Evangelio según San Mateo 13,54-58.
Al llegar a su pueblo, se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal manera que todos estaban maravillados. "¿De dónde le viene, decían, esta sabiduría y ese poder de hacer milagros?
¿No es este el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyos Santiago, José, Simón y Judas?
¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá todo esto?".
Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. Entonces les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia".
Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente.
Palabra del Señor
Adoremos a Cristo, el Dios santo, y pidámosle que nos enseñe a servirle y a darle gloria con santidad y justicia:
-Señor Jesús, probado en todo como nosotros, menos en el pecado, compadécete de nuestras debilidades.
-Señor Jesús, que a todos nos llamas a la perfección del amor, danos el progresar por caminos de santidad y buenas obras.
-Señor Jesús, que quieres que seamos sal de la tierra y luz del mundo, ilumina nuestras vidas con tu propia luz.
-Señor Jesús, que viniste al mundo para servir y no para que te sirvieran, haz que sepamos servirte a ti y a nuestros hermanos con humildad.
-Señor Jesús, que nos dijiste que no impidiéramos a los pequeños acercarse a ti, concédenos que con nuestras obras les facilitemos el encuentro contigo.
Oración: Dios Padre de bondad, acoge las peticiones que te hemos presentado confiados en la intercesión de tu Hijo Jesucristo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.
San Ignacio de Loyola
Nació en Loyola (Guipúzcoa, España) el año 1491. De joven permaneció en la corte y se dedicó a la vida militar. Herido en la defensa de Pamplona, tuvo que guardar reposo, y las lecturas piadosas favorecieron su conversión a Dios. Se retiró a Montserrat y Manresa, dando inicio a los Ejercicios espirituales. Viajó a Tierra Santa y luego estudió en Alcalá, Salamanca y finalmente en París, donde reunió a los primeros compañeros, con los que fundó en Roma la Compañía de Jesús. Antes, en Venecia, se ordenó de sacerdote el año 1537. Escribió las constituciones de la Compañía, a la que dio como lema «A mayor gloria de Dios». Fructífero fue su apostolado, por las obras que escribió y por los discípulos que formó, que contribuyeron poderosamente a la verdadera reforma de la Iglesia. Envió a san Francisco Javier a Oriente como misionero. Para que Roma fuera un centro de ciencia eclesiástica, con un plantel de doctores de los que pudiera disponer el Papa, fundó el Colegio Romano, después llamado Universidad Gregoriana. Murió en Roma el 31 de julio de 1556.
Oración : Señor, Dios nuestro, que has suscitado en tu Iglesia a san Ignacio de Loyola para extender la gloria de tu nombre, concédenos que después de combatir en la tierra, bajo su protección y siguiendo su ejemplo, merezcamos compartir con él la gloria del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Ignacio, Contemplativo en la accion
San Juan Pablo II, Ángelus del día 28-VII-1991
Se acerca la fiesta de san Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús. Echando una mirada al conjunto de la obra que llevó a cabo, podemos preguntarnos: ¿cuál fue el secreto de la extraordinaria influencia ejercida por este campeón de la Reforma católica? La respuesta no deja lugar a dudas: hay que buscar ese secreto en su profunda vida interior. Tenía la firme convicción de que el apóstol, todo apóstol, debe mantenerse íntimamente unido a Dios para «dejarse guiar por su mano divina» ( Constituciones, X).
Se atuvo constantemente a este primado de la vida interior, a pesar de los múltiples compromisos y de las diversas ocupaciones que llenaban sus jornadas. Fue, en verdad, «contemplativo en la acción» y así quiso que fueran los miembros de la orden que fundó. En resumidas cuentas, para él la contemplación fue siempre la condición indispensable de todo apostolado fructuoso. La eficacia de esta unión con Dios, alimentada por la oración, está testimoniada por la fecundidad sobrenatural de la acción evangelizadora de los primeros jesuitas, formados en la escuela de Ignacio y a quienes él mismo envió a las diversas regiones de Europa, a Asia -hasta el extremo Oriente- y a las nuevas tierras de América.
Tanto los religiosos jesuitas como los cristianos más generosos y abiertos a la acción apostólica han de tener presente, con celo atento, este testimonio nobilísimo. La misión de difundir el Evangelio es compleja y exigente. Por eso, es necesario reafirmar que la urgencia de los compromisos apostólicos no debe llevarnos a olvidar la necesidad primaria de la oración y la contemplación. La Iglesia, hoy más que ayer, tiene necesidad de apóstoles que sepan ser, como san Ignacio, contemplativos en la acción.
A la Virgen María, que como verdadera contemplativa conservaba y meditaba en su corazón los misterios de su Hijo Jesús, le pedimos que alimente en nosotros el espíritu de oración, a fin de que nuestro testimonio cristiano sea creíble, convincente y, por tanto, espiritualmente fecundo.
Beata Sidonia Cecilia Schelingova
En religión tomó el nombre de Zdenka. Nació en Kriva (Eslovaquia) el año 1916. Antes de vestir el hábito religioso, hizo estudios de enfermería y se especializó en radiología. En 1936 ingresó en las Hermanas de la Caridad de la Santa Cruz. En 1942, el Gobierno la invitó a trabajar en el hospital público de Bratislava como ayudante de radiología. Fue una religiosa de profunda vida interior y de gran caridad para con todos, y una profesional ejemplar. En 1952 ayudó a huir a un sacerdote que estaba hospitalizado para curar de las heridas que le habían causado los comunistas en las torturas. La detuvieron, la maltrataron y la condenaron a doce años de cárcel y a diez de privación de los derechos civiles. A consecuencia de las torturas que sufrió, se le formó un tumor en el pecho y, además, contrajo la tuberculosis. La amnistiaron para que no muriera en la cárcel, y murió en Trnava (Eslovaquia) el 31 de julio de 1955. Declarada verdadera mártir, Juan Pablo II la beatificó en el 2003.
Oremos
Tomad, Señor, y recibid
Toda mi libertad,
Mi memoria,
Mi entendimiento
Y toda mi voluntad;
Todo mi haber y mi poseer.
Vos me disteis,
A Vos, Señor, lo torno.
Todo es Vuestro:
Disponed de ello
Según Vuestra Voluntad.
Dadme Vuestro Amor y Gracia,
Que éstas me bastan.
Amén.
Ejercicios Espirituales Radio Maria
Novena a San Juan María Vianney
DÍA PRIMERO
Fe ardiente. San Juan María Bautista Vianney tu naciste de una madre profundamente religiosa; de ella recibiste la santa Fe, aprendiendo a amar a Dios y a rezar. Ya a temprana edad se te pudo ver arrodillado delante de una estatua de María. Tu alma fue arrebatada de forma sobrenatural hacia las cosas más elevadas. A pesar del alto coste respondiste a tu vocación.
Contra muchos obstáculos y contradicciones tuviste que luchar y sufrir para llegar a ser el perfecto cura que fuiste. Pero tu espíritu de profunda fe te sostuvo en todas estas batallas. Oh gran santo, tu conoces el deseo de mi alma. Quisiera servir a Dios mejor. De El he recibido muchas buenas cosas. Por esto, obtén para mi más valor y especialmente una profunda fe.
Muchos de mis pensamientos, palabras y acciones son inútiles para mi santificación y mi salvación porque ese espíritu sobrenatural no impulsa mi vida. Ayúdame a ser mejor en el futuro.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mi durante esta novena y especialmente por… (mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA SEGUNDO
Completa confianza en Dios. San Juan María Bautista Vianney, ¡cuanta confianza tenía la gente en tus oraciones! No podías abandonar tu vieja rectoría o tu humilde iglesia sin verte rodeado por almas implorantes, que recurrían a ti al igual que hicieron al mismo Jesús durante su vida terrenal. Y tu, oh buen santo, les dabas esperanza con tus palabras que estaban llenas de amor para Dios.
Tu, que siempre confiabas enteramente en el corazón de Dios, obtén para mi una confianza filial y profunda en su Providencia. Así como la esperanza de bienes divinos llena mi corazón, dame valor y ayúdame a obedecer siempre los mandamientos de Dios.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mi durante esta novena y especialmente por… (mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA TERCERO
Amor verdadero al prójimo. San Juan María Bautista Vianney, por causa de tu amor a Dios mostraste una gran caridad hacia tu prójimo. No podías predicar el amor de Dios sin derramar lágrimas de amor. Durante tus últimos años parecía como si no pudieras hablar acerca de otra cosa o vivir para cualquier otra cosa. Así te sacrificaste a ti mismo por tu prójimo mediante el consuelo, la absolución y santificándoles hasta el límite de tus fuerzas.
Tu caridad me inspira a un mayor amor a Dios, un amor que se muestra más por los hechos que por las palabras. Ayúdame a amar a mi prójimo con igual generosidad a como Cristo los ama.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mi durante esta novena y especialmente por… (mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA CUARTO
Horror al pecado. San Juan María Bautista Vianney, tu fuiste tan inflexible contra el pecado, y sin embargo, tan amable y dispuesto a acoger al pecador. Acudo a ti hoy como si aún estuvieras vivo, como si estuviera arrodillado ante tus pies y pudieras oírme. Inclínate hacia mí, escucha al confidente arrepentido por las debilidades y acciones miserables.
