A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. Que el Espíritu Santo los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra.

lunes, 28 de marzo de 2016

Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia; mi vida está en sus manos. Protege, Señor, a los que esperamos en ti. Aleluya.



Evangelio
según san Mateo (28, 8-15)

Gloria a ti, Señor.

Después de escuchar las palabras del ángel, las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría, corrieron a dar la noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron.

Entonces les dijo Jesús:

“No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán”.

Mientras las mujeres iban de camino, algunos soldados de la guardia fueron a la ciudad y dieron parte a los sumos sacerdotes de todo lo ocurrido. Estos se reunieron con los ancianos, y juntos acordaron dar una fuerte suma de dinero a los soldados, con estas instrucciones:

“Digan: ‘Durante la noche, estando nosotros dormidos, llegaron sus discípulos y se robaron el cuerpo’. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos arreglaremos con él y les evitaremos cualquier complicación”.

Ellos tomaron el dinero y actuaron conforme a las instrucciones recibidas. Esta versión de los soldados se ha ido difundiendo entre los judíos hasta el día de hoy.
Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.


Dios nuestro, que por medio del bautismo das nuevos hijos a tu Iglesia y la haces crecer continuamente, concédenos vivir siempre de acuerdo con la fe que recibimos en el bautismo. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.








Salmo 15


Protege, Señor, a los que esperamos en ti. Aleluya.

Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia; mi vida está en sus manos.

Protege, Señor, a los que esperamos en ti. Aleluya.

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado, jamás tropezaré.

Protege, Señor, a los que esperamos en ti. Aleluya.

Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción.

Protege, Señor, a los que esperamos en ti. Aleluya.

Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti. 

Protege, Señor, a los que esperamos en ti. Aleluya.


Oremos

Dirijamos nuestra súplica al Señor Jesús, que manifiesta su poder sobre todo en la misericordia y el perdón, y pidámosle que acoja nuestro corazón contrito y humillado.

-Por la Iglesia: para que sea signo e instrumento de reconciliación y lugar de acogida abierta a todos los hombres.

-Por los sacerdotes, ministros de la Iglesia: para que realicen con entrega generosa el ministerio sacramental del perdón y de la misericordia.

-Por los que sufren las consecuencias del pecado: el egoísmo, el odio, la opresión, el desprecio, la marginación: para que vean atendidas sus demandas de justicia y de paz.

-Por los que nos reunimos en torno al altar y celebramos la Eucaristía: para que luego seamos testigos de la palabra del Señor y de su amor.

Oración: Ten misericordia de nosotros, Señor Jesús, perdona nuestros pecados y asístenos con tu gracia para que no volvamos a pecar. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.





La sepultura del cuerpo de Jesús

 El Señor ha resucitado de entre los muertos, como lo había dicho, alegrémonos y regocijémonos todos, porque reina para siempre. ¡Aleluya!
(Antífona de entrada de la Misa). Nuestra Madre la Iglesia nos introduce en estos días en la alegría pascual a través de los textos de la liturgia; nos pide que esta alegría sea anticipo y prenda de nuestra felicidad eterna en el Cielo. Se suprimen en este tiempo los ayunos y otras mortificaciones corporales, como símbolo de esta alegría del alma y del cuerpo..

La verdadera alegría no depende del bienestar material, de no padecer necesidad, de la ausencia de dificultades, de la salud... La alegría profunda tiene su origen en Cristo, en el amor que Dios nos tiene y en nuestra correspondencia a ese amor. Y yo os daré una alegría que nadie os podrá quitar
(Juan 16, 22). Nadie: ni el dolor, ni la calumnia, ni el desamparo..., ni las propias flaquezas, si volvemos con prontitud al Señor, sabernos en todo momento hijos de Dios.
 En la Última Cena, el Señor no había ocultado a los Apóstoles las contradicciones que les esperaban; sin embargo, les prometió que la tristeza se tornaría en gozo. En el amor a Dios, que es nuestro Padre, y a los demás, y en el consiguiente olvido de nosotros mismos, está el origen de esa alegría profunda del cristiano
(Santos Evangelios, EUNSA, Pamplona )
El pesimismo y la tristeza deberán ser siempre algo extraño al cristiano. Algo, que si se diera, necesitaría de un remedio urgente.

El alejamiento de Dios, el descamino, es lo único que podría turbarnos y quitarnos ese don tan preciado. Por lo tanto, luchemos por buscar al Señor en medio del trabajo y de todos nuestros quehaceres, mortificando nuestros caprichos y egoísmos. Esta lucha interior da al alma una peculiar juventud de espíritu. No cabe mayor juventud y alegría que la del que se sabe hijo de Dios y procura actuar en consecuencia.
 Estar alegres es una forma de dar gracias a Dios por los innumerables dones que nos hace. Con nuestra alegría hacemos mucho bien a nuestro alrededor, pues esa alegría lleva a los demás a Dios. Dar alegría será con frecuencia la mejor muestra de caridad para quienes están a nuestro lado. Muchas personas pueden encontrar a Dios en nuestro optimismo, en la sonrisa habitual, en nuestra actitud cordial. Pensemos en la alegría de la Santísima Virgen, "abierta sin reservas a la alegría de la Resurrección; sus hijos en la tierra, volviendo los ojos hacia la madre de la esperanza y madre de la gracia, la invocamos como causa de nuestra alegría"
(Paulo VI, Gaudete in Domino).



Romanos 5,7-11
"En verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir -; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos de la cólera! Si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida! Y no solamente eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación."


Fuente Corazones.org
www.encuentra.com

Te invitamos a visitar el sitio Un Sacerdote en Tierra Santa, asi conoceras mas sobre La Pascua y La Pasion de Nuestro Señor Jesus.  

jueves, 24 de marzo de 2016

.."Les he dado ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes".



Evangelio
según san Juan 13, 1-15


Era la víspera de la fiesta de la pascua. Jesús sabía que le había llegado la hora de dejar este mundo para ir al Padre. Y él, que había amado a los suyos, que estaban en el mundo, llevó su amor hasta el final.
Estaban cenando y ya el diablo había convencido a Judas Iscariote, hijo de Simón, para que entregara a Jesús. Entonces Jesús, sabiendo que el Padre le había entregado todo, y que de Dios había venido y a Dios regresaba, se levantó de la mesa, se quitó el manto, tomó una toalla y se la colocó en la cintura.
Después echó agua en una palangana y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura.
Cuando llegó a Simón Pedro, éste se resistió:
"Señor, ¿cómo vas a lavarme tú a mí los pies?"
Jesús le contestó:
"Lo que estoy haciendo, tú no lo puedes comprender ahora; lo comprenderás después".
Pedro insistió:
"Jamás permitiré que me laves los pies".
Entonces Jesús le contestó:
"Si no te lavo los pies, no tendrás nada que ver conmigo".
Simón Pedro reaccionó diciendo:
"Señor, no sólo los pies; lávame también las manos y la cabeza".
Pero Jesús le dijo:
"El que se ha bañado sólo necesita lavarse los pies, porque está completamente limpio; y ustedes están limpios, aunque no todos".
Sabía muy bien Jesús quién lo iba a entregar; por eso dijo: "No todos están limpios".
Después de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto, volvió a sentarse a la mesa y dijo:
"¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque efectivamente lo soy. Pues bien, si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben hacer lo mismo unos con otros. Les he dado ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.


