de Jerusalén, porque ha consolado Yahveh a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén.
Ha desnudado Yahveh su santo brazo a los ojos de todas las naciones, y han visto todos los cabos de la tierra la salvación de nuestro Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.


Salmo 96 

Contad las maravillas del Señor a todas las naciones

¡Cantad a Yahveh un canto nuevo, cantad a Yahveh, toda la tierra,
cantad a Yahveh, su nombre bendecid!
Contad las maravillas del Señor a todas las naciones

Anunciad su salvación día tras día, contad su gloria a las naciones
a todos los pueblos sus maravillas.
Contad las maravillas del Señor a todas las naciones


Rendid a Yahveh, familias de los pueblos, rendid a Yahveh gloria y poder,
rendid a Yahveh la gloria de su nombre.
Contad las maravillas del Señor a todas las naciones

Decid entre las gentes: «¡Yahveh es rey!» El orbe está seguro, no vacila;
él gobierna a los pueblos rectamente.
Contad las maravillas del Señor a todas las naciones

Evangelio según san Juan 21, 15-17

Gloria a ti, Señor.

«Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas»

Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos y comiendo con ellos, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?»

Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero».

Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos».

Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me amas?».
Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas».
Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?».
Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero».
Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas».

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.



San Juan Pablo II
Papa de 1978 a 2005.
Karol Józef Wojtyla nació en Wadowice (Polonia) el año 1920. 
Durante la ocupación nazi tuvo que trabajar en una cantera y luego en una fábrica química. Estudió en las universidades de Cracovia, Roma y Lublin. Se ordenó de sacerdote en 1946 y en 1964 fue nombrado Arzobispo de Cracovia. Participó en el Concilio Vaticano II. Elegido papa el 16 de octubre de 1978, tomó el nombre de Juan Pablo II. Ejerció su ministerio petrino con incansable espíritu misionero. Realizó muchos viajes apostólicos.
Celebró innumerables encuentros con el pueblo de Dios y con los responsables de las naciones. 
Su amor a los jóvenes le impulsó a iniciar en 1985 las Jornadas Mundiales de la Juventud.
Su atención hacia la familia se puso de manifiesto con los encuentros mundiales de las familias, inaugurados por él en 1994. 
Promovió el diálogo con los judíos y con los representantes de las demás religiones. 
Para mostrar al pueblo ejemplos de santidad de hoy, declaró 1338 beatos y 482 santos. 
Publicó incontables documentos, reformó el Código de Derecho Canónico. Falleció el 2 de abril de 2005 y fue canonizado el 27-IV-2014.
Su memoria se celebra el 22 de octubre.
Oración: Oh Dios, rico en misericordia, que has querido que el beato Juan Pablo II, papa, guiara toda tu Iglesia, te pedimos que, instruidos por sus enseñanzas, nos concedas abrir confiadamente nuestros corazones a la gracia salvadora de Cristo, único redentor del hombre. Él que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.




Por Jesucristo, el Señor, hemos renacido del agua y del Espíritu Santo. Como hombres nuevos, presentemos confiados nuestras súplicas al Padre.

-Por la Iglesia: para que, impulsada por la fuerza del Espíritu, anuncie a todo el mundo la Palabra de la salvación.

-Por cuantos tienen autoridad y responsabilidades en la vida pública: para que procuren la solidaridad, la paz y la justicia, y busquen el bien común.

-Por los enfermos, los pobres y todos cuantos sufren: para que experimenten la bondad del Padre y la amabilidad de los hermanos.

-Por los cristianos: para que reavivemos cada día los dones recibidos en el bautismo y los hagamos fructificar.

Oración: Escúchanos, Padre todopoderoso, aumenta en nosotros el espíritu filial y haz que aflore en nuestro comportamiento. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


La Visitación y el Magníficat
Evangelio según San Lucas (Lc 1,39-56)

En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» Y dijo María:

«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí; su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»

María permaneció con ella unos tres meses y se volvió a su casa




En el Magníficat María celebra la obra admirable de Dios
Catequesis de Juan Pablo II (6-XI-96)

María, inspirándose en la tradición del Antiguo Testamento, celebra con el cántico del Magníficat las maravillas que Dios realizó en ella. Ese cántico es la respuesta de la Virgen al misterio de la Anunciación: el ángel la había invitado a alegrarse; ahora María expresa el jubilo de su espíritu en Dios, su salvador. Su alegría nace de haber experimentado personalmente la mirada benévola que Dios le dirigió a ella, criatura pobre y sin influjo en la historia.

Con la expresión Magníficat, versión latina de una palabra griega que tenía el mismo significado, se celebra la grandeza de Dios, que con el anuncio del ángel revela su omnipotencia, superando las expectativas y las esperanzas del pueblo de la alianza e incluso los más nobles deseos del alma humana.

Frente al Señor, potente y misericordioso, María manifiesta el sentimiento de su pequeñez: «Proclama mi alma la grandeza del Señor; se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava» (Lc 1,46-48). Probablemente, el término griego tapeinosis está tomado del cántico de Ana, la madre de Samuel. Con él se señalan la «humillación» y la «miseria» de una mujer estéril (cf. 1 S 1,11), que encomienda su pena al Señor. Con una expresión semejante, María presenta su situación de pobreza y la conciencia de su pequeñez ante Dios que, con decisión gratuita, puso su mirada en ella, joven humilde de Nazaret, llamándola a convertirse en la madre del Mesías.