Cura del Señor, infatigable confesor, obtén para mi el horror al pecado. Tu quisiste sobre todo que evitáramos la ocasión de pecar. Quiero tomar tu consejo y hacer la resolución de romper con los malos hábitos y evitar las ocasiones peligrosas de pecar. Ayúdame hoy a examinar mi conciencia.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mi durante esta novena y especialmente por… (mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA QUINTO
Confesor de almas. Oh Santo Cura de Ars, tu sabías cuan importante era una buena confesión para la vida cristiana. Para procurar felices frutos a millones de almas era por lo que tu aceptabas estar en un incómodo confesionario, que era como una prisión, hasta 15 y 16 horas en ciertos días.
Voy a intentar a desarrollar el hábito de la confesión frecuente, a prepararme adecuadamente cada vez y a tener siempre arrepentimiento de mis pecados, para que así la gracia de la final perseverancia y también la santificación de mi alma sean aseguradas. Pide por mi este gracia.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mi durante esta novena y especialmente por… (mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA SEXTO
Presencia real. Oh Santo Cura de Ars, cuyo único consuelo en este mundo era la presencia real de Jesús en el tabernáculo, ¿acaso no era tu gran felicidad distribuir la comunión a los peregrinos que te visitaban?. Tu negabas la comunión a las almas que se negaban a reformarse, pero a las almas de buena voluntad les abrías de par en par las puertas de la fiesta de la eucaristía.
Tu, que cada día en la Santa Misa recibías la Santa Comunión con gran amor, dame algo de tu fervor. Libre de pecado mortal, obtén para mi un sincero deseo de beneficiarme al recibir la Santa Comunión.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mi durante esta novena y especialmente por… (mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA SÉPTIMO
Ahuyentador del demonio. Oh Santo Cura de Ars, los infames ataques del demonio que tuviste que sufrir y las pruebas que te desalentaban hasta la fatiga no te hicieron abandonar la sublime tarea de convertir las almas. Durante muchos años el demonio vino a interrumpir tu corto descanso pero tu ganaste gracias a la mortificación y las oraciones.
Poderoso protector, tu conoces bien el deseo del tentador por dañar mi alma bautizada y creyente. El quisiera verme pecar rechazando los Santos Sacramentos y la vida de virtud. Buen santo de Ars ahuyenta de mi toda traza del enemigo.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mi durante esta novena y especialmente por… (mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA OCTAVO
Pureza exquisita. Oh Santo Cura de Ars, de ti un testigo de tu vida dijo esta frase: "Le hubiéramos tomado por un ángel en un cuerpo mortal".
Tu edificaste a tantos otros: la modestia y la exquisita pureza radiaban de tu cuerpo. Con ese encanto y con ese entusiasmo predicaste a otros acerca de esas bellas virtudes que tu decías se asemejaban al perfume de un viñedo en flor.
Por favor yo te imploro que unas tus súplicas a las de María Inmaculada y Santa Filomena para que siempre guarde, tal y como Dios me pide, la pureza de mi corazón. Tu, que has dirigido a tantas almas hacia las alturas de la virtud, defiéndeme en las tentaciones y obtén para mí la fortaleza para conquistarlas.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mi durante esta novena y especialmente por… (mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
DÍA NOVENO
Deseo de cielo. Oh Santo Cura de Ars, tus restos preciosos están guardados en un magnífico relicario, donación de los sacerdotes de Francia. Pero esta gloria terrena es sólo una pálida imagen de la gloria indescriptible que estas disfrutando con Dios. Durante el tiempo que permaneciste en la tierra solías repetir en tus horas de abatimiento: "ya descansaré en la otra vida". Ahora ya esta hecho: ya estás en la paz y felicidad eternas.
Deseo seguirte algún día. Pero hasta entonces te oigo diciéndome: "debes trabajar y luchar mientras estés en el mundo". Enséñame entonces a trabajar por la salvación de mi alma, a difundir la buena nueva, el buen ejemplo y a hacer el bien a los que me rodean y así poder recibir la felicidad de los elegidos contigo.
Santo Cura de Ars, tengo confianza en tu intercesión. Ruega por mi durante esta novena y especialmente por… (mencione aquí en silencio sus especiales intenciones). Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
¡Oh San Juan Vianney, patrón de los curas,
ruega por nosotros y por todos los curas!
Aci Prensa
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