Evangelio según san Lucas
Lc 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.
El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.
María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.
Palabra del Señor.
Sitio Vatican.news
SAN JUAN DIEGO CUAUHTLATOATZIN
Nació cerca de la Ciudad de México en 1474, de familia distinguida y acomodada en la sociedad azteca. En 1524, ya adulto y padre de familia, se convirtió por la predicación de los franciscanos y recibió el bautismo junto con su esposa María Lucía, con la que vivió castamente hasta la muerte de ella en 1529. Hombre de fe, fue coherente con sus obligaciones bautismales, nutriendo regularmente su unión con Dios mediante la eucaristía y el estudio del catecismo. El 9 de diciembre de 1531, en un lugar denominado Tepeyac, tuvo una aparición de María Santísima, que le encargó que pidiese al obispo franciscano Juan de Zumárraga la construcción de una iglesia en el lugar de la aparición. Hasta conseguirlo, la Virgen se le apareció de nuevo y obró milagros. Después, Juan Diego vivió santamente en la colina del Tepeyac, en la casita que el obispo le había hecho construir junto a la capilla levantada en honor de la Virgen de Guadalupe. Y allí murió en 1548. Juan Pablo II lo canonizó el año 2002.-
SAN JUAN DIEGO CUAUHTLATOATZIN
Imagen del sitio franciscanos.org |
Oración:
Oh Dios, que manifestaste a tu pueblo el amor de la santísima Virgen María por medio del bienaventurado Juan Diego: concédenos por su intercesión que, obedeciendo los consejos de nuestra Madre de Guadalupe, podamos cumplir siempre tu voluntad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Hoy se reza la Novena a Nuestra Señora de Guadalupe estamos rezando el 7mo dia.
Dirijamos nuestras voces suplicantes al Señor confiados en la intercesión de María Inmaculada, a la que Él eligió como madre de su Hijo.
-Por la Iglesia universal: para que viva sin mancha ni arruga ni nada semejante que enturbie el rostro de Cristo.
-Por los jóvenes y adolescentes: para que siguiendo a María, la madre del amor hermoso, se adhieran a los verdaderos valores humanos y cristianos.
-Por los enfermos y cuantos sufren: para que encuentren siempre en María el consuelo y la gracia que necesitan.
-Por cuantos celebramos el triunfo de Cristo en María: para que, como ella, acojamos la Palabra de Dios y la hagamos fructificar en nuestra vida.
Oración: Te pedimos, Señor, que, así como preservaste a María de todo pecado, a nosotros no nos dejes caer en la tentación y nos libres de todo mal. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén
-Por la Iglesia universal: para que viva sin mancha ni arruga ni nada semejante que enturbie el rostro de Cristo.
-Por los jóvenes y adolescentes: para que siguiendo a María, la madre del amor hermoso, se adhieran a los verdaderos valores humanos y cristianos.
-Por los enfermos y cuantos sufren: para que encuentren siempre en María el consuelo y la gracia que necesitan.
-Por cuantos celebramos el triunfo de Cristo en María: para que, como ella, acojamos la Palabra de Dios y la hagamos fructificar en nuestra vida.
Oración: Te pedimos, Señor, que, así como preservaste a María de todo pecado, a nosotros no nos dejes caer en la tentación y nos libres de todo mal. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén
LA VIRGEN MARÍA CONSOLÓ A JUAN DIEGO
Del decreto de Juan Pablo II para la canonización
de Juan Diego Cuauhtlatoatzin (México, 31-VII-2002)
Exaltó a los humildes (Lc 1,52): Dios Padre puso su mirada en un humilde indígena mexicano, Juan Diego, al que enriqueció con el don de renacer en Cristo, de contemplar el rostro de la bienaventurada Virgen María y de unirlo a la evangelización del continente americano. De esta manera se muestra la verdad que encierran las palabras del Apóstol Pablo cuando enseña el método por el que se lleva a cabo la salvación.
Lo plebeyo y despreciable del mundo, lo que no es, Dios lo eligió para vencer lo que es, para que ninguna carne se gloríe en presencia de Dios (1 Co 1,28-29). Este beato que, según la tradición, se llamaba Cuauhtlatoatzin, nombre que significa «águila habladora», nació alrededor del año 1474 en Cuauhtitlan, en el reino conocido comúnmente como Texcoco. Ya adulto y habiendo contraído matrimonio, abrazó el Evangelio y fue bautizado junto con su esposa, dispuesto a vivir a la luz de la fe y de manera coherente con las obligaciones asumidas ante Dios y la Iglesia.
