A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. Que el Espíritu Santo los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra.

lunes, 5 de enero de 2015

La presencia del Espíritu de Dios la pueden conocer en esto: Todo aquel que reconoce a Jesucristo, Palabra de Dios, hecha hombre, es de Dios.



 













Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3, 22–4, 6)

Queridos hijos: Puesto que cumplimos los mandamientos de Dios y hacemos lo que le agrada, ciertamente obtendremos de él todo lo que le pidamos. Ahora bien, éste es su mandamiento: que creamos en la persona de Jesucristo, su Hijo, y nos amemos los unos a los otros, conforme al precepto que nos dio. Quien cumple sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él. En esto conocemos, por el Espíritu que él nos ha dado, que él permanece en nosotros. Hermanos míos, no se dejen llevar de cualquier espíritu, sino examinen toda inspiración para ver si viene de Dios, pues han surgido por el mundo muchos falsos profetas. La presencia del Espíritu de Dios la pueden conocer en esto: Todo aquel que reconoce a Jesucristo, Palabra de Dios, hecha hombre, es de Dios. Todo aquel que no reconoce a Jesús, no es de Dios, sino que su espíritu es del anticristo. De éste han oído decir que ha de venir; pues bien, ya está en el mundo.

Ustedes son de Dios, hijitos míos, y han triunfado de los falsos profetas, porque más grande es el que está en ustedes que el que está en el mundo. Ellos son del mundo, enseñan cosas del mundo y el mundo los escucha. Pero nosotros somos de Dios y nos escucha el que es de Dios. En cambio, aquel que no es de Dios no nos escucha. De esta manera distinguimos entre el espíritu de la verdad y el espíritu del error.

Palabra de Dios. 




Alabemos a Dios, todos los hombres.

Alabemos a Dios, todos los hombres, sirvamos al Señor con alegría y con júbilo entremos en su templo.

Alabemos a Dios, todos los hombres.

Reconozcamos que el Señor es Dios, que él fue quien nos hizo y somos suyos, que somos su pueblo y su rebaño.

Alabemos a Dios, todos los hombres.

Entremos por sus puertas dando gracias, crucemos por sus atrios entre himnos, alabando al Señor y bendiciéndolo.

Alabemos a Dios, todos los hombres.

Porque el Señor es bueno, bendigámoslo, porque es eterna su misericordia y su fidelidad nunca se acaba. Alabemos a Dios, todos los hombres.





† Lectura del santo Evangelio según san Juan (1, 43-51)

En aquel tiempo, determinó Jesús ir a Galilea, y encontrándose a Felipe, le dijo: “Sígueme”. Felipe era de Betsaida, la tierra de Andrés y de Pedro.

Felipe se encontró con Natanael y le dijo: “Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la ley y también los profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de José”. Natanael replicó: “¿Acaso puede salir de Nazaret algo bueno?”

Felipe le contestó: “Ven y lo verás”.

Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: “Este es un verdadero israelita en el que no hay doblez”. Natanael le preguntó:

“¿De dónde me conoces?” Jesús le respondió: “Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera”. Respondió Natanael: “Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel”. Jesús le contestó: “Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver”.

Después añadió: “Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”.

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.


A Dios Padre que, en la llamada de los Magos a Belén, ha invitado a todos los pueblos a contemplar la presencia de su Hijo entre nosotros, dirigimos nuestra oración:

-Para que proteja a nuestros hermanos de toda raza y cultura, y haga de la Iglesia el hogar de la comunión en el amor.

-Para que escuche el grito de todos los perseguidos y maltratados, y, con nuestra colaboración, les devuelva su paz y dignidad.

-Para que los hombres de todos los pueblos y culturas lleguen a reconocer a Cristo como Hijo de Dios y hermano nuestro.

-Para que nosotros nos ayudemos unos a otros a descubrir en cada hombre al hijo de María, nuestro Salvador.

Oración: Dios Padre, haz que todos reconozcamos en la manifestación de tu Hijo la salvación que ofreces a todo hombre. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


 

``...afirma el siervo de Dios Juan Pablo II en la encíclica Fides et ratio: «El hombre se encuentra en un camino de búsqueda, humanamente interminable: búsqueda de verdad y búsqueda de una persona de quien fiarse» (n. 33): los Magos encontraron ambas realidades en el Niño de Belén.

