A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. Que el Espíritu Santo los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra.

miércoles, 1 de marzo de 2017

"...Francisco aprendió en Dios a amar y servir; y los que saben amar y servir, saben también orar, puesto que estar o caminar en la presencia de Dios no es otra cosa que hacerse cargo del inmenso amor del Padre puesto a nuestro servicio en Jesús." fuente franciscanos.org

Misioneras de San Francisco Javier


Evangelio
según san Mateo 6, 1-6.16-18
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial.
Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. En cambio, cuando tú des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.


Señor, fortalécenos con tu auxilio al empezar la Cuaresma para que nos mantengamos en espíritu de conversión; que la austeridad penitencial de estos días nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal.Por nuestro Señor Jesucristo...Amén.

 

Salmo 50

Misericordia, Señor, hemos pecado
Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados.
Misericordia, Señor, hemos pecado
Puesto que reconozco mis culpas, tengo siempre presentes mis pecados. Contra ti solo pequé, Señor, haciendo lo que a tus ojos era malo.
Misericordia, Señor, hemos pecado

Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu.
Misericordia, Señor, hemos pecado

Devuélveme tu salvación que regocija y mantén en mí un alma generosa. Señor, abre mis labios y cantará mi boca tu alabanza.
Misericordia, Señor, hemos pecado





Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo
a los Corintios 5, 20-21; 6, 1-2

  
Hermanos: Somos embajadores de Cristo y, por nuestro medio, es Dios mismo el que los exhorta a ustedes. En nombre de Cristo les pedimos que se reconcilien con Dios. Al que nunca cometió pecado, Dios lo hizo "pecado" por nosotros, para que, unidos a él, recibamos la salvación de Dios y nos volvamos justos y santos.
Como colaboradores que somos de Dios, los exhortamos a no echar su gracia en saco roto.  Porque el Señor dice: "En el tiempo favorable te escuché; en el día de la salvación te socorrí". Pues bien, éste es el tiempo favorable; éste es el día de la salvación.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.








Bendición de la Ceniza

Después de la homilía, el celebrante procede a la bendición de la ceniza, y dice la siguiente oración:

Hermanos: Pidamos humildemente a Dios Padre que bendiga con su gracia esta ceniza, que vamos a imponer sobre nuestras cabezas en señal de penitencia.
Breve oración en silencio.

Después prosigue:
Tú que no quieres la muerte del pecador, sino su arrepentimiento, escucha, Señor, con bondad nuestras súplicas y bendice (†) esta ceniza que vamos a imponer sobre nuestras cabezas en reconocimiento de que somos polvo y al polvo hemos de volver, a fin de que el ejercicio de la penitencia cuaresmal nos obtenga el perdón de los pecados y una vida nueva a imagen de tu Hijo resucitado. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.

Y en silencio asperja con agua bendita las cenizas.

Imposición de la Ceniza






El celebrante puede usar cualquiera de las dos fórmulas propuestas:
1. Acuérdate que eres polvo y al polvo has de volver.
2. Arrepiéntete y cree en el Evangelio.

Mientras se impone la ceniza se canta:
Antífona
 

Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: Perdona, Señor, perdona a tu pueblo, y no cierres la boca de aquéllos que te alaban. Antífona

Cambiemos nuestro vestido por la ceniza y el cilicio; ayunemos y oremos delante del Señor, porque nuestro Dios es compasivo y misericordioso para perdonar nuestros pecados. Antífona

Borra mi culpa, Señor. Puede cantarse también otro cántico apropiado. Acabada la imposición de la ceniza, el celebrante se lava las manos.






Con la Iglesia penitente, que sigue las huellas de Cristo, modelo de una nueva humanidad, dirijamos al Padre nuestra humilde y perseverante oración


Para que la Imosicion  de la ceniza, que inaugura el camino cuaresmal, nos recuerde a todos que formamos parte de la Iglesia santa, pero siempre necesitada de penitencia, roguemos al Señor.
Oh Dios, danos un corazón nuevo.

Para que nuestra comunidad una a la oración y a la penitencia el dinamismo de la caridad fraterna, y todo aquello que se quite al egoísmo se transforme en ayuda concreta a los pobres y marginados, roguemos al Señor.
Oh Dios, danos un corazón nuevo.

Para que todos los seres humanos adviertan la exigencia de renovarse en la mentalidad y en las obras, y sepan reaccionar con firmeza contra la falta de compromiso moral y social, roguemos al Señor.
Oh Dios, danos un corazón nuevo.

Para que los enfermos y los que sufren se sientan, más que nunca, en el centro de la comunidad que ora y lucha contra el mal, y se encamina en la esperanza hacia la victoria pascual, roguemos al Señor.
Oh Dios, danos un corazón nuevo.

Para que los discípulos del Señor, iluminados por la Sagrada Escritura, purificados por el sacramento del perdón y fortalecidos con el pan de la vida, testimonien que el Reino de Dios es alegría y paz en el Espíritu, roguemos al Señor.
Oh Dios, danos un corazón nuevo.


Oh Dios, rico en misericordia, danos la alegría de sentirnos salvados y guíanos con la fuerza de tu Espíritu a la gran fiesta que tú preparas a los hijos pródigos que vuelven a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.Amén.


fuente www.iesvs.org

 


Así escribía san Pablo a los Corintios:


No juzguéis antes de tiempo: dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios de los corazones. Entonces recibirá cada cual del Señor la alabanza que le corresponda (1 Cor 4,5).

Pensamiento franciscano:

Dice san Francisco en su Carta a toda la Orden: -Ruego a mi señor el ministro general, que haga que la Regla sea observada por todos, y que los clérigos recen el oficio con devoción en la presencia de Dios, no atendiendo a la melodía de la voz, sino a la consonancia de la mente, de forma que la voz concuerde con la mente, y la mente concuerde con Dios, para que puedan aplacar a Dios por la pureza del corazón y no recrear los oídos del pueblo con la sensualidad de la voz (CtaO 40-42).


 

ADORAR AL SEÑOR DIOS


La oración de Francisco de Asís
por Julio Micó, OFMCap

El mismo Espíritu que arranca a los hermanos de la familia y de las preocupaciones del mundo para reunirlos en una Fraternidad de célibes, es el que los pone ante su Señor para que se reconozcan como fruto de su amor salvador e intenten acercarse a Él con fidelidad y alabanza agradecida.

Este encuentro con Dios, fundamento y meta de toda realización humana, es el que autentifica y define la Fraternidad como esa humanidad nueva, reunida en torno a Jesús, que conoce por experiencia al Padre y, en consecuencia, vive de forma coherente su relación fraterna con todos los hombres.

Por eso, la Fraternidad es, ante todo, una comunidad orante, que sabe de la presencia de Dios y trata por todos los medios de responderle de forma existencial, acogiendo esa Presencia y haciéndola fructificar en obras y alabanzas. Esta cualidad orante de la Fraternidad no descarga de forma irresponsable a los hermanos de su encuentro personal con el Misterio. La Fraternidad es orante porque, al mismo tiempo, los hermanos viven y se entienden desde la oración, sintiéndose tocados por el Espíritu para poner en común la decisión de buscar el rostro de Dios.

"...Francisco aprendió en Dios a amar y servir; y los que saben amar y servir, saben también orar, puesto que estar o caminar en la presencia de Dios no es otra cosa que hacerse cargo del inmenso amor del Padre puesto a nuestro servicio en Jesús."
fuente franciscanos.org



CATEQUESIS DE CUARESMA 

Segunda parte de la Meditacion con el Espiritu Santo 
Caminamos de la Mano de Maria Madre de las Almas Consagradas
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