A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. Que el Espíritu Santo los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Cuidaré de mis ovejas, dice el Señor, y les buscaré un pastor que las apaciente, y yo, el Señor, seré su Dios.


Señor Jesús, humildemente postrados ante Ti queremos presentarte nuestro homenaje de fe y de amor, de gratitud y de adoración, poniendo en tus manos todo lo que somos y tenemos. En unión con tu Madre, venimos aquí para acompañarte y encontrarte como Amigo de nuestras almas y Luz de nuestras vidas. ..Venimos a pedirte, en espíritu de profunda súplica, por el mundo, por todos los hombres, por tus sacerdotes y hombres y mujeres de vida consagrada. De manera muy especial, te imploramos que Tú, oh Señor y dueño de la mies, envíes numerosos y santos obreros para que cosechen lo que Tú mismo has sembrado en las almas. Te necesitamos, Señor.
Fuente: vocaciones.org
 

Manténganse limpios e irreprochables para el día de Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 1, 4-6.8-11
Hermanos: Cuando ruego por ustedes lo hago siempre con alegría, porque han colaborado en el anuncio del Evangelio desde el primer día hasta hoy. Estoy convencido de que Dios, que comenzó en ustedes esta obra tan buena, la llevará a feliz término para el día en que Cristo Jesús se manifieste.
Dios es testigo de que a todos ustedes los quiero entrañablemente en Cristo Jesús.Y le pido que el amor de ustedes crezca más y más en conocimiento y sensibilidad para todo. Así sabrán discernir lo que más convenga, y el día en que Cristo se manifieste los encontrará limpios y sin culpa, colmados del fruto de la salvación que se logra por Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.
Palabra de Dios.

Que te sean agradables, Señor, nuestras humildes ofrendas y oraciones y que tu misericordia supla la extrema pobreza de nuestros méritos.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
 


 Aclamación antes del Evangelio
 Aleluya, aleluya.
El Señor me ha enviado para anunciar a los pobres la buena nueva y proclamar la liberación de los cautivos.
Aleluya.


 La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 1-9

Gloria a ti, Señor. 


En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo:"La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero ni morral ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: "Que la paz reine en esta casa". Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: "Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios"".
Palabra del Señor.


Gloria a ti, Señor Jesús.



Hoy Oramos por las Vocaciones Sacerdotales junto al Santo Padre Benedicto XVI y la Hermana Glenda

Padre, haz que surjan entre los cristianos numerosas y santas vocaciones al sacerdocio, que mantengan viva la fe y conserven la grata memoria de tu Hijo Jesús Mediante la predicación de su palabra y la administración de los sacramentos con los que renuevas continuamente a tus fieles.
Danos santos ministros del altar, que sean solícitos y fervorosos custodios de la Eucaristía, sacramento del don supremo de Cristo para la redención del mundo.
Llama a ministros de tu misericordia que, mediante el sacramento de la reconciliación, derramen el gozo de tu perdón.
Padre, haz que la Iglesia acoja con alegría las numerosas inspiraciones del Espíritu de tu hijo y, dócil a sus enseñanzas, fomente vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada. fortalece a los obispos, sacerdotes, diáconos, a los consagrados y a todos
los bautizados en Cristo para que cumplan fielmente su misión al servicio del evangelio.

Amén.


La vocación a la que hemos sido llamados es el mayor don recibido de Dios, para lo que nos ha creado, lo que nos hace felices, para lo que ha dispuesto desde la eternidad las gracias necesarias. A todos nos llama Dios, y algo importante a sus ojos quiere de nosotros, desde el momento en que creó, directamente, un alma inmortal irrepetible y la infundió en el cuerpo que recibimos también de Él, a través de nuestros padres. En conocer la voluntad de Dios y llevarla a cabo consiste la grandeza del hombre, que se hace entonces colaborador de Dios en la obra de la Creación y de la Redención. Encontrar la propia vocación es encontrar el tesoro, la perla preciosa..Juan Pablo II
  Gastar todas nuestras energías en ella es encontrar el sentido de la vida, la plenitud del ser. A unos pocos llama Dios a la vida religiosa o al sacerdocio; “a la gran mayoría, los quiere en medio del mundo, en las ocupaciones terrenas. Por lo tanto, deben estos cristianos llevar a Cristo a todos los ámbitos donde se desarrollan las tareas humanas: a la fábrica, al laboratorio, al trabajo de la tierra, al taller del artesano, a las calles de las grandes ciudades y a los senderos de montaña”, y allí deben “actuar de modo que, a través de las acciones del discípulo, pueda descubrirse el rostro del Maestro”. San Jose Maria Escriba
 
Contemplando la vocación de Santa María comprendemos mejor que los llamamientos que hace el Señor son siempre una iniciativa divina, una gracia que parte del Señor: No me habéis elegido vosotros a Mí, sino que Yo os elegí a vosotros...
Dios busca para sus obras, de ordinario, a personas corrientes, sencillas, a las que comunica las gracias necesarias. Enseña Santo Tomás de Aquino, aplicándolo a la Virgen, pero válido para todos, que “a quienes Dios elige para una misión los dispone y prepara de suerte que sean idóneos para desempeñar la misión para la que fueron elegidos”. Por eso, si alguna vez se hace cuesta arriba nuestro cometido, siempre podremos decir: porque tengo vocación para esta misión, tengo las gracias necesarias y saldré adelante. Dios me ayudará si yo pongo lo que esté de mi parte.
El Señor puede preparar una vocación desde lejos, quizá desde la misma niñez, pero también se puede presentar de un modo súbito e inesperado, como le ocurrió a San Pablo en el camino de Damasco.

La Virgen nos enseña que para acertar en el cumplimiento de la voluntad divina , es necesaria una disponibilidad completa. Solo podemos cooperar con Dios cuando nos entregamos completamente a Él, dejándole actuar sobre nuestra vida con entera libertad. “Dios no puede comunicar su voluntad si, primeramente, no hay en el alma de la criatura esta presentación íntima, esta consagración profunda. Dios respeta siempre la libertad humana, no actúa directamente ni se impone sino en la medida en que nosotros le dejamos actuar”D. Philippe, Misterio de María
También nos indica la vida de la Virgen que para oír al Señor en cada circunstancia debemos cuidar con esmero el trato con Él: ponderar, como Ella, las cosas en nuestro corazón, darles peso y contenido bajo la mirada de Jesús: aprender a relacionar, subir el punto de mira de nuestros ideales. Junto a la oración.Recurre a María, y Ella te acompañará por el camino de la humildad, de modo que, ante los imposibles para la mente humana, sepas responder con un “fiat!” –¡hágase!, que una la tierra al Cielo” Audacia que será necesaria en el momento en que el alma responde a Dios y sigue la vocación, y luego muchas veces a lo largo de la vida, porque Dios nos llama cada día, cada hora. Y en alguna ocasión nos encontraremos con “imposibles”, que dejarán de serlo si somos humildes y contamos con la gracia, como hizo Nuestra Madre Santa María.San Josemaría Escrivá, Surco.

 


 «Los laicos, consagrados a Cristo y ungidos por el Espíritu Santo, están maravillosamente llamados y preparados para producir siempre los frutos más abundantes del Espíritu. En efecto, todas sus obras, oraciones, tareas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el trabajo diario, el descanso espiritual y corporal, si se realizan en el Espíritu, incluso las molestias de la vida, si se llevan con paciencia, todo ello se convierte en sacrificios espirituales agradables a Dios por Jesucristo, que ellos ofrecen con toda piedad a Dios Padre en la celebración de la Eucaristía uniéndolos a la ofrenda del cuerpo del Señor. De esta manera, también los laicos, como adoradores que en todas partes llevan una conducta sana, consagran el mundo mismo a Dios» (C. I. C.-901).


Oremos por los sacerdotes


V/. Señor, aparta de tus sacerdotes la pereza y ociosidad
R/. Te rogamos, óyenos


Haz que vivan en la tierra mirando el Cielo
Haz que sean la luz de las almas
Haz que sean espejo de santidad
Haz que sean la sal de la tierra
Haz que practiquen el sacrificio y la abnegación
Haz que enamoren los corazones de María
Haz que salven muchas almas
Haz que sean otros Cristo
Haz que sean apóstoles de tu Corazón
Hazlos santos de cuerpo y alma

Oración
¡Oh Jesús, Eterno Sacerdote! guarda puros los corazones de tus sacerdotes, marcados con el sello sublime del Sacerdocio, y no permitas que el espíritu del mundo los contamine. Aumenta el número de tus apóstoles, que tu santo Amor los proteja de todo peligro. Bendice sus trabajos y que el fruto de sus desvelos sea la salvación de muchas almas, que serán su consuelo aquí y su corona eterna. Amén






Oración por el Papa

Padre Nuestro que estás en los cielos,
que todo lo gobiernas a través de Tu Hijo Jesucristo
Ten piedad y misericordia de Tu amadísimo hijo El Papa Benedicto XVI y concédele
por tu infinita misericordia, larga vida y salud en abundancia,
para encaminar al mundo por senderos de paz y justicia,
de amor y prosperidad y de
verdadera santidad.

Dale a tu vicario en la tierra
fuerza, protección y los dones del Espíritu para cumplir con la misión
que le has encomendado.

Gracias Señor por darnos a Benedicto XVI.
Danos la gracia de estar siempre con el, unidos a tu rebaño, la Iglesia Católica.
Por Nuestro Señor Jesucristo
Amén.

Querido Benedicto XVI te amamos, somos tus hijos, obedientes y fieles a tu magisterio. Oramos por tí y agradecemos tu fecundo pontificado. Tu eres Pedro, Vicario de Cristo en la Tierra.  Padre Jordi Rivero Testimonio
 hermana Glenda bello testimonio

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