Los hombres y las mujeres de toda generación, en su peregrinación, necesitan orientarse: entonces, ¿qué estrella podemos seguir? La estrella que había guiado a los Magos, después de detenerse «encima del lugar donde se encontraba el niño» (Mt 2,9), terminó su función, pero su luz espiritual está siempre presente en la palabra del Evangelio, que también hoy puede guiar a todo hombre a Jesús.

La Iglesia hace resonar con autoridad esa palabra, que no es más que el reflejo de Cristo, verdadero hombre y verdadero Dios, para toda alma bien dispuesta. También la Iglesia, por tanto, desempeña en favor de la humanidad la misión de la estrella. Asimismo, algo semejante se puede decir de todo cristiano, llamado a iluminar, con la palabra y el testimonio de su vida, los pasos de los hermanos.

Por eso, ¡cuán importante es que los cristianos seamos fieles a nuestra vocación! Todo auténtico creyente está siempre en camino en su itinerario personal de fe y, al mismo tiempo, con la pequeña luz que lleva dentro de sí, puede y debe ayudar a quien se encuentra a su lado y tal vez no logra encontrar el camino que conduce a Cristo.´´

 EPIFANÍA DEL SEÑOR //Benedicto XVI, Ángelus del 6-I-08
Fuente Franciscanos.org

Para conocer mas acerca de la fiesta de Epifania


Epifanía significa "manifestación". Jesús se da a conocer. Aunque Jesús se dio a conocer en diferentes momentos a diferentes personas, la Iglesia celebra como epifanías tres eventos:

Su Epifanía ante los Reyes Magos
(Mt 2, 1-12)

Su Epifanía a San Juan Bautista en el Jordán

Su Epifanía a sus discípulos y comienzo de Su vida pública con el milagro en Caná.

La Epifanía que más celebramos en la Navidad es la primera.



La fiesta de la Epifanía tiene su origen en la Iglesia de Oriente. A diferencia de Europa, el 6 de enero tanto en Egipto como en Arabia se celebraba el solsticio, festejando al sol victorioso con evocaciones míticas muy antiguas. Epifanio explica que los paganos celebraban el solsticio invernal y el aumento de la luz a los trece días de haberse dado este cambio; nos dice además que los paganos hacían una fiesta significativa y suntuosa en el templo de Coré. Cosme de Jerusalén cuenta que los paganos celebraban una fiesta mucho antes que los cristianos con ritos nocturnos en los que gritaban: "la virgen ha dado a luz, la luz crece".


Fuente. Aci Prensa



Oremos Juntos

Por la santa Iglesia de Dios: para que ilumine a los hombres con la luz que resplandece en el rostro de Cristo, disipe las tinieblas de los que viven en el error y dé ánimo a los fieles, para que, con valentía, hagan brillar la luz del Evangelio ante todas las naciones, 
Oremos 
Escúchanos, Señor

Por las Iglesias que acaban de nacer en los diversos pueblos: para que su juventud y vigor sean levadura de vida para todas las comunidades cristianas, 

Oremos. 
Escúchanos, Señor

Por los pueblos que aún no han sido iluminados por el Evangelio y por aquellos que, habiendo conocido a Cristo, han abandonado el camino de la verdad: para que confiesen a Cristo como Señor y le adoren como a Dios verdadero

Oremos. 
Escúchanos, Señor
Por nosotros, que hemos sido llamados de las tinieblas a la luz admirable de Cristo: para que nos afiancemos en la fe verdadera y sigamos con fidelidad las enseñanzas del Evangelio.  

Oremos. 
Escúchanos, Señor

Escucha nuestras oraciones, Dios todopoderoso y eterno, y haz que los que hemos conocido y adorado a tu Hijo, Rey y Señor de todos los pueblos, vivamos siempre como hijos de la luz y nos esforcemos para iluminar con la luz de Cristo a todos los pueblos y naciones. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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