 Dios nuestro, nos has reunido hoy para celebrar aquella misma memorable Cena en que tu Hijo, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el sacrificio nuevo y eterno, sacramento de su amor; concédenos alcanzar, por la participación en este sacramento, la plenitud del amor y de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.



Sal 115

Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.
¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de la salvación, invocando su nombre.
Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.

El Señor siente profundamente la muerte de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava; rompiste mis ataduras.

Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava. 

Te ofreceré un sacrificio de acción de gracias invocando tu nombre; cumpliré mis promesas al Señor en presencia de todo el pueblo.
Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.

Jueves Santo 

Según una antiquísima tradición de la Iglesia, en este día están prohibidas todas las misas sin pueblo.
Al atardecer, en la hora más oportuna, se celebra la misa de la Cena del Señor, en la que participa plenamente toda la comunidad local y todos los sacerdotes y clérigos que ejercen su ministerio.
Los sacerdotes que han participado en la misa crismal o ya han celebrado para bien de los fieles, pueden concelebrar de nuevo la misa vespertina.
Donde lo exija el bien pastoral, el Ordinario del lugar puede permitir la celebración de otra misa, por la tarde, en los templos u oratorios públicos o semipúblicos, y en caso de verdadera necesidad, incluso por la mañana, pero solamente para los fieles que de ningún modo puedan participar en la misa vespertina.
Cuídese que estas misas no se celebren solamente para bien de unos pocos y no perjudiquen en nada a la misa vespertina, que es la principal.
La sagrada comunión solamente se puede distribuir a los fieles dentro de la misa; a los enfermos se la pueden llevar a cualquier hora del día.
El sagrario debe estar completamente vacío. Conságrense en esta misa suficientes hostias, de modo que alcancen para la comunión del clero y del pueblo hoy y mañana.


Fuente www.iesvs.org 


Presentemos nuestras súplicas al Padre, recordando el momento en que el Verbo de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros.

-Por la Iglesia santa de Dios: para que reciba en su corazón y en su mente al Verbo divino a ejemplo de María, la Virgen creyente.

-Por todos aquellos a los que todavía no ha sido anunciado el Evangelio: para que Dios les envíe mensajeros de su palabra.

-Por los enfermos y los que sufren por cualquier causa: para que reciban con esperanza el anuncio de la encarnación del hijo de Dios.

-Por todos los creyentes: para que, atentos a la palabra de Dios, estemos siempre dispuestos a hacer su voluntad.

Oración: Dios Padre nuestro, acuérdate con bondad de tu Iglesia y de cuantos confiamos en la intercesión de aquélla que fue anunciada como Madre virginal de tu Hijo Jesucristo. Él que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén




Beato Diego Jose de Cadiz.
 Nació en Cádiz (España) el 30 de marzo de 1743. De joven entró en la Orden Capuchina y, terminados los estudios, recibió la ordenación sacerdotal en 1766. El decenio siguiente lo dedicó a la predicación por toda Andalucía, y luego extendió su campo de apostolado a toda España y Portugal. Fue un predicador asombroso, incansable misionero popular, que reunía a multitudes de toda clase y condición para escucharle. Sus dotes oratorias iban acompañadas de singulares gracias del cielo, y su lenguaje era llano y directo. Combatió los peligros que traía consigo la "Ilustración", lo que le ocasionó enemistades y persecución. Fue hombre de oración y penitente, muy devoto de la Virgen, la "Divina Pastora". Se le consideraba apóstol de la misericordia. Escribió numerosas obras. Murió en Ronda (Málaga) el 24 de marzo de 1801.-  
Oración: Oh Dios, que has concedido al beato Diego José la sabiduría de los santos, y le has encomendado la salvación de su pueblo; concédenos, por su intercesión, discernir lo que es bueno y justo, y anunciar a todos los hombres la riqueza insondable que es Cristo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.




Beata Maria Karlowska

 Nació en Karlowo (Polonia) el año 1865 de una familia acomodada, muy religiosa y devota del Corazón de Jesús, lo que influyó en su espiritualidad. Muertos sus padres en 1882, hizo voto de castidad para vivir consagrada al Señor. Diez años después, el encuentro ocasional con una prostituta la decidió a trabajar en la recuperación de las que compartían su suerte, para lo que no dudó en ponerse en contacto con tales muchachas y mujeres, especialmente en los hospitales. Encontró muchas dificultades de todo género para llevar adelante sus propósitos. Trabajó en diversas ciudades de Polonia. Comenzó abriendo un centro de acogida. Luego buscó una congregación religiosa que se hiciera cargo del mismo y, al no encontrarla, fundó en 1895 la Congregación del Buen Pastor de la Divina Providencia, en la que ella misma profesó. Su principal actividad es ayudar a recuperar la dignidad de hijas de Dios a las jóvenes y mujeres pobres caídas en la corrupción de costumbres, y cuidar a las enfermas. Murió el 24 de marzo de 1935 en Pniewite, cerca de Gdansk (Polonia)

Meditacion del Jueves Santo



LA ULTIMA CENA PASCUAL
Empieza el sufrimiento del Jueves Santo.

Los apóstoles -son diez- se dedican intensamente a preparar el Cenáculo.

Judas, encaramado encima de la mesa, observa si hay aceite en todas las ampollas de la lámpara, que es grande y parece una corola de fucsia doble. Y es que está formada por una barra -el tallo- rodeada de cinco lámparas en ampollas que asemejan a pétalos; luego tiene una segunda vuelta, más abajo, que es toda una coronita de pequeñas llamas; luego, por último, tiene tres pequeñas lamparitas colgadas de delgadas cadenas y que parecen los pistilos de la flor luminosa. Luego baja de un salto y ayuda a Andrés a colocar la vajilla en la mesa con arte. Sobre ésta se ha extendido un finísimo mantel.Oigo que Andrés dice:
-¡Qué espléndido lino!
Y Judas Iscariote:
-Uno de los mejores manteles de Lázaro. Marta se ha empeñado en traerlo.
-¿Y estas copas? ¿Y estas jarras, entonces? - observa Tomás, que ha puesto el vino en las preciosas jarras y las mira una y otra vez con ojos de experto, espejándose en sus panzas estilizadas y acariciando sus asas trabajadas con cincel.
-¿Quién sabe lo que costarán, eh? - pregunta Judas Iscariote.
-Está trabajado con martillo. A mi padre le encantarían. La plata y el oro en hojas se pliegan con facilidad cuanto están calientes. Pero tratado así... Para estropearlo basta un momento; es suficiente a un golpe mal dado. Se necesitan fuerza y ligereza al mismo tiempo.
-¿Ves las asas? Sacadas del bloque, no soldadas. Cosas de ricos... Fíjate que toda la limadura y lo desbastado se pierden.
No sé si entiendes lo que te digo.
-¡Claro que entiendo! En pocas palabras, es como uno que hace una escultura.
-Exactamente.
Todos observan con admiración. Luego vuelven a su trabajo: quién coloca los asientos, quién prepara los aparadores.
Entran juntos Pedro y Simón.
-¡Oh, por fin habéis venido! ¿A dónde habéis ido otra vez? Habéis llegado con el Maestro y con nosotros y os habéis escapado de nuevo - dice Judas Iscariote.
-Una gestión que había que hacer antes de la hora» responde escuetamente Simón.
-¿Sientes melancolías?
-Creo que con lo que hemos oído durante estos días, y en esos labios que nunca hemos encontrado falaces, hay buenas razones para sentirlas.
-Y con ese tufo de... Bien, cállate, Pedro - masculla Pedro entre dientes.
-¿Tú también?... Me pareces un desquiciado desde hace algunos días. Tienes cara de conejo agreste cuando siente tras sí al chacal - responde Judas Iscariote.
-Y tú tienes morros de garduña. Tú tampoco estás muy guapo desde hace unos días. Miras de una manera... Hasta se te han torcido los ojos... ¿A quién esperas, o qué esperas ver? Pareces seguro. Quieres parecerlo. Pero se te ve como a uno temeroso de algo - replica Pedro.
-¡En cuanto a miedo!... ¡Tampoco tú eres ningún héroe!
-¡Ninguno lo somos, Judas. Tú llevas el nombre del Macabeo, pero no lo eres. El mío significa: "Dios otorga gracias", pero te juro que tiemblo por dentro como quien se supiera portador de desgracia y, sobre todo, tengo miedo de caer en desgracia ante Dios. Simón de Jonás, a pesar de su nuevo nombre de "piedra", ahora se manifiesta blando como cera en el fuego.
Ya no es estable en su voluntad. ¡Y yo nunca lo vi con miedo en medio de desatadas tempestades! Mateo, Bartolmái y Felipe parecen sonámbulos. Mi hermano y Andrés no hacen más que suspirar. Los dos primos, en quienes se une el dolor de la sangre con el del amor al Maestro, pues ya los ves: parecen hombres ya viejos. Tomás ha perdido su jovialidad. Y Simón está tan ajado por el dolor -yo diría: tan corroído, lívido y abatido-, que parece otra vez el leproso consumido de hace tres años - le responde Juan.

