Todos los Martes rezamos por los sacerdotes y las almas consagradas Desde aqui compartiremos nuestros encuentros.. Oh, Jesús, Pastor eterno de las almas, Dadnos muchos y santos sacerdotes y haz de nuestras familias semilleros de vocaciones.
A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. Que el Espíritu Santo los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra.
miércoles, 6 de diciembre de 2017
Evangelio según San Mateo 15,29-37.
Jesús llegó a orillas del mar de Galilea y, subiendo a la montaña, se sentó.
Una gran multitud acudió a él, llevando paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a sus pies y él los curó.
La multitud se admiraba al ver que los mudos hablaban, los inválidos quedaban curados, los paralíticos caminaban y los ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de Israel.
Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino".
Los discípulos le dijeron: "¿Y dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado bastante cantidad de pan para saciar a tanta gente?".
Jesús les dijo: "¿Cuántos panes tienen?". Ellos respondieron: "Siete y unos pocos pescados".
El ordenó a la multitud que se sentara en el suelo;
después, tomó los panes y los pescados, dio gracias, los partió y los dio a los discípulos. Y ellos los distribuyeron entre la multitud.
Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que sobraron se llenaron siete canastas.
Palabra de Dios
Salmo 23
El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque Tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.
Oremos Juntos
Cristo, Palabra eterna del Padre, ha inaugurado un camino nuevo y vivo, a través de su propia carne, para entrar en el santuario. Pidámosle, pues, con humildad: Ven, Señor, y sálvanos.
-Oh Dios, en quien vivimos, nos movemos y existimos, ven a revelarnos una vez más que somos estirpe tuya.
-Tú que no estás lejos de ninguno de nosotros, muéstrate enseguida a todos los que te buscan.
-Padre de los pobres y consuelo de los afligidos, da la libertad a quienes viven cautivos de sí mismos y la alegría a los tristes.
-Tú que destruyes la muerte y haces brillar la vida, líbranos a nosotros y a nuestros difuntos de la muerte eterna.
-Tú que elegiste a María como madre de tu Hijo y la llenaste del Espíritu Santo, concédenos la gracia de ser dóciles a tu voluntad.
Oración: Señor y Dios nuestro, acoge favorablemente nuestras súplicas y ayúdanos con tu amor en nuestro desvalimiento. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Encomendamos tambien nuestros pedidos a los santos de hoy
SAN NICOLÁS DE BARI.
Es un santo que goza de una extensa e intensa devoción popular. Nació en Petara, Asia Menor, a finales del siglo III. Después de repartir sus bienes a los pobres, ingresó en la vida monástica y llegó a regir un monasterio. Al regreso de un viaje a Tierra Santa, fue elegido obispo de Mira, en Licia (hoy Turquía). El año 325 suscribió en el Concilio de Nicea la fe en la divinidad de Cristo. En la persecución de Galerio fue encarcelado y torturado por su fidelidad a la fe católica. Murió en Mira a la edad de 65 años entre el 345 y el 350. Las leyendas del siglo VI lo presentan como gran taumaturgo. En el mundo anglosajón, su fiesta, en la que se obsequia especialmente a los niños, se celebra con el nombre de «Santa Claus». El año 1087 su cuerpo fue trasladado a la ciudad italiana de Bari.- Oración: Imploramos, Señor, tu misericordia y te suplicamos que, por la intercesión de tu obispo san Nicolás, nos protejas en todos los peligros, para que podamos caminar seguros por la senda de la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
SAN PEDRO PASCUAL.
De la familia mozárabe de los Pascual, nació en Valencia (España) hacia 1225, algunos años antes de que la ciudad, en 1238, fuera tomada por Jaime I el Conquistador. Estudió en París, donde tuvo de compañeros a santo Tomás de Aquino y san Buenaventura, y allí recibió la ordenación sacerdotal. El año 1250 ingresó en la Orden de la Merced. Estuvo de profesor en Zaragoza y fundó varios conventos de su Orden. En 1296, en Roma, fue consagrado obispo para la sede de Jaén (España). Ya en su diócesis, y cuando giraba visita pastoral, fue apresado por los musulmanes y llevado cautivo a Granada. En su cautividad de cuatro años, fue el sostén de sus compañeros de infortunio, el testigo de la verdad, el maestro con sus numerosos escritos de gran valor lingüístico y doctrinal. Defendió la inmaculada concepción de la Virgen María. Condenado a muerte por sus escritos en defensa del cristianismo frente al Islam, lo decapitaron el 6 de diciembre de 1300 en Granada.- Oración: Oh Dios, que en san Pedro Pascual diste a tus fieles, sometidos a cautividad, el maestro y defensor de su fe; concédenos que, arraigados en tu palabra, vivamos con plenitud la fe, que obra por la caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén
.
"Me dirijo, sobre todo, a vosotros, queridos jóvenes. Dejaos interpelar por el amor de Cristo. Reconoced su voz, que resuena en el templo de vuestro corazón. Acoged su mirada luminosa y penetrante, que abre los caminos de vuestra vida a los horizontes de la misión de la Iglesia, empeñada, hoy más que nunca, en enseñar al hombre su verdadero ser, su fin, su destino, y en revelar a las almas fieles las inefables riquezas de la caridad de Cristo. No tengáis miedo de la radicalidad de sus exigencias, porque Jesús, que os amó primero, está dispuesto a daros todo cuanto os pide. Si os exige mucho, es porque sabe que podéis dar mucho. Jóvenes, echad una mano a la Iglesia para conservar joven el mundo. Responded a la cultura de la muerte con la cultura de la vida.
A vosotros, obispos de la Iglesia de Dios, os pido que reforcéis el tejido social de la comunidad cristiana mediante la evangelización de la familia; que ayudéis a los laicos a infundir en el mundo juvenil los valores de la coherencia, de la justicia y de la caridad cristiana.Me dirijo, en fin, a los que ya estáis consagrados al Señor y, especialmente, a vosotros, sacerdotes: habiendo ya oído y reconocido la llamada del buen Pastor, prestad vuestra voz a Aquel que también hoy llama a muchos a seguirle. Dirigíos a vuestros jóvenes, haciéndoles sentir la hermosura del seguimiento del Señor y acompañándoles a lo largo del camino, difícil a veces, de la vida, sobre todo testimoniando con vuestra vida la alegría de estar al servicio de Dios.
Y ahora oremos juntos:
Señor Jesucristo ,
Pastor bueno de nuestras almas,
tú que conoces a tus ovejas
y sabes cómo llegar al corazón del hombre,
abre la mente y el corazón de los jóvenes,
que buscan y esperan
una palabra de verdad para su vida;
hazles sentir que sólo en el misterio de tu encarnación
pueden encontrar plena luz;
da valor a los que saben dónde encontrar la verdad,
pero temen que tu llamada sea demasiado exigente;
sacude el alma de los jóvenes que quisieran seguirte,
pero no saben vencer las dudas y los miedos,
y acaban por escuchar otras voces
y seguir otros callejones sin salida.
Tú, que eres la Palabra del Padre,
Palabra que crea y salva,
Palabra que ilumina y sostiene los corazones,
vence con tu Espíritu las resistencias
y vacilaciones de los espíritus indecisos;
suscita en aquellos a quienes llamas
valor para dar la respuesta de amor: "¡Heme aquí, envíame!" (Is 6, 8).
Virgen María,
joven hija de Israel,
ayuda con tu amor maternal a los jóvenes
a quienes el Padre dirige su Palabra;
sostén a los que ya están consagrados.
Que repitan, como tú,
el sí de una entrega gozosa e irrevocable.
Amén.
Con mi bendición apostólica.
Castelgandolfo, 8 de septiembre de 1992, Natividad de la bienaventurada Virgen María.
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