A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. Que el Espíritu Santo los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra.

sábado, 2 de septiembre de 2017

Él repite a sus amigos: «Vengan a mí todos los que estén cansados y agobiados, y yo les aliviaré. Carguen con mi yugo, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,28-29). Santa Rosa respondió a esta invitación con conciencia plena y disponible; se dejó abrazar por Dios, segura de estar en las manos de un Padre, sostenida por una intensa piedad eucarística y mariana. ..Cardenal Tarcisio Bertone



 
Evangelio según san Mateo 25, 14-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
"El Reino de los cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes.
A uno le dio cinco monedas; a otro, dos; y a un tercero, una, según la capacidad de cada uno y luego se fue.
El que recibió cinco monedas fue enseguida a negociar con ellas y ganó otras cinco.
El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otras dos. En cambio, el que recibió una moneda hizo un hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor.
Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores.
Se acercó el que había recibido cinco monedas y le presentó otros cinco, diciendo:
"Señor, cinco monedas me dejaste; aquí tienes otras cinco, que con ellas he ganado".
Su señor le dijo:
"Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu Señor".
Se acercó luego el que había recibido dos monedas y le dijo:
"Señor, dos monedas me dejaste; aquí tienes otras dos, que con ellas he ganado".
Su señor le dijo:
"Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu Señor".
Finalmente, se acercó el que había recibido una moneda y le dijo:
"Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que quieres cosechar lo que no has plantado y recoger lo que no has sembrado.
Por esto tuve miedo y fui a esconder tu moneda bajo tierra.
Aquí tienes lo tuyo".
El señor le respondió:
"Siervo malo y perezoso.Sabías que cosecho lo que no he plantado y recojo lo que no he sembrado. ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco para que, a mi regreso,lo recibiera yo con intereses? Quítenle la moneda y dénsela al que tiene diez. Pues al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que tiene poco, se le quitará aun eso poco que tiene. Y a este hombre inútil, échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación"".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.




salmo 97

Cantemos al Señor con alegría.

Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su santo brazo le han dado la victoria.
Cantemos al Señor con alegría.

Alégrense el mar y el mundo submarino, el orbe y todos los que en él habitan. Que los ríos estallen en aplausos y las montañas salten de alegría.
Cantemos al Señor con alegría.

Regocíjese todo ante el Señor, porque ya viene a gobernar el orbe. Justicia y rectitud serán las normas con las que rija a todas las naciones.
Cantemos al Señor con alegría








Presentemos a Dios nuestras súplicas en el nombre de Jesús, que intercede siempre en nuestro favor.

-Por la Iglesia, en la diversidad de comunidades e instituciones, para que manifieste a los ojos del mundo las riquezas del misterio de Cristo.

-Por las religiosas de vida contemplativa, para que, con su oración constante en la austeridad y el silencio, fecunden la actividad de la Iglesia.

-Por los religiosos y religiosas consagrados a los diversos ministerios eclesiales, para que sean testigos de la belleza y fecundidad del Evangelio.

-Por cuantos entregan su vida y sus bienes al servicio de los más necesitados, para que no desfallezcan y hagan patente la bondad del Padre.

-Por cuantos quieren seguir la llamada de Cristo, para que el Espíritu Santo los ilumine e impulse con la diversidad de sus dones.

Oración: Señor, Padre santo, concédenos desprendernos de cuanto nos impida seguir a tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén





San Pablo escribió a los Filipenses: -Seguid mi ejemplo, hermanos, y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en nosotros. Porque hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas. Sólo aspiran a cosas terrenas. Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso (Flp 3,17-21).



“Pidamos a Santa Rosa su intercesión y ayuda para los tiempos que nos ha tocado vivir, para que América toda, siguiendo la huella de su patrona, siga encaminando por los senderos de la oración, penitencia y misericordia; que vivamos en la paz y amor, construyendo cada día el mundo que quiere Dios para todos nosotros; de justicia, de caridad, de convivencia, de orden, de respeto y libres de toda esclavitud”, dijo el Cardenal Vela Chiriboga este 30 de agosto en la Misa de clausura del Jubileo Arquidiocesano de Lima en honor a Santa Rosa realizada en el atrio de la Catedra de Lima.



aciprensa

SANTA ROSA DE LIMA.
 
Murió el 24 de agosto y su memoria se celebra el 23 del mismo mes. Nació en Lima (Perú), en el seno de una familia numerosa de origen español, el año 1586. Viviendo de niña en su casa, se dedicó ya a una vida de piedad y austeridad. Desde jovencita sintió deseos de abrazar la vida claustral en las clarisas, pero su madre se opuso y optó por permanecer virgen en el mundo. Por eso rehusó el matrimonio que sus padres le proponían y en 1606 tomó el hábito de la Orden Tercera de Santo Domingo. Su modelo fue santa Catalina de Siena. Construyó una especie de eremitorio en un rincón del jardín de su casa; se dedicó a la práctica de severas penitencias y gozó de alta contemplación y de experiencias místicas. También acomodó su casa para atender a los niños y a los ancianos abandonados, en especial los de origen indio. Ardió en celo por la salvación de los pecadores y de los indígenas, por los que se sometía a grandes sacrificios. Los últimos años de su vida los pasó con unos cónyuges muy religiosos que la querían de verdad. Murió en Lima el 24 de agosto de 1617.-  
Oración: Señor, Dios nuestro, tú has querido que santa Rosa de Lima, encendida en tu amor, se apartara del mundo y se consagrara a ti en la penitencia; concédenos, por su intercesión, que, siguiendo en la tierra el camino de la verdadera vida, lleguemos a gozar en el cielo de la abundancia de los gozos eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


De los escritos de santa Rosa de Lima

El divino Salvador, con inmensa majestad, dijo:

«Que todos sepan que la tribulación va seguida de la gracia; que todos se convenzan que sin el peso de la aflicción no se puede llegar a la cima de la gracia; que todos comprendan que la medida de los carismas aumenta en proporción con el incremento de las fatigas. Guárdense los hombres de pecar y de equivocarse: ésta es la única escala del paraíso, y sin la cruz no se encuentra el camino de subir al cielo».

Apenas escuché estas palabras, experimenté un fuerte impulso de ir en medio de las plazas, a gritar muy fuerte a toda persona de cualquier edad, sexo o condición:

«Escuchad, pueblos, escuchad todos. Por mandato del Señor, con las mismas palabras de su boca, os exhorto: No podemos alcanzar la gracia, si no soportamos la aflicción; es necesario unir trabajos y fatigas para alcanzar la íntima participación en la naturaleza divina, la gloria de los hijos de Dios y la perfecta felicidad del espíritu».

El mismo ímpetu me transportaba a predicar la hermosura de la gracia divina; me sentía oprimir por la ansiedad y tenía que llorar y sollozar. Pensaba que mi alma ya no podría contenerse en la cárcel del cuerpo, y más bien, rotas sus ataduras, libre y sola y con mayor agilidad, recorrer el mundo, diciendo:

«¡Ojalá todos los mortales conocieran el gran valor de la divina gracia, su belleza, su nobleza, su infinito precio, lo inmenso de los tesoros que alberga, cuántas riquezas, gozos y deleites! Sin duda alguna, se entregarían, con suma diligencia, a la búsqueda de las penas y aflicciones. Por doquiera en el mundo, antepondrían a la fortuna las molestias, las enfermedades y los padecimientos, incomparable tesoro de la gracia. Tal es la retribución y el fruto final de la paciencia. Nadie se quejaría de sus cruces y sufrimientos, si conociera cuál es la balanza con que los hombres han de ser medidos».


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