A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. Que el Espíritu Santo los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra.

domingo, 7 de junio de 2015

Te rogamos, pues, Señora nuestra, ínclita Madre de Dios, ensalzada por encima de los ángeles, que llenes con la gracia celestial el vaso de nuestro corazón; que lo hagas resplandecer con el oro de la sabiduría; que lo fortalezcas con el poder de tu virtud; que lo adornes con las piedras preciosas de las virtudes;...

Oracion a La Santisima Virgen Maria Madre de las Almas Consagradas

¡Oh! Santísima Virgen María te invoco como Madre de las personas consagradas!
Concédenos profundizar cada día más
en el amor a Jesús Eucaristía y vivir de tal manera
que podamos así, llevar muchas almas
al conocimiento de Cristo.
Que nuestra entrega se refleje en la unión
y caridad en vida cristiana
y que todas nuestras acciones sean guiadas por tu mano.
Que la vida de infancia espiritual, la confianza en Dios,
el amor a Jesús en el Santísimo Sacramento,
la oración y abnegación por los sacerdotes
y el celo por atraer las almas a la Divina Eucaristía,
sean tarea permanente,
compromiso con nuestros hermanos
con un sólo corazón en el amor.
Amén 


Dice san Francisco en la Regla: -En la santa caridad que es Dios, ruego a todos los hermanos que, del mejor modo que puedan, hagan servir, amar, honrar y adorar al Señor Dios con corazón limpio y mente pura, pues el Padre busca tales adoradores. Dios es espíritu, y los que lo adoran es preciso que lo adoren en espíritu y verdad (1 R 22,26-31).
Evangelio según san Marcos 14, 12-16. 22-26
El primer día de los Azimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de Pascua?» Entonces, envía a dos de sus discípulos y les dice: «Id a la ciudad; os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle y allí donde entre, decid al dueño de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la Pascua con mis discípulos? El os enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta y preparada; haced allí los preparativos para nosotros.» Los discípulos salieron, llegaron a la ciudad, lo encontraron tal como les había dicho, y prepararon la Pascua. Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: «Tomad, este es mi cuerpo.» Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. Y les dijo: «Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos. Yo os aseguro que ya no beberé del producto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios.» Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos.


Señor, ayúdame a prepararme para poder tener este momento de oración. Permite que el meditar sobre tu Cuerpo y tu Sangre, que se me ofrece como fuente inagotable de gracia, me de la fuerza, la sabiduría, la confianza, para hacer tu voluntad hoy y siempre.

La solemnidad del Corpus Christi se remonta al siglo XIII. Se cuenta, en efecto, que el año 1264 un sacerdote procedente de la Bohemia, un tal Pedro de Praga, dudoso sobre el misterio de la transustanciación del Cuerpo y de la Sangre de Cristo en la Hostia santa y en el vino consagrado, acudió en peregrinación a Roma para invocar sobre la tumba del apóstol san Pedro el robustecimiento de su fe. Al volver de la Ciudad Eterna, se detuvo en Bolsena y, mientras celebraba el santo Sacrificio de la Misa en la cripta de santa Cristina, la sagrada Hostia comenzó a destilar sangre hasta quedar el corporal completamente mojado. La noticia del prodigio se regó como pólvora, llegando hasta los oídos del Papa Urbano IV, que entonces se encontraba en Orvieto, una población cercana a Bolsena. Impresionado por la majestuosidad del acontecimiento, ordenó que el sagrado lino fuese transportado a Orvieto y, comprobado el milagro, instituyó enseguida la celebración de la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo.


Jesús, gracias por quedarte en la Eucaristía, eres quien me reconforta cuando caigo en el camino, quien me ayuda a quitar los obstáculos y las asperezas que me quieren alejar del camino a la santidad. Ayúdame a nunca «acostumbrarme» a este milagro de amor.

Fuente del Evangelio y Meditacion del Papa Francisco; www.catholic.net



Glorifiquemos a Cristo, que nos ha hecho partícipes del Espíritu Santo, y supliquémosle, diciendo:

-Derrama el Espíritu Santo sobre la Iglesia, para que la purifique, la fortalezca y la acreciente.

-Llena de tu Espíritu a los dirigentes de los destinos de los pueblos, para que sean servidores del bien común.

-Envía tu Espíritu, padre de los pobres, para que con su fuerza ayude a los que se sienten necesitados.

-Que todos los ministros de tu Iglesia vivan con fidelidad la vocación a que fueron llamados.

-Concede la plenitud de tu redención a nuestros difuntos.

Oración: Te pedimos, Dios de poder y misericordia, que envíes tu Espíritu Santo, para que, haciendo morada en nosotros, nos convierta en templos de tu gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


Novena a San Antonio



V/. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R/. Amén.

V/. Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

V/. Gloria al Padre...
R/. Como era en el principio...

Oracion Inicial

Señor Dios de poder y misericordia, te pedimos que nos envíes tu Espíritu Santo, para que, haciendo morada en nosotros, como la hizo en tu siervo Antonio, nos convierta por su tintercesión en templos de tu gloria y nos guíe por los caminos que tú, Padre de bondad, quieres para nosotros. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

de la Vida de San Antonio

La nave en que regresaba Antonio a Portugal, fue arrastrada por la violencia de los vientos ilas costas de Sicilia. Desembarcó el Santo y llegó a Mesina, donde los frailes que lo acogieron le informaron que se iba a celebrar pronto un capítulo general en Asís, al que podían asistir todos los hermanos de la Orden. Antonio se unió a ellos y, del 30 de mayo al 8 de junio de 1221, estuvo en el capítulo presidido por san Francisco. Terminado el capítulo, cada cual regresó a su provincia o marchó a la misión que se le había confiado. Antonio era un desconocido, recién incorporado a la Orden en tierras lejanas, y no tenía un destino establecido, por lo que el provincial de Romaña lo admitió en su provincia y lo destinó al eremitorio de Monte Paolo, cerca de Forlí, en el que no había ningún sacerdote. Durante unos quince meses, allí pudo el santo madurar su vocación franciscana, sacar conclusiones de su experiencia misionera, sumergirse en la contemplación y en la vida ascética. Hasta que un hecho, en apariencia fortuito, iba a cambiar el rumbo de su vida.

DE LOS SERMONES DE SAN ANTONIO

¡Oh inestimable dignidad de María! ¡Oh inenarrable sublimidad de la gracia! ¡Oh inescrutable profundidad de misericordia! ¿Qué gracia, qué misericordia fue o pudo jamás ser hecha a un ángel o a un hombre, tan grande como la que fue hecha a la bienaventurada Virgen María, que Dios Padre quiso que fuera Madre de su propio Hijo, igual a Él, engendrado antes de los siglos? Sería gracia y dignidad máxima que una pobrecita mujer tuviese un hijo con el emperador. En realidad, superior a toda gracia fue la gracia de María Santísima, que tuvo un Hijo con Dios Padre, por lo cual, mereció ser coronada en el cielo.

Te rogamos, pues, Señora nuestra, ínclita Madre de Dios, ensalzada por encima de los ángeles, que llenes con la gracia celestial el vaso de nuestro corazón; que lo hagas resplandecer con el oro de la sabiduría; que lo fortalezcas con el poder de tu virtud; que lo adornes con las piedras preciosas de las virtudes; que derrames sobre nosotros el óleo de tu misericordia, tú, olivo bendito, para que cubras la multitud de nuestros pecados, a fin de que merezcamos ser levantados a la altura de la gloria celestial y ser bienaventurados con los bienaventurados. Ayúdenos Jesucristo, tu Hijo, que te exaltó por encima de los coros de los ángeles, te puso la corona de Reina y te sentó en el trono de la luz eterna. A Él es dada honra y gloria por los siglos de los siglos. Diga toda la Iglesia: Amén, Aleluya.

Antífona: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor.

 LOS MILAGROS DE SAN ANTONIO

Un clérigo de Anguilara, llamado Guidoto, cierto día que estaba en la cámara del señor obispo de Padua, se mofaba a escondidas de los testigos que deponían acerca de los milagros del bienaventurado Antonio. Pero a la noche siguiente fue acometido de dolores tan violentos por todo el cuerpo, que creyó que irremisiblemente le aguardaba la sentencia de muerte. Estimándose, y con razón, indigno de conmiseración, pedía a su madre que, apoyada en su confianza, hiciera un voto al santo de Dios, para poder alcanzar así misericordia. Apenas hecho el voto desaparecieron los dolores, y antes de que llegara el día ya estaba sano; y el que antes había hecho escarnio de los testigos con la risilla de la incredulidad, viose obligado ahora a rendir testimonio ante la verdad.

Oremos

Recuerda, Señor, que tu misericordia y tu ternura son eternas. Con la confianza que nos da el sabernos hijos tuyos e invocando la intercesión de tu siervo san Antonio, al que atiendes con largueza, te presentamos nuestras peticiones: ...... ...... ......

ORACIÓN FINAL

Dios todopoderoso y eterno, tú que has dado a tu pueblo en la persona de san Antonio de Padua un predicador insigne y un intercesor poderoso, concédenos seguir fielmente los principios de la vida cristiana, para que merezcamos tenerte como protector en todas las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V/. Bendigamos al Señor.
R/. Demos gracias a Dios.
Imagen del sitio Franciscanos.org

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