-Sí. Nos ha sugestionado a todos con su melancolía - observa Judas Iscariote.
-Mi primo Jesús, el Maestro y Señor mío y vuestro, está y no está melancólico. Si con esta palabra quieres decir que está triste por el exceso de dolor que todo Israel le está dando - y nosotros vemos este dolor- y por el otro, oculto dolor que sólo Él ve, te digo: "Tienes razón"; pero si usas ese término para decir que está desquiciado, eso te lo prohíbo - dice Santiago de Alfeo.
-¿Y no es demencia una idea fija de melancolía? Yo he estudiado también lo profano, y tengo conocimientos. Jesús ha dado demasiado de sí, y ahora tiene la mente cansada.
-Lo cual significa "demente", ¿no es verdad? - pregunta el otro primo, Judas, que está aparentemente calmo.

-¡Justamente eso! ¡Había visto con claridad tu padre, justo de santa memoria, a quien tú tanto te pareces en justicia y sabiduría! Jesús -triste destino de una ilustre casa demasiado vieja y que padece senilidad psíquica- ha tenido siempre una tendencia a esta enfermedad. Suave al principio, luego cada vez más agresiva. Tú mismo has visto cómo ha atacado a fariseos y escribas, saduceos y herodianos. Él se ha hecho imposible la vida, como un camino sembrado de esquirlas de cuarzo. Y se las ha sembrado Él solo. Nosotros... lo hemos amado tanto, que el amor nos ha puesto un velo delante de nuestros ojos. Pero los que lo amaron sin idolatrarlo: tu padre, tu hermano José, y primero Simón, vieron las cosas con equilibrio... Hubiéramos debido abrir los ojos ante sus palabras. Sin embargo, su dulce hechizo de enfermo nos sedujo. Y ahora... ¡En fin!

-Judas Tadeo, que -de la misma altura de Judas Iscariote- está justo frente a él y parece oírlo con calma, reacciona violentamente. Con un fuerte revés arroja a Judas, supino, a uno de los asientos, y con una cólera contenida en la voz, inclinándose sobre la cara del cobarde que no reacciona -quizás temiendo que Judas Tadeo esté al corriente de su crimen- le dice con voz penetrante:

-¡Esto por la demencia, reptil! Y si no te estrangulo es porque Jesús está allí y es noche de Pascua. ¡Pero piensa, piénsalo bien! Si le ocurre algo malo y ya no está Él para detener mi fuerza, nadie te salva. Es como si ya tuvieras el nudo corredizo en el cuello; y serán estas manos mías honradas y fuertes de artesano galileo y de descendiente del hondero de Goliat, las que te lo hagan. ¡Levántate, enervado libertino! Y atento a lo que haces, ¡eh!

Judas se alza, lívido, sin la más mínima reacción. Y lo que me maravilla es que ninguno reacciona ante este gesto nuevo de Judas Tadeo. A1 contrario... está claro que todos lo aprueban.
Vuelve el ambiente a la normalidad y un instante después Jesús entra. Se asoma en el umbral de la pequeña puerta por la que su alto físico apenas pasa. Pone pie en el tan reducido descansillo, y, con su mansa, triste sonrisa, abriendo los brazos, dice:

-La paz sea con vosotros.
Es una voz cansada, como la de uno que estuviera languideciendo en lo físico o en lo moral.
Baja. Acaricia la cabeza rubia de Juan, que ha ido a su encuentro. Sonríe, como si no supiera nada, a su primo Judas, y dice al otro primo:
-Tu madre te ruega que seas dulce con José. Ha preguntado por mí y por ti hace poco a las mujeres. Siento no haberle saludado.
-Lo vas a hacer mañana.
-¿Mañana?... Bueno... tendré tiempo de verlo...
-¡Oh, Pedro, por fin estaremos un poco juntos! Desde ayer me pareces un fuego fatuo: te veo y luego no te veo. Hoy casi puedo decir que te he perdido. Tú también, Simón.
-Nuestro pelo más blanco que negro te puede dar la seguridad de que no nos hemos ausentado por apetito carnal – dice serio Simón.
-Aunque... a todas las edades se pueda tener esa hambre... ¡Los viejos! Son peores que los jóvenes... - dice ofensivo Judas Iscariote.
Simón lo mira. Ya iba a replicar. Pero también lo mira Jesús y dice:
-¿Te duele una muela? Tienes el carrillo derecho hinchado y rojo.
-Sí. Me duele. Pero no tiene mayor importancia.
Los otros no dicen nada y la cosa muere así.
-¿Habéis hecho todo lo que había que hacer? ¿Tú, Mateo? ¿Y tú, Andrés? ¿Y Tú, Judas, has pensado en la ofrenda al Templo?
Tanto los dos primeros como Judas Iscariote dicen:
-Todo hecho, todo lo que dijiste que había que hacer para hoy. No te preocupes.
-Yo he llevado las primicias de Lázaro a Juana de Cusa. Para los niños. Me han dicho: "¡Eran mejores aquellas manzanas!".
¡Aquellas tenían el sabor del hambre! Y eran tus manzanas - dice Juan con rostro sonriente y de ensoñación.
También Jesús sonríe ante un recuerdo...
-Yo he visto a Nicodemo y a José - dice Tomás.
-¿Los has visto? ¿Has hablado con ellos? - pregunta Judas Iscariote con exagerado interés.
-Sí, ¿qué hay de raro en ello? José es un buen cliente de mi padre.
-No lo habías dicho antes... ¡Por eso me he asombrado!...
Judas trata de remediar la impresión que ha dado, una impresión de ansiedad, por el encuentro de José y Nicodemo con Tomás.
-Me resulta extraño que no hayan venido a presentarte su obsequioso saludo. Ni ellos ni Cusa ni Manahén... Ninguno de  los...
Pero Judas Iscariote se ríe con una falsa carcajada interrumpiendo a Bartolomé, y dice:
-El cocodrilo vuelve a su madriguera en el momento apropiado.
-¿Qué quieres decir? ¿Qué insinúas? - pregunta Simón con una agresividad como nunca ha tenido.
-¡Calma, calma! ¿Qué os sucede? ¡Es la noche de Pascua! Nunca hemos tenido aparejo tan digno para consumir el cordero. Celebremos, pues, la cena con espíritu de paz. Veo que os he turbado mucho con mis instrucciones de estas últimas Noches. Pero, ¿veis? ¡He terminado! Ahora ya no os voy a causar más turbación. No está todo dicho en cuanto a mí se refiere.

Sólo lo esencial. El resto... lo comprenderéis después. Se os dirá... ¡Sí, vendrá el que os lo dirá! Juan, ve con Judas y algún otro por las copas para la purificación. Y luego nos sentamos a la mesa.

La dulzura de Jesús verdaderamente parte el corazón.

Juan con Andrés, Judas Tadeo con Santiago, traen una copa grande, echan agua en ella y ofrecen a Jesús la toalla, y también a los compañeros, los cuales hacen luego lo mismo con ellos. Y ponen la copa (en realidad es una palangana de metal) en un rincón.

-Y ahora cada uno a su sitio. Yo aquí, y aquí, a la derecha, Juan; al otro lado, mi fiel Santiago: los dos primeros discípulos.
Después de Juan mi Piedra fuerte. Y después de Santiago el que es como el aire, que no se advierte pero siempre está y consuela: Andrés. A su lado mi primo Santiago. ¿No te duele, dulce hermano, el que asigne el primer puesto a los primeros? Eres el sobrino del Justo, cuyo espíritu, más que nunca en esta hora, late en suspendido vuelo sobre mí. ¡Ten paz, padre de mi debilidad de niño, encina a cuya sombra hallaron alivio la Madre y el Hijo! ¡Ten paz!... Después de Pedro, Simón... Simón, ven un momento aquí. Quiero mirar fijamente tu rostro leal. Después te veré ya sólo mal, porque otros me cubrirán tu honesto rostro.

Gracias, Simón. Por todo - y lo besa.

Simón, dejado ya, va a su sitio y, un instante, se lleva las manos a la cara con un gesto de aflicción.

-En frente de Simón mi Bartolmái. Dos honradeces y sabidurías que se reflejan recíprocamente. Están bien juntos. Y, al lado, tú, Judas, hermano mío. Así te veo... y me parece estar en Nazaret... cuando alguna fiesta nos reunía a todos en torno a una mesa... También en Caná... ¿Recuerdas? Estábamos el uno al lado del otro. Una fiesta... una fiesta de boda... el primer milagro... el agua transformada en vino... También hoy una fiesta... y también hoy habrá un milagro... el vino cambiará de naturaleza... y será... - Jesús se sume en su pensamiento. Con la cabeza baja, está como aislado en su mundo secreto. Los demás lo miran sin decir nada.
Alza de nuevo la cabeza y mira fijamente a Judas Iscariote, y le dice:
-Tú estarás frente a mí.
-¿Tanto me quieres? ¿Más que a Simón, que siempre quieres tenerme enfrente?
-Mucho. Tú lo has dicho.
-¿Por qué, Maestro?
-Porque eres el que más ha hecho de todos para esta hora.
Judas mira al Maestro y a sus compañeros con una mirada muy cambiante: al primero con una cierta, irónica compasión; a los otros, con aire de triunfo.
-Y a tu lado, en una parte, Mateo; en la otra, Tomás.
-Entonces Mateo a mi izquierda y Tomás a mi derecha.
-Como quieras, como quieras - dice Mateo - Me basta con tener bien de frente a mi Salvador.
-Por último, Felipe. ¿Veis? El que no está a mi lado en el lado de honor, tiene el honor de estar frente a mí.
Jesús, en pie en su sitio, vierte en la amplia copa que está colocada delante de Él -todos tienen altas copas, pero El tiene una mucho más grande, además de la que tienen todos; debe ser la copa ritual-, vierte el vino. Alza la copa, la ofrece, la pone en la mesa.
Luego todos juntos preguntan con tono de salmo:
-¿Por qué esta ceremonia?
Pregunta formal, de rito, está claro.
A la cual Jesús, como cabeza de familia, responde:
-Este día recuerda nuestra liberación de Egipto. Bendito sea Yeohveh, que ha creado el fruto de la vid. Bebe un sorbo de este vino ofrecido y pasa el cáliz a los demás. Luego ofrece el pan, lo parte, lo distribuye; luego las hierbas empapadas en la salsa rojiza que hay en cuatro salseras.
Terminada esta parte de la comida cantan salmos, todos en coro. Se lleva a la mesa, desde el aparador, la amplia bandeja del cordero asado, y la ponen delante de Jesús.
Pedro, que desempeña el papel de... primera parte, de coro, si le gusta más, pregunta:
-¿Por qué este cordero, así?
-Como recuerdo de cuando Israel fue salvado por el cordero inmolado. No murió ningún primogénito donde la sangre brillaba en las jambas y el dintel. Y, después, mientras todo Egipto lloraba a los primogénitos varones muertos, desde el palacio del faraón hasta los tugurios, los hebreos, capitaneados por Moisés, se movieron hacia la tierra de la liberación y la promesa.
Ceñidas ya sus cinturas, calzados los pies, cayado en mano, fue diligente el pueblo de Abraham para ponerse en marcha cantando los himnos del júbilo.
Todos se ponen en pie y entonan:
-Cuando Israel salió de Egipto y la casa de Jacob de un pueblo bárbaro, Judea vino a ser su santuario» etc., etc. (en la Neovulgata Salmo 114).
Ahora Jesús corta el cordero, llena un nuevo cáliz, bebe de él y lo pasa. Luego entonan otro canto:
-Niños, alabad al Señor; bendito sea el Nombre del Eterno, ahora y por los siglos de los siglos. De Oriente a Occidente debe ser alabado» etc. (Salmo 113).
Jesús da los trozos de cordero cuidando de que todos queden bien servidos, justamente como haría un padre de familia rodeado de los amados hijos de su corazón. Solemne, un poco triste, mientras dice:
-He deseado ardientemente comer con vosotros esta Pascua. Ha sido para mí el deseo de los deseos, desde que fui –abaeterno- "el Salvador". Sabía que esta hora precedería a esa otra. Mas la alegría de darme infundía, anticipadamente, este consuelo a mi padecer... He deseado ardientemente comer con vosotros esta Pascua, porque ya nunca comeré del fruto de la vid hasta la llegada del Reino de Dios. Entonces me sentaré nuevamente con los elegidos en el Banquete del Cordero, para el desposorio de los Vivientes con el Viviente. Pero vendrán a él solamente los que hayan sido humildes y limpios de corazón como Yo soy.
-Maestro, hace un momento has dicho que el que no tiene el honor del sitio lo tiene por estar enfrente de ti. ¿Cómo podemos saber, entonces, quién es el primero de entre nosotros? - pregunta Bartolomé.
-Todos y ninguno. Una vez... volvíamos cansados... nauseados por el odio farisaico. Pero no estabais cansados de discutir entre vosotros acerca de quién era el mayor... Un niño vino a mí rápido... un pequeño amigo mío... Y su inocencia endulzó la desazón que Yo tenía por muchas cosas (no la última, vuestra humanidad obstinada). ¿Dónde estás ahora, pequeño Benjamín que tuviste aquella sabia respuesta que te vino del Cielo porque -ángel como eras- el Espíritu te hablaba? En aquel momento os dije: "Si uno quiere ser el primero, sea el último y el servidor de todos". Y os puse como ejemplo al sabio niño. Ahora os digo:
"Los reyes de las naciones las dominan. Y los pueblos oprimidos, aun odiándolos, los aclaman, y los reyes son llamados “Benefactores”, “Padres de la Patria”. Mas el odio se anida bajo el falso obsequio". Pero entre vosotros no debe ser así. Que el mayor sea como el menor; el que es cabeza, como uno que sirve. Efectivamente: ¿quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? El que está a la mesa. Yo, sin embargo, os sirvo; y, dentro de poco, os serviré más. Vosotros sois los que habéis estado conmigo en las pruebas. Y Yo dispongo para vosotros un puesto en mi Reino de la misma forma que en Él Yo seré Rey según la voluntad del Padre-, para que comáis y bebáis en mi mesa eterna y estéis sentados en tronos juzgando a las doce tribus de Israel. Habéis permanecido a mi lado en mis pruebas... Esto y no otra cosa es lo que os hace grandes ante los ojos del Padre.
-¿Y los que vendrán después? ¿No tendrán un lugar en el Reino? ¿Sólo nosotros?
-¡Oh, cuántos príncipes habrá en mi Casa! Todos los que hayan sido fieles a Cristo en las pruebas de la vida serán príncipes en mi Reino. Porque los que hayan perseverado hasta el final en el martirio de la existencia serán como vosotros, que conmigo habéis perseverado en mis pruebas. Yo me identifico en mis creyentes. A los predilectos les doy, como enseña, ese Dolor que abrazo por vosotros y por todos los hombres. El que me sea fiel en el Dolor será un bienaventurado mío; como vosotros, mis amados.
Jesús se levanta -debe también alzarse Juan, para dejar a Jesús salir mejor de su sitio-, va a un arquibanco y se quita la túnica roja; la pone doblada encima del manto, ya doblado, se ciñe a la cintura una toalla grande, luego va a otra palangana, que todavía está vacía y limpia. Echa en ella agua, lleva la palangana al centro de la habitación, junto a la mesa, y la pone encima de un taburete. Los apóstoles lo miran estupefactos.
-¿No me preguntáis que qué hago?
-No lo sabemos. Te digo que ya estamos purificados - responde Pedro.
-Y Yo te repito que eso no importa. Mi purificación le sirve al que ya está purificado para estarlo más.
Se arrodilla. Desata las sandalias a Judas Iscariote y le lava los pies; uno primero, otro después. Es fácil hacerlo, porque los triclinios están hechos de tal manera que los pies quedan hacia la parte externa. Judas está estupefacto. No dice nada. Pero, cuando Jesús, antes de calzar el pie izquierdo y levantarse, pone el gesto de besarle el pie derecho ya calzado, Judas retrae bruscamente el pie y da un golpe con la suela en la boca divina. Lo hace sin querer. No es un golpe fuerte, pero a mí me causa mucho dolor. Jesús sonríe, y, al apóstol, que le dice: «¿Te he hecho daño? Ha sido sin querer... Perdona», le responde:
-No, amigo. Lo has hecho sin malicia y no hace daño.
-Judas lo mira... Es una mirada inquieta, huidiza...
Jesús pasa a Tomás, luego a Felipe... Rodea el lado estrecho de la mesa y va donde su primo Santiago. Lo lava, y lo besa en la frente al levantarse. Pasa a Andrés, que está rojo de vergüenza y hace esfuerzos por no llorar; lo lava, lo acaricia como a un niño. Luego está Santiago de Zebedeo, que no hace sino susurrar: « ¡Oh, Maestro! ¡Maestro! ¡Maestro! ¡Anonadado y sublime Maestro mío!». Juan se ha desatado ya las sandalias y, mientras Jesús está agachado secándole los pies, él se inclina y lo besa en el pelo.
¡Pero, a Pedro!... ¡No es fácil convencerlo para este rito!
-¿Tú lavarme a mí los pies? ¡Ni por asomo! Mientras viva, no te lo permitiré. Yo soy un gusano, Tú eres Dios. Cada uno en su lugar.
-Lo que Yo hago tú no puedes comprenderlo por ahora. Más adelante lo comprenderás. Déjame.
-Todo lo que Tú quieras, Maestro. ¿Quieres cortarme el cuello? Hazlo. Pero no me lavarás los pies.
-¡Oh, mi Simón! ¿No sabes que si no te lavo no tendrás parte en mi Reino? ¡Simón, Simón! Necesitas esta agua para tu alma y para el mucho camino que debes recorrer. ¿No quieres venir conmigo? Si no te lavo, no vienes a mi Reino.
-¡Oh, Señor mío bendito! ¡Pues entonces lávame todo! ¡Los pies, las manos y la cabeza!
-El que, como vosotros, se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque ya está enteramente purificado. Los pies... El hombre con los pies camina sobre cosas sucias. Y ello sería poco, pues ya os dije que lo que ensucia no es lo que entra y sale con el alimento, ni contamina al hombre lo que se pega a los pies por el camino. No. Lo que le contamina es lo que incuba y madura en su corazón y de allí sale y contamina sus acciones y sus miembros. Y los pies del hombre de corazón no limpio se dirigen hacia la crápula, la lujuria, los tratos ilícitos, los delitos... Por tanto, son, de entre los miembros del cuerpo, los que tienen mucha parte que purificar... como también los ojos, y la boca... ¡Oh, hombre!, ¡hombre!, ¡perfecta criatura un día, el primero, y luego tan corrompido por el Seductor! ¡Y no había en ti malicia, oh hombre, ni pecado!... ¿Y ahora? ¡Eres todo malicia y pecado y no hay parte en ti que no peque!
Jesús ha lavado los pies a Pedro. Los besa. Y Pedro llora y toma con sus gruesas manos las dos manos de Jesús, se las pasa por los ojos y las besa luego.
También Simón se ha quitado las sandalias y, sin decir nada, se deja lavar. Pero luego, cuando Jesús está ya para pasar a Bartolomé, Simón se arrodilla, le besa los pies y dice:
-¡Límpiame de la lepra del pecado como me limpiaste de la lepra del cuerpo, para no quedar confundido en la hora del juicio, Salvador mío!
-No temas, Simón. Vendrás a la Ciudad celeste, blanco como nieve alpina.
-¿Y yo, Señor? ¿A tu viejo Bartolmái qué le dices? Me viste a la sombra de la higuera y leíste mi corazón. ¿Ahora qué ves?, ¿dónde me ves? Tranquiliza a este pobre anciano que teme no tener ni fuerza ni tiempo para llegar  a como quieres que seamos. Se le ve muy emocionado a Bartolomé.
-Tampoco temas tú. En aquel momento dije: "He aquí a un verdadero israelita en quien no hay engaño". Ahora digo: "He aquí a un verdadero cristiano digno del Cristo". ¿Que dónde te veo? Sentado en un trono eterno, vestido de púrpura. Yo estaré siempre contigo.
Le toca el turno a Judas Tadeo, el cual, cuando ve a sus pies a Jesús, no sabe contenerse y reclina la cabeza sobre el brazo que tiene apoyado en las mesa y llora.
-No llores, dulce hermano. Te sientes como uno que debiera soportar que le arrancasen un nervio, y te parece que no puedes soportarlo. Pero será un dolor breve. Luego... ¡serás feliz, porque me quieres! Te llamas Judas. Y eres como nuestro gran Judas (1 Macabeos 3, 1-9): como un gigante. Eres el protector. Tus acciones son de león y cachorro de león rugientes.
Desanidarás a los impíos, que ante ti retrocederán, y los inicuos sentirán terror. Yo sé las cosas. Sé fuerte. Una eterna unión estrechará y hará perfecto nuestro parentesco, en el Cielo - Lo besa también a él, en la frente, como a su otro primo.
-Yo soy pecador, Maestro. A mí no...
-Eras pecador, Mateo. Ahora eres el Apóstol. Eres una "voz" mía. Te bendigo. ¡Cuánto camino han recorrido estos pies para avanzar sin cesar, hacia Dios!... El alma los incitaba y ellos han abandonado todo camino que no fuera mi camino. Continúa.
¿Sabes dónde termina el sendero? En el seno del Padre mío y tuyo.