Las palabras «desde ahora me felicitarán todas las generaciones» (Lc 1,48), toman como punto de partida la felicitación de Isabel, que fue la primera en proclamar a María «dichosa» (Lc 1,45). El cántico, con cierta audacia, predice que esa proclamación se irá extendiendo y ampliando con un dinamismo incontenible. Al mismo tiempo, testimonia la veneración especial que la comunidad cristiana ha sentido hacia la Madre de Jesús desde el siglo I. El Magníficat constituye la primicia de las diversas expresiones de culto, transmitidas de generación en generación, con las que la Iglesia manifiesta su amor a la Virgen de Nazaret.

 «El Poderoso ha hecho obras grandes por mí; su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación» (Lc 1,49-50).

¿Qué son esas «obras grandes» realizadas en María por el Poderoso? La expresión aparece en el Antiguo Testamento para indicar la liberación del pueblo de Israel de Egipto o de Babilonia. En el Magníficat se refiere al acontecimiento misterioso de la concepción virginal de Jesús, acaecido en Nazaret después del anuncio del ángel.

En el Magníficat, cántico verdaderamente teológico porque revela la experiencia del rostro de Dios hecha por María, Dios no sólo es el Poderoso, pare el que nada es imposible, como había declarado Gabriel (cf. Lc 1,37), sino también el Misericordioso, capaz de ternura y fidelidad para con todo ser humano.

«Él hace proezas con su brazo; dispersa a los soberbios de corazón; derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos» (Lc 1,51-53).

Con su lectura sapiencial de la historia, María nos lleva a descubrir los criterios de la misteriosa acción de Dios. El Señor, trastrocando los juicios del mundo, viene en auxilio de los pobres y los pequeños, en perjuicio de los ricos y los poderosos, y, de modo sorprendente, colma de bienes a los humildes, que le encomiendan su existencia (cf. Redemptoris Mater, 37).

Estas palabras del cántico, a la vez que nos muestran en María un modelo concreto y sublime, nos ayudan a comprender que lo que atrae la benevolencia de Dios es sobre todo la humildad del corazón.

Por ultimo, el cántico exalta el cumplimiento de las promesas y la fidelidad de Dios hacia el pueblo elegido: «Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y su descendencia por siempre» (Lc 1,54-55).

María, colmada de dones divinos, no se detiene a contemplar solamente su caso personal, sino que comprende que esos dones son una manifestación de la misericordia de Dios hacia todo su pueblo. En ella Dios cumple sus promesas con una fidelidad y generosidad sobreabundantes.

El Magníficat, inspirado en el Antiguo Testamento y en la espiritualidad de la hija de Sión, supera los textos proféticos que están en su origen, revelando en la «llena de gracia» el inicio de una intervención divina que va mas allá de las esperanzas mesiánicas de Israel: el misterio santo de la Encarnación del Verbo.


evangelio IESVS.org.

San Juan Pablo II bIOGRAFIA


Papa Juan Pablo II y Fatima

Vida Consagrada
Redemptionis Donum.

La profesi'on religiosa coloca en el coraz'on de cada uno y cada una de vosotros, el amor del Padre; aquel amor que hay en el corazón de Jesucristo, Redentor del mundo. Éste es un amor que abarca al mundo y todo lo que viene del Padre y que al mismo tiempo tiende a vencer en el mundo todo lo que no "viene del Padre".

La entrega total y la fidelidad permanente al Amor constituyen la base de vuestro testimonio ante el mundo. La necesidad de este testimonio público constituye una llamada constante a la conversión interior, a la rectitud y santidad de vida de cada religiosa.

El consagrado es el que afirma y vive en sí mismo el señorío absoluto de Dios, que quiere ser todo en todos. Esta entrega nuestra, traspaso de propiedad, nos marcó con una señal particular, que pasó a ser nuestra identidad.

Remar mar adentro
Jornada mundial de oración por las vocaciones
9 de enero de 2005


La llamada de Cristo resulta especialmente actual en nuestro tiempo, en el que una difusa manera de pensar propicia la falta de esfuerzo personal ante las dificultades. La primera condición para "remar mar adentro" requiere cultivar un profundo espíritu de oración, alimentado por la escucha diaria de la Palabra de Dios. La auténtica vida cristiana se mide por la hondura en la oración.

La orante unión con Cristo nos ayuda a descubrir su presencia incluso en momentos de aparente desilusión, cuando la fatiga parece inútil. En momentos así es cuando hay que abrir el corazón a la onda de la gracia y dejar que la palabra del Redentor actúe con toda su fuerza.

Quien abra el corazón a Cristo no sólo comprende el misterio de la propia existencia, sino también el de la propia vocación, y recoge esplendidos frutos de gracia. Ante todo, crece en santidad por un camino espiritual que, comenzando con el don el Bautismo, prosigue hasta alcanzar la perfecta caridad. Al vivir el Evangelio, el cristiano se hace cada vez más capaz de amar como Cristo.

Oremos

Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido un amparo celestial a cuantos la invocan, concédenos, por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


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