En el mes de diciembre del año 1531, cuando caminaba hacia Tlatelolco, en el monte llamado Tepeyac se le apareció la Madre de Dios, que le ordenó que pidiese al obispo mexicano [el franciscano Juan de Zumárraga] que se edificase un templo en el lugar de la aparición. Ante las peticiones insistentes del indígena, el obispo exigió una prueba evidente del extraordinario suceso. El día 12 de diciembre, la bienaventurada Virgen María se volvió a aparecer a Juan Diego, lo consoló y le ordenó que se dirigiese a la cumbre del monte Tepeyac, donde habría de recoger unas flores y regresar con ellas. A pesar del frío invernal y de la aridez del lugar, el bienaventurado encontró unas flores bellísimas, las puso en su capa y las llevó a la Virgen. Ésta le ordenó que las entregase al obispo como señal de la verdad. En presencia del prelado, Juan Diego extendió la capa y dejó caer las flores; en ese momento apareció en el tejido de la capa, milagrosamente impresa, la imagen de la Virgen de Guadalupe, que desde entonces se convirtió en el centro espiritual de la nación.
Cuando se construyó el templo en honor de «la Señora del cielo», el beato, movido de gran piedad, dejó todo y consagró toda su vida a guardar aquel pequeño santuario y a recibir a los peregrinos. Recorrió el camino de la santidad en oración y caridad, sacando las fuerzas del banquete eucarístico de nuestro Redentor, del culto a la Madre del Redentor, de la comunión con la santa Iglesia y de la obediencia a los sagrados Pastores. Cuantos lo pudieron conocer, admiraron el esplendor de sus virtudes, sobre todo la fe, la esperanza, la caridad, la humildad y desprecio de las realidades terrenas.
Juan Diego, con la sencillez de su vida cotidiana, guardó fielmente el Evangelio, que no había despreciado su condición indígena, consciente de que Dios no hace distinciones de linaje o de cultura e invita a todos para que sean sus hijos. De esta manera, el beato facilitó el camino para que los indígenas de México y del Nuevo Mundo se encontrasen con Cristo y la Iglesia. Hasta el último día de su vida caminó con Dios, que lo llamó a sí el año 1548. Su recuerdo, que siempre va unido a la aparición de nuestra Señora de Guadalupe, ha trascendido los siglos y ha alcanzado las diversas regiones de la tierra.
Oremos por los sacerdotes y las almas consagradas
A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. Que el Espíritu Santo los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra.
de Tu Sagrado Corazón,
atiendas todas las necesidades de tus sacerdotes.
Te pedimos que retomes en Tu Corazón
todos aquellos sacerdotes que se han alejado de tu camino,
que enciendas de nuevo el deseo de santidad
en los corazones de aquellos sacerdotes
que han caído en la tibieza,
y que continúes otorgando a tus sacerdotes fervientes
el deseo de una mayor santidad.
Unidos a tu Corazón y el Corazón de María,
te pedimos que envíes esta petición a Tu Padre celestial
en la unidad del Espíritu Santo. Amén."
Oremos
Divino Corazón de Jesús, Corazón lleno de celo por la gloria de tu Padre, te rogamos por todos los sacerdotes, Señor. Por tu Espíritu Santo llénalos de fe, de celo y amor. Así sea.
Oracion para ofrecer la comunion por los sacerdotes
Padre Celestial, para mayor gloria de tu Santo Nombre, te ofrecemos al Verbo Encarnado que acabamos de recibir en el Sacramento de su Amor, y en quien tienes todas tus complacencias. Nos ofrecemos en su unión por manos de María Inmaculada, por la santificación y multiplicación de tus sacerdotes.
Derrama en ellos tu Divino Espíritu, enciéndelos en amor a la Cruz y haz muy fecundo su apostolado. Amén
OFRECIMIENTO AL VERBO ENCARNADO
Padre Santo, por las manos de María te ofrecemos como víctima al Verbo Encarnado, en quien tienes todas tus complacencias. Impulsados por la caridad que el Espíritu Santo ha derramado en nuestros corazones, nos ofrecemos constantemente en su unión como hostias vivas y nos sacrificaremos por tu amor en las ocasiones que se nos presenten, implorando gracias para el mundo y la Iglesia, especialmente para los sacerdotes.
Jesús, Salvador de los hombres, ¡sálvalos!
Derrama en ellos tu Divino Espíritu, enciéndelos en amor a la Cruz y haz muy fecundo su apostolado. Amén
OFRECIMIENTO AL VERBO ENCARNADO
Padre Santo, por las manos de María te ofrecemos como víctima al Verbo Encarnado, en quien tienes todas tus complacencias. Impulsados por la caridad que el Espíritu Santo ha derramado en nuestros corazones, nos ofrecemos constantemente en su unión como hostias vivas y nos sacrificaremos por tu amor en las ocasiones que se nos presenten, implorando gracias para el mundo y la Iglesia, especialmente para los sacerdotes.
Jesús, Salvador de los hombres, ¡sálvalos!
Recuerdos del CARRIZAL Santuario de la Virgen Maria Madre de las Almas Consagradas
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