Jesús ha terminado. Deja la toalla, se lava en agua limpia las manos, se pone de nuevo la túnica, vuelve a su sitio y, al sentarse, dice:

-Ahora estáis limpios, aunque no todos. Sólo los que han tenido la voluntad de estarlo.
Mira fijamente a Judas de Keriot, que ha hecho como si no hubiera oído, ocupado en explicar a su compañero Mateo cómo su padre se decidió a mandarlo a Jerusalén: palabras inútiles que tienen para Judas -quien, a pesar de su audacia, debe sentirse incómodo- la única finalidad de guardar las apariencias.

Jesús vierte vino por tercera vez en el cáliz común. Bebe. Ofrece de beber. Luego canta, y los otros le siguen en coro:

«Amo porque el Señor escucha la voz de mi oración, porque inclina su oído hacia mí. Le invocaré durante toda mi vida. Me rodeaban dolores de muerte» etc. (Según la numeración de la Neovulgata, se recitan por orden: Salmo 116 (que agrupa el 114 y el 115 de la Vulgata), Salmo 117, Salmo 118 (largo himno), Salmo 119 (el que no termina nunca) Un momento de pausa. Luego sigue cantando: «Tuve fe y por eso hablé. Me había humillado profundamente y en medio de mi turbación decía: "Todo hombre es mentiroso"». Mira fijo a Judas.

Jesús, que ha comido poquísimo y ha bebido sólo un sorbo de vino por cada cáliz -sin embargo, como si se sintiera febril, ha bebido mucha agua- continúa hablando:

-Quiero que comprendáis mi gesto de antes. Os he dicho que el primero es como el último, y que os daría un alimento que no es corporal. Os he dado un alimento de humildad. Para vuestro espíritu. Vosotros me llamáis: Maestro y Señor. Decís bien, porque lo soy. Entonces, si Yo os he lavado los pies, también debéis lavároslos vosotros los unos a los otros. Os he dado ejemplo para que hagáis lo mismo que Yo he hecho. En verdad os digo: el siervo no es más que su señor, ni el apóstol más que Aquel que lo ha constituido apóstol. Tratad de comprender estas cosas. Y si, comprendiéndolas, las ponéis por obra, seréis bienaventurados. Pero no seréis todos bienaventurados. Yo os conozco. Sé a quiénes he elegido. No de la misma manera me refiero a todos. Pero digo la verdad. Por otra parte, debe cumplirse lo que en relación a mí fue escrito (Salmo 41, 10): “Aquel que come conmigo el pan ha alzado contra mí su calcañar". Os digo todo antes de que suceda, para que no abriguéis dudas respecto a mí. Cuando todo esté cumplido, creeréis todavía más que Yo soy Yo. El que me recibe a mí recibe al que me ha enviado: al Padre santo que está en los Cielos. Y el que reciba a los que Yo envíe me recibirá a mí mismo. Porque Yo estoy con el Padre y vosotros estáis conmigo... Pero ahora vamos a cumplir el rito. Vierte de nuevo vino en el cáliz común y, antes de beber de él y de pasarlo para que beban, se levanta, y con Él se levantan todos, y canta otra vez uno de los salmos de antes: «Tuve fe y por eso hablé... » Y luego uno que no termina nunca.

¡Hermoso... pero eterno! Creo identificarlo, por el comienzo y lo largo que es, como el salmo 118. Lo cantan así: un trozo todos juntos; luego, por turnos, uno dice un dístico y los otros, juntos, un trozo; y así hasta el final. ¡Yo creo que al final tienen que sentir sed!

Jesús se sienta. No se recuesta; se queda sentado, como nosotros. Y habla:
-Ahora que el antiguo rito ha sido cumplido, voy a celebrar el nuevo. Os he prometido un milagro de amor. Es la hora de realizarlo. Por esto he deseado esta Pascua. De ahora en adelante, ésta será la hostia inmolada en perpetuo rito de amor. Os he amado durante toda la vida de la Tierra, amigos amados. Os he amado durante toda la eternidad, hijos míos. Y quiero amaros  hasta el final. No hay cosa mayor que ésta. Recordadlo. Yo me marcho. Pero permaneceremos siempre unidos mediante el
milagro que voy a cumplir ahora.
Jesús toma un pan todavía entero. Lo pone encima del cáliz, que está completamente lleno. Bendice y ofrece ambos, luego parte el pan y toma de él trece trozos. Se los da, uno a uno, a los apóstoles, y dice:
-Tomad y comed. Esto es mi Cuerpo. Haced esto en memoria mía, que me marcho.
Pasa el cáliz y dice:
-Tomad y bebed. Ésta es mi Sangre. Éste es el cáliz del nuevo pacto en la Sangre y por la Sangre mía, que será derramada por vosotros para el perdón de vuestros pecados y para daros la Vida. Haced esto en memoria mía.
 Jesús está tristísimo. Toda huella de sonrisa, de luz, de color, lo han abandonado. Su rostro es ya de agonía. Los apóstoles lo miran angustiados.
Jesús se levanta y dice:
-No os mováis. Vuelvo enseguida». Toma el trozo decimotercero de pan y el cáliz y sale del Cenáculo.
-Va donde su Madre - susurra Juan.
Y Judas Tadeo suspira:
-¡Pobre mujer!
Pedro pregunta en voz baja:
-¿Crees que Ella sabe?
-Sabe todo. Siempre lo ha sabido todo.




Autor: Maria Valtorta “Il Poema dell'Uomo-Dio”
Nota: Los escritos corresponden a Revelaciones Privadas.

Revelaciones privadas: La Iglesia acepta que pueden existir, su función no es la de “completar” la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia, la autoridad de las revelaciones privadas es esencialmente diversa de la única revelación pública: ésta exige nuestra fe, aquellas sólo se la exige a la persona que efectivamente las hubiera recibido.
El criterio de verdad y de valor de una revelación privada es su orientación a Cristo. Cuando ella nos aleja de Cristo, cuando se hace autónoma o, más aún, cuando se hace pasar como otro y mejor designio de salvación, más importante que el Evangelio, entonces no proviene ciertamente del Espíritu Santo, que nos guía hacia el interior del Evangelio y no fuera del mismo. Nuestra intención con estos mensajes es acercar a nuestros lectores de una forma viva a Nuestro Señor Jesucristo y a nuestra Sma. Madre.


Tomado del sitio Encuentra.com

martes, 22 de marzo de 2016

Porque tú eres mi esperanza, Señor, en ti confío, Señor, desde mi juventud. En ti me apoyaba antes de nacer, tú eres mi protector desde las entrañas de mi madre. En ti, Señor, he puesto mi esperanza.



Evangelio
según san Juan 13, 21-33. 36-38

En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se conmovió profundamente y declaró:
"Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar".
Los discípulos comenzaron a mirarse unos a otros, preguntándose a quién podría referirse. Uno de ellos, el discípulo al que Jesús tanto amaba, estaba reclinado sobre el pecho de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que le preguntara a quién se refería. El discípulo que estaba reclinado sobre el pecho de Jesús le preguntó:
"Señor, ¿quién es?"
Le contestó Jesús:
"Aquel a quien yo dé el trozo de pan que voy a mojar en el plato".
Y, mojándolo, se lo dio a Judas Iscariote, hijo de Simón.
Cuando Judas recibió aquel trozo de pan mojado, Satanás entró en él.
Jesús le dijo:
"Lo que vas a hacer, hazlo cuanto antes".
Ninguno de los que estaban a la mesa con Jesús entendió lo que había querido decir. Como Judas era el que llevaba la bolsa del dinero, algunos pensaron que le había encomendado que comprara lo necesario para la fiesta o que diera algo a los pobres. Judas, después de recibir el trozo de pan mojado, salió
inmediatamente. Era de noche.
Al salir Judas, dijo Jesús:
"Ahora va a manifestarse la gloria del Hijo del hombre, y Dios será glorificado en él. Y si Dios va a ser glorificado en el Hijo del hombre, también Dios lo glorificará a él. Y lo va a ser muy pronto.
Hijos míos, ya no estaré con ustedes por mucho tiempo. Me buscarán, pero les digo ahora lo mismo que ya dije a los judíos: "Adonde yo voy, ustedes no pueden venir"".
Simón Pedro le preguntó:
"Señor, ¿adónde vas?"
Jesús le respondió:
"Adonde yo voy tú no puedes seguirme ahora; algún día lo harás".
Pedro insistió:
"Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Estoy dispuesto a dar mi vida por ti".
Jesús le dijo:
"¡De modo que estás dispuesto a dar tu vida por mí! Te aseguro, Pedro, que antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.


Dios todopoderoso y eterno, ayúdanos a celebrar los misterios de la pasión del Señor con tal fe y arrepentimiento que podamos merecer tu perdón.
Por nuestro Señor Jesucristo...Amén.




Sal 70
En ti, Señor, he puesto mi esperanza.

En ti, Señor, me refugio; que yo no quede avergonzado para siempre. Líbrame, rescátame tú, que eres salvador; hazme caso y libérame.
En ti, Señor, he puesto mi esperanza.
Sé para mí una roca de refugio, una fortaleza donde me salve, pues tú eres mi roca y mi fortaleza; Dios mío, rescátame de las manos del malvado.
En ti, Señor, he puesto mi esperanza.
Porque tú eres mi esperanza, Señor, en ti confío, Señor, desde mi juventud. En ti me apoyaba antes de nacer, tú eres mi protector desde las entrañas de mi madre.
En ti, Señor, he puesto mi esperanza. 


Mi boca proclamará todo el día tu salvación, y tus actos liberadores. Desde mi juventud. Dios mío, me has instruido, y yo he proclamado tus maravillas hasta hoy.
En ti, Señor, he puesto mi esperanza.


 
Oremos
Acerquémonos, hermanos y hermanas, a Jesús, mediador de la nueva alianza y signo de propiciación por nuestros pecados y por los de todo el mundo, y presentémosle con fe las oraciones de su Iglesia:

Para que Dios Padre, que nos ha enviado a Jesucristo como pastor y redentor del mundo, guarde, proteja e ilumine a la Iglesia, y la fortalezca en la fe y en el amor, roguemos al Señor.
Escúchanos Señor.
Para que el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob haga brillar su rostro sobre el pueblo de Israel y le manifieste a Jesús como el Mesías de su esperanza, roguemos al Señor.
Escúchanos Señor.

Para que los pueblos del Islam encuentren en la fe y en la caridad de los cristianos una luz que los encamine al único Señor que perdona y salva, roguemos al Señor.
Escúchanos Señor.
Para que Dios todopoderoso y eterno, que quiere que todos los hombres y mujeres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, descubra su rostro a los ateos, libre a los paganos de toda idolatría, superstición o engaño y les revele la luz de su palabra, roguemos al Señor.
Escúchanos Señor.
Para que el Padre de misericordia y Dios de todo consuelo, conceda su auxilio a todos los que lo invocan desde el fondo del corazón y a todos los que dudan, sufren o luchan, roguemos al Señor.
Escúchanos Señor.

Mira, Señor, a tu familia, reunida en el nombre de Jesucristo, y protégela con amor constante; que los que se esfuerzan por buscar tu rostro vean atendidas sus oraciones y experimenten la ayuda de tu protección.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


Fuente  ; www.iesvs.org

Oremos con los Amigos del Arca

Beato Clemente Augusto Von Gallen
Nació el año 1878 en Oldenburg (Alemania) de familia noble. Se ordenó de sacerdote en Münster el año 1904 y estuvo desempeñando ministerios parroquiales hasta que, en 1933, fue elegido obispo de Münster. Reprodujo ante el clero y el pueblo la imagen evangélica del Buen Pastor. Luchó abiertamente contra los errores nazis y denunció las violaciones de los derechos de la persona y de la Iglesia. Por su valentía lo llamaron «El león de Münster». Fue uno de los obispos que colaboraron con Pío XI en la preparación de la encíclica Mit Brennender Sorge, en la que el Papa acusó al régimen nacionalsocialista ante la opinión pública. Durante la II Guerra Mundial denunció los atropellos de los nazis. Terminada la guerra, pidió a las autoridades de ocupación que actuaran de acuerdo con la justicia. Pío XII lo creó cardenal en 1946, como reconocimiento a su actitud intrépida durante el período del nacionalsocialismo. Murió en Münster el 22 de marzo de 1946. Fue beatificado el año 2005. Era hombre de fe, piadoso, de inquebrantable resistencia a la injusticia, devoto de la Virgen.



Santa Lea.

 Era una matrona romana que, muerto su marido, decidió consagrarse a Dios, por lo que rehusó contraer nuevas nupcias con otro noble romano. A su vez, santa Marcela, también matrona romana, había convertido su residencia del Aventino en una especie de monasterio, en el que oraban y estudiaban la S. Escritura un grupo de mujeres, que vivían en castidad y pobreza. Lea se retiró a vivir con su servidumbre a una casa de campo y se integró en el grupo de Marcela, la cual le encargó la formación de las jóvenes. San Jerónimo, que las visitaba cuando iba a Roma, es quien nos informa de su vida. Murió en Roma el año 384.

Oremos con los Misioneros Oblatos








Oh María, Madre del Verbo encarnado y Madre Nuestra, estamos aquí a tus pies mientras comienza un nuevo día, un nuevo don del Señor. Depositamos en Tus manos y en Tu corazón todo nuestro ser. Nosotros seremos totalmente tuyos en la voluntad, en el pensamiento, en el cuerpo, en el corazón. Tú forma en nosotros, con bondad maternal, en este día una vida nueva, la vida de Tu Hijo Jesús. Previene y acompaña, oh Reina del Cielo, con Tu inspiración materna, también nuestras más pequeñas acciones para que todo sea puro y grato a la hora del Sacrificio Santo e Inmaculado. Haznos santos como Jesús nos ha pedido y tu corazón ardientemente lo desea. Así sea.
Fuente: Oraciones para todas las ocasiones

 Hoy antes de salir reza







Oración de la Sangre de Cristo

Señor Jesús, en tu nombre y con el Poder de tu Sangre Preciosa
sellamos toda persona, hechos o acontecimientos a través de los cuales
el enemigo nos quiera hacer daño.

Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos toda potestad destructora en
el aire, en la tierra, en el agua, en el fuego, debajo de la tierra, en las fuerzas satánicas de la naturaleza, en los abismos del infierno, y en el mundo en el cual nos movemos hoy.

Con el Poder de la Sangre de Jesús rompemos toda interferencia y acción del maligno. Te pedimos Jesús que envíes a nuestros hogares y lugares de trabajo a la Santísima Virgen acompañada de San Miguel, San Gabriel, San Rafael y toda su corte de Santos Ángeles.

Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos nuestra casa, todos los que la habitan
(nombrar a cada una de ellas), las personas que el Señor enviará a ella, así como los alimentos y los bienes que Él generosamente nos envía para nuestro sustento.

Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos tierra, puertas, ventanas,
objetos, paredes, pisos y el aire que respiramos,y en fe colocamos un círculo de Su Sangre alrededor de toda nuestra familia.

Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos los lugares en donde vamos
a estar este día, y las personas, empresas o instituciones con quienes vamos a tratar
(nombrar a cada una de ellas).

Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos nuestro trabajo material y espiritual, los negocios de toda nuestra familia, y los vehículos, las carreteras, los aires, las vías y cualquier medio de transporte que habremos de utilizar.

Con Tu Sangre preciosa sellamos los actos,las mentes y los corazones de todos los habitantes y dirigentes de nuestra Patria a fin de que Tu Paz y Tu Corazón al fin reinen en ella.

Te agradecemos Señor por Tu Sangre y por Tu Vida, ya que gracias a Ellas
hemos sido salvados y somos preservados de todo lo malo. Amén.



domingo, 20 de marzo de 2016

Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.

Maria Madre de las Almas Consagradas ruega por nosotros y santificanos!

Oramos Con La Liturgia de las Horas
20 de marzo

Completas
Oración antes del descanso nocturno


Dios mío, ven en mi auxilio
Señor, date prisa en socorrerme.  

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Oremos pidiendo perdon...

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.


El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Amén. 

Lectura Ap 22, 4-5

Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.

En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
Tú, el Dios leal, nos librarás.

 Te encomiendo mi espíritu.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

 En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.


Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
  Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.


Oremos
Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.Amén.



El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
Amén.

Oremos con La Santisima Virgen Maria

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita
.




Oremos


En este tiempo de Cuaresma roguemos a Dios nuestro Padre que nos ilumine para reconocerlo más y mejor en su Hijo y en nuestros hermanos.

-Para que purifique a la Iglesia en la sangre de Cristo y le conceda el don de la unidad.

-Para que dé la paz, la justicia, la libertad y el amor fraterno a quienes han sido iluminados por la luz de Jesucristo su Hijo.

-Para que los ciegos que no reconocen al Padre en la persona de Cristo y en su mensaje, sean iluminados por la luz de la fe.

-Para que los creyentes, llamados a dar testimonio de la luz de Cristo, clarifiquemos su noticia entre los hombres.

Oración: Señor, Dios nuestro, que nos has enviado a Jesucristo, luz del mundo, para iluminar las tinieblas de nuestra mente y de nuestro corazón, escúchanos y cura nuestra ceguera. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.





lunes, 14 de marzo de 2016

"Yo soy la luz del mundo. El que me siga no caminará a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida".



Evangelio
según san Juan 8, 12-20

En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos:
"Yo soy la luz del mundo. El que me siga no caminará a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida".
Al oír esto, los fariseos le dijeron:
"Estás dando testimonio de ti mismo; por tanto, tu testimonio no tiene valor".
Jesús les contestó:
"Aunque doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es válido, porque sé de dónde vengo y a dónde voy. Ustedes, en cambio, no saben ni de dónde vengo ni a dónde voy. Ustedes juzgan con criterios mundanos. Yo no juzgo a nadie, pero si lo hiciera, mi juicio es válido, porque no soy yo sólo el juez, sino que también está conmigo el Padre, que me envió. En su ley está escrito que el testimonio dado por dos testigos es válido. Pues bien: un testigo a mi favor soy yo mismo; pero también da testimonio a mi favor el Padre, que me envió".
Ellos le preguntaron:
"¿Dónde está tu Padre?"
Jesús les contestó:
"Ni me conocen a mí ni conocen a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre".
Jesús dijo esto cuando estaba enseñando en el templo, junto a las alcancías de las ofrendas. Sin embargo, nadie se atrevió a detenerlo, porque aún no había llegado su hora.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.



Dios nuestro, que con el don de tu amor nos colmas de bendiciones, transfórmanos en una nueva criatura para que estemos preparados a la Pascua gloriosa de tu Reino.
Por nuestro Señor Jesucristo...Amén.



Franciscanos.org

 
San Francisco escribió a los fieles: «Todos los que aman al Señor con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente, con todas las fuerzas, y aman a sus prójimos como a sí mismos, y odian a sus cuerpos con sus vicios y pecados, y reciben el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo, y hacen frutos dignos de penitencia: ¡Oh cuán bienaventurados y benditos son ellos y ellas, mientras hacen tales cosas y en tales cosas perseveran!, porque descansará sobre ellos el espíritu del Señor y hará en ellos habitación y morada»
(1CtaF 1-6).


Salmo 22

Nada temo, Señor, porque tú estás conmigo.

El Señor es mi pastor, nada me falta. Me conduce junto a aguas tranquilas y renueva mis fuerzas.
Nada temo, Señor, porque tú estás conmigo.
Me guía por la senda del bien, haciendo honor a su nombre. Aunque pase por un valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú estás conmigo; tu vara y tu bastón me dan seguridad.
Nada temo, Señor, porque tú estás conmigo.

Me preparas un banquete para envidia de mis adversarios, perfumas con ungüento mi cabeza y mi copa está llena.
Nada temo, Señor, porque tú estás conmigo.  


Tu amor y tu bondad me acompañan todos los días de mi vida; y habitaré por siempre en la casa del Señor.
Nada temo, Señor, porque tú estás conmigo




Oremos
Bendigamos a Jesús, nuestro Salvador, que por su muerte y resurrección nos ha abierto el camino de la salvación.

-Señor de misericordia, que en el bautismo nos diste una vida nueva, haznos cada día más conformes a ti.

-Enséñanos, Señor, a ser alegría para los que sufren, y haz que sepamos servirte en cada uno de ellos.

-Ayúdanos, Señor, a hacer frutos dignos de penitencia y a buscar tu rostro con sinceridad de corazón.

-Perdona las faltas que hemos cometido contra la armonía y unidad de tu familia, y haz que tengamos un solo corazón y un solo espíritu.

Oración: Purifica y protege, Señor, a tu Iglesia, dirígela y sostenla siempre. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.






María Josefina de Jesús Crucificado, Beata

 Nació en Nápoles el año 1894, hija de los marqueses Grimaldi. Desde su niñez mostró predilección por los pobres y los más necesitados. Tuvo particular devoción a la Eucaristía y a la Virgen María, especialmente con el rezo del rosario. En 1918, después de estudiar comercio, entró en el Carmelo de Santa María, en "Ponti Rossi" (Nápoles). Su vida estuvo marcada por una forma grave de tuberculosis en la espina dorsal, de la que, por intercesión de S. Francisco Javier, curó milagrosamente en 1922. Más tarde otras enfermedades la redujeron a la silla de ruedas. Supo unirse a Cristo y amarlo en el sufrimiento, y prestó consuelo y consejo a cuantos la visitaban en el locutorio del convento, para encontrarse con el amor de Dios. Por obediencia escribió su "Autