Evangelio según San Mateo 25,1-13.
Por eso, el Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes.
Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite,
mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos.
Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas.
Pero a medianoche se oyó un grito: 'Ya viene el esposo, salgan a su encuentro'.
Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas.
Las necias dijeron a las prudentes: '¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?'.
Pero estas les respondieron: 'No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado'.
Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta.
Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: 'Señor, señor, ábrenos',
pero él respondió: 'Les aseguro que no las conozco'.
Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.
Señor, dame la gracia de tener un corazón alerta y vigilante, para obrar siempre el bien.
Evangelio Meditado Papa Francisco Catholi.net
San Agustin.
Obispo y doctor de la Iglesia. Nació en Tagaste (en la actual Argelia) el año 354. Tuvo una juventud inquieta y desviada en cuanto a doctrina y costumbres. Estudió en Cartago y cayó en el maniqueísmo. Su madre, santa Mónica, no cesaba de llorar y orar por él. Marchó a Roma y de allí a Milán como profesor de retórica. Los sermones de san Ambrosio y las cartas de san Pablo lo llevaron a la fe cristiana; lo bautizó el año 387 el mismo san Ambrosio. Vuelto a su patria, llevó vida ascética con algunos amigos, consagrada a Dios y al estudio de las Escrituras. Elegido obispo de Hipona (en la actual Argelia), durante 34 años fue un modelo para su grey, a la que dio una sólida formación por medio de sus sermones y de sus numerosos escritos, que abarcan todos los ámbitos del saber de entonces, con los que ha contribuido en gran manera a una mayor profundización de la fe cristiana; al mismo tiempo luchó con profundidad y sabiduría contra dos grandes herejías, el donatismo y el pelagianismo. Fomentó la vida monástica. Murió el 28 de agosto del año 430.-
Oración: Renueva, Señor, en tu Iglesia el espíritu que infundiste en tu obispo san Agustín, para que, penetrados de ese mismo espíritu, tengamos sed de ti, fuente de la sabiduría, y te busquemos como el único amor verdadero. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
JESÚS ES DULZURA Y AMOR
(SAN AGUSTÍN)
¡Oh Salvador mío, fuente inagotable de dulzura y de bondad! No piense yo más que en Vos. Cuando al mismo tiempo que a Vos se ama cualquiera otra cosa, ya no se os ama, ¡oh Dios mío!, con verdadero amor. ¡ Oh amor lleno de dulzura, dulzura llena de amor, amor exento de penas y seguido de infinidad de placeres; amor tan puro y tan sincero que subsiste en todos los siglos; amor cuyo ardor no hay cosa que pueda apagar ni entibiar! ¡ Jesús, mi adorable Salvador, cuyas bondades, cuyas dulzuras son incomparables, caridad tan perfecta como que sois nada menos que mi Dios! Véame yo abrasado en vuestras divinas llamas, de suerte que no sienta ya más que aquellos torrentes de dulzuras, de placeres, de delicias y de alegría, pero de una alegría enteramente justa, enteramente casta, pura, santa y seguida de aquella perfecta paz que solamente en Vos se encuentra. Sea yo abrasado en las llamas de aquel amor, ¡oh Dios mío!, con todo el afecto de mi corazón y de mi alma. No quiero, bien mío, no quiero en lo sucesivo más amor que el vuestro. Amén.
En la conmemoración de san Agustín, oremos al Señor, fuente de toda verdad y sabiduría.
-Por el papa y los obispos, a quienes Cristo ha confiado la misión de enseñar con autoridad la palabra de Dios.
-Por los teólogos, que profundizan en la Sagrada Escritura y en la fe de la Iglesia, para exponerlas con sencillez y claridad.
-Por los profesionales de la enseñanza en todos los ramos del saber humano.
-Por los creyentes, que nos alimentamos en la mesa abundante de la Eucaristía y de la Palabra.
Oración: Señor, Padre santo, que nos has enviado a tu Hijo, tu Palabra, como luz y vida del mundo, haz que permanezcamos siempre atentos a la escucha de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
-Por la Iglesia Católica Romana, fiel Esposa del Cordero, para que siguiendo las huellas de la Santísima Virgen, su miembro más eminente, llegue al abrazo definitivo con su Esposo. Oremos con María, Madre de la Iglesia.
-Por el Santo Padre Su Santidad el Papa Francisco I, el primero de los hijos de la Madre celestial, para que su Magisterio sea acogido con espíritu de humildad y servicio entre todos los hombres de buena voluntad, en especial aquellos que rigen los destinos de los pueblos. Oremos con María, Reina de los Apóstoles.
-Por los pueblos que son víctimas de la guerra, especialmente en la Franja de Gaza, para que experimenten la infinita misericordia de Jesucristo, que bien sabe lo que es el dolor humano. Oremos con María, Reina de la paz y Consuelo de los Afligidos.
-Por los mujeres que en su seno han acogido el grandioso tesoro de la vida naciente, para que se sientan colaboradoras en la obra creadora del Autor de toda vida. Oremos con María, Madre del Dios viviente.
-Por las benditas Almas del Purgatorio, para que gracias al Amor redentor de Cristo y a la piadosa oración de los hijos de la Iglesia, alcancen la herencia eterna en el Reino celestial. Oremos con María,Madre de las Almas Consagradas.
Dice San Juan Pablo II: "María está presente con la Iglesia, y como Madre de la Iglesia, en todas nuestras celebraciones eucarísticas" (Ecclesia de Eucharistia, 57).
Que sea ella misma, hermanos, la Virgen Asunta, quien hoy y siempre nos conduzca maternalmente al encuentro con su Hijo en la Eucaristía.
ORACIÓN PARA ALCANZAR LA HUMILDAD (SANTA TERESA DE LISIEUX)
Jesús, cuando eras peregrino en nuestra tierra, Tú nos dijiste: Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y vuestra alma encontrará descanso. Mi alma encuentra en Ti su descanso al ver cómo te rebajas hasta lavar los pies a tus apóstoles. Entonces me acuerdo de aquellas palabras que pronunciaste para enseñarme a practicar la humildad: Os he dada ejemplo para que lo que he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis. El discípulo no es más que su maestro... Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. Yo comprendo, Señor, estas palabras salidas de tu corazón manso y humilde, y quiero practicarlas con la ayuda de tu gracia.
Te ruego, divino Jesús, que me envíes una humillación cada vez que yo intente colocarme por encima de las demás. Yo sé bien Dios mío, que al alma orgullosa tú la humillas y que a la que se humilla le concedes una eternidad gloriosa; por eso, quiero ponerme en el último lugar y compartir tus humillaciones, para tener parte contigo en el reino de los cielos.
Pero Tú, Señor, conoces mi debilidad. Cada mañana hago el propósito de practicar la humildad, y por la noche reconozco que he vuelto a cometer muchas faltas de orgullo. Al ver esto, me tienta el desaliento, pero sé que el desaliento es también una forma de orgullo. Por eso, quiero, Dios mío, fundar mi esperanza sólo en Ti. Para alcanzar esta gracia de tu infinita misericordia, te repetiré muchas veces: ¡Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo!