Santa Beatriz de Silva.
Nació en Ceuta hacia el año 1426, de padres portugueses. Siendo aún niña se trasladó con su familia a Campo Mayor (Alentejo, Portugal). Junto con sus once hermanos, entre ellos el beato Amadeo de Silva, reformador franciscano, recibió una excelente educación y la devoción a María Inmaculada. En su juventud sirvió como dama de honor a doña Isabel de Portugal, esposa del rey Juan II de Castilla. Huyendo de las insidias de la corte, salió de Tordesillas y se refugió en Toledo, donde por espacio de unos treinta años residió en el monasterio de Santo Domingo el Antiguo. En 1484 pasó con unas compañeras a los Palacios de Galiana, cedidos por Isabel la Católica, y allí iniciaron una vida monástica que desembocaría en la Orden de la Inmaculada Concepción, en la que se armonizaban la devoción al gran privilegio de María y la espiritualidad franciscana. Beatriz falleció el 16 o más probablemente el 17 de agosto de 1491.-
De «La vida espiritual coronada por la triple manifestación de Jesucristo», de sor María Ángeles Sorazu, Concepcionista
Meditacion
La Sabiduría será ensalzada en medio de su pueblo
y admirada en la congregación de los santos, diciendo:
Yo soy la Madre del amor hermoso,
del temor, de la ciencia y de la santa esperanza.
En mí está toda la gracia del camino y de la verdad,
en mí toda esperanza de vida y de virtud.
Venid a mí los que me amáis,
y saciaos de mis frutos;
mi nombre es más dulce que la miel,
y mi herencia mejor que los panales.
El que me come tendrá más hambre,
el que me bebe tendrá más sed.
El que me escucha no fracasará,
el que me pone en práctica no pecará.
Los que me honran obtendrán la vida eterna.
Salmo responsorial Sal 33,
Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que lo temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada.
Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor.
¿Hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad?
Guarda tu lengua del mal,
tus labios de la falsedad;
apártate del mal, obra el bien,
busca la paz y corre tras ella.
El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor.
S L
Proceded guiados por el Espíritu
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas 5,16-25.
Hermanos: Proceded guiados por el Espíritu
y nunca cederéis a deseos rastreros.
Mirad, los objetivos de los bajos instintos
son opuestos al Espíritu
y los del Espíritu a los bajos instintos,
porque los dos están en conflicto.
Resultado: que no podéis hacer lo que quisierais.
En cambio, si os guía el Espíritu,
no estáis bajo el dominio de la Ley.
Las obras de la carne están patentes:
fornicación, impureza, libertinaje, idolatría,
hechicería, enemistades, contiendas, celos,
rencores, rivalidades, partidismo, sectarismo,
envidias, borracheras, orgías y cosas por el estilo.
Y os prevengo, como ya os previne,
que los que así obran no heredarán el Reino de Dios.
En cambio, el fruto del Espíritu es:
amor, alegría, paz,
comprensión, amabilidad, dominio de sí.
Contra esto no va la Ley.
EVANGELIO
El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 3,31-35.
En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús, y desde fuera lo mandaron llamar.
La gente que tenía sentada alrededor le dijo: -Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.
Les contestó: -¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?
Y paseando la mirada por el corro, dijo: -Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.
Palabra de Dios
Oremos
Señor, te proclamamos admirable en tu virgen santa Beatriz,
y humildemente rogamos a tu Divina Majestad
que, así como te complaces en los méritos de esta virgen,
aceptes igualmente complacido el culto que tu pueblo te tributa.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Pidamos a Cristo que nos ayude a servirle en santidad y justicia todos los días de nuestra vida.
Cristo Jesús, que quisiste hacerte preceder de María Inmaculada: ilumínanos con el esplendor de tu vida y doctrina.
Cristo Jesús, que escogiste a tus discípulos para que fueran sal de la tierra y luz del mundo: asístenos con tu gracia para que la sal no se corrompa y la luz no se apaga en nuestra vida.
Cristo Jesús, esposo único de las vírgenes consagradas: concédenos que resplandezca siempre en nuestra vida la luz de tu rostro.
Cristo Jesús, que nos exhortas a velar sin descanso con las lámparas encendidas: haz de nuestra vida una jornada luminosa de amor, oración y laboriosidad vigilante.
Cristo Jesús, por intercesión de tu esposa santa Beatriz: haz que busquemos en todas nuestras ocupaciones el Espíritu del Señor y su santa operación.
Oremos
Oh Dios, que has distinguido a santa Beatriz de Silva por su altísima contemplación y su amor a la Concepción Inmaculada de María, concédenos por su intercesión buscar las cosas de arriba y vivirlas ya en la tierra. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Cántico de la Carta a los Efesios
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra. La bienaventurada Beatriz recibió de Dios copiosos tesoros de gracia, de sabiduría y prudencia.
Lectura breve 1Jn 2,15-17.
No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo -las pasiones del hombre terreno, y la codicia de los ojos, y la arrogancia del dinero-, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, con sus pasiones. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Responsorio breve
Mi porción es el Señor,
Dice mi alma. Mi porción.
Bueno es el Señor para el alma que le busca.
Dice mi alma. Gloria al Padre. Mi porción.
Santa madre Beatriz, tú, que despreciaste por el amor de Cristo el reino del mundo y todas las galas de este siglo, haz que nosotros glorifiquemos a Dios, el Señor, por los dones de su gracia, sin cesar, de palabra y de obra.
Evangelio del dia
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 21-28
Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: "Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio".
Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban:
"Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros".
El les contestó:
"Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel".
Ella se acercó entonces a Jesús, y postrada ante él, le dijo: "¡Señor, ayúdame!"
El le respondió:
"No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos". Pero ella replicó:
"Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos".
Entonces Jesús le respondió:
"Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas".
Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Roguemos por los que ayudan a los pobres o hacen obras de misericordia en favor de sus hermanos, para que Dios premie abundantemente el bien que hacen, y lo que reparten a sus hermanos el Señor lo multiplique y lo convierta para ellos en premio de vida eterna.
Te rogamos Señor.
Roguemos por los que están de viaje, por los que tienen que vivir fuera de su hogar o alejados de sus familiares y amigos, para que Dios los proteja de todo peligro, los ayude en sus dificultades y les conceda retornar, sanos y salvos, a sus hogares.
Te rogamos Señor.
Roguemos finalmente por nosotros mismos, para que el Señor nos haga perseverar en la fe cristiana, nos ayude a conocer más y más el Evangelio de Cristo, fortalezca nuestra voluntad en el bien, nos guarde de todo mal y nos conceda alcanzar la vida eterna.
Te rogamos Señor.
Dios nuestro, que con el ejemplo de tu Hijo, manso y humilde de corazón, nos has manifestado tu designio de salvar a todos los hombres, escucha nuestras oraciones y revístenos de los mismos sentimientos de Cristo, para que, con nuestras obras y palabras, demos siempre testimonio de tu amor fiel.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
La constancia en la oración nace de una vida de fe, de confianza en Jesús que nos oye incluso cuando parece que calla. Y esta fe nos llevará a un abandono pleno en las manos de Dios. “Dile: Señor, nada quiero más que lo que Tú quieras. Aun lo que en estos días vengo pidiéndote, si me aparta un milímetro de la Voluntad tuya, no me lo des”11 Solo quiero lo que Tú quieres y porque Tú lo quieres.
A Jesús le es especialmente grato que pidamos por otros. “La necesidad nos obliga a rogar por nosotros mismos, y la caridad fraterna a pedir por los demás. Es más aceptable a Dios la oración recomendada por la caridad que aquella que está motivada por la necesidad”, enseña San Juan Crisóstomo.
Hemos de orar, en primer lugar, por aquellas personas a quienes nos une un vínculo más fuerte, y por aquellas que el Señor ha puesto a nuestro cuidado. Los padres tienen una especial obligación de pedir por sus hijos; mucho más si estos estuvieran alejados de la fe o el Señor hubiera manifestado una particular predilección por ellos llamándolos a un camino de entrega. Y para que Dios nos oiga con más prontitud, acompañemos con obras nuestra petición: ofreciendo horas de trabajo o de estudio por esa intención, aceptando por Dios el dolor y las contrariedades, ejerciendo la caridad y la misericordia en toda oportunidad. Los cristianos de todos los tiempos se han sentido movidos a presentar sus peticiones a través de santos intercesores, del propio Ángel Custodio, y muy singularmente a través de Nuestra Madre Santa María. Dice San Bernardo que “subió al Cielo nuestra Abogada, para que, como Madre del Juez y Madre de Misericordia, tratara los negocios de nuestra salvación”. No dejemos de acudir cada día a Nuestra Señora; mucho nos va en ello.
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