Evangelio según san Juan 16, 5-11
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Ahora regreso al que me envió y ninguno de ustedes me pregunta: "¿A dónde vas?" Eso sí, al anunciarles estas cosas, la tristeza se ha apoderado de ustedes. Y sin embargo, les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Espíritu consolador no vendrá a ustedes; pero, si me voy, lo enviaré.
Cuando él venga, pondrá de manifiesto el error del mundo en relación con el pecado, con la justicia y con la condena. Con el pecado, porque no creen en mí; con la justicia, porque me voy al Padre y ya no me verán; con la condena, porque el que tiraniza a este mundo ha sido condenado".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Salmo 137
Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón, te cantaré en presencia de dioses extranjeros, postrado hacia tu santo templo.
Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.
Doy gracias a tu nombre por tu amor y tu fidelidad, pues tu promesa ha superado a tu fama. Cuando te invoqué, me escuchaste y fortaleciste mi ánimo.
Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.
Me pones a salvo con tu fuerza protectora. El Señor completará lo que hace por mí: Señor, tu amor es eterno, no abandones la obra de tus manos.
Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste
Dijo Jesús a sus discípulos: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros» (Lc 6-36-38).
Oremos al Señor, nuestro Dios. Él es la roca de nuestro refugio y el fundamento de nuestra vida.
-Para que la Iglesia se edifique siempre sobre la roca, que es la palabra de Cristo.
-Para que la paz y la prosperidad de las naciones se fundamenten sobre la base de la justicia y la libertad.
-Para que los hombres de todas las religiones que se esfuerzan por agradar a Dios con sus buenas obras, lleguen a la fe en Jesucristo.
-Para que los cristianos sepamos escuchar las palabras de Jesús y las pongamos en práctica.
Oración: Inclina, Dios Padre, tu oído a nuestras súplicas y concédenos que tu Espíritu nos enseñe a escuchar y a vivir el mensaje del Evangelio. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén
-Para que la Iglesia se edifique siempre sobre la roca, que es la palabra de Cristo.
-Para que la paz y la prosperidad de las naciones se fundamenten sobre la base de la justicia y la libertad.
-Para que los hombres de todas las religiones que se esfuerzan por agradar a Dios con sus buenas obras, lleguen a la fe en Jesucristo.
-Para que los cristianos sepamos escuchar las palabras de Jesús y las pongamos en práctica.
Oración: Inclina, Dios Padre, tu oído a nuestras súplicas y concédenos que tu Espíritu nos enseñe a escuchar y a vivir el mensaje del Evangelio. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén
Nació en Auw (Argovia, Suiza) el año 1848, de una humilde familia campesina. En 1867 ingresó en el monasterio franciscano de María Auxiliadora, en Altstätten (Suiza), en el que, por su virtud y sus cualidades humanas, fue maestra de novicias y superiora de la casa. El obispo de Portoviejo (Ecuador) las invitó a misionar en su diócesis, y en 1888 María Bernarda y seis compañeras embarcaron rumbo a América. Allí, con mucha penuria y grandes dificultades, educaban a niños y jóvenes, animaban la liturgia, visitaban y asistían a enfermos, pobres y marginados. En 1895, ante la persecución religiosa desatada en Ecuador, marcharon a Colombia y se establecieron en Cartagena de Indias. Allí falleció María Bernarda el 19 de mayo de 1924. Lo que al principio era una fundación filial, se convirtió en la nueva congregación de las Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora, que creció y se difundió. La canonizó Benedicto XVI el año 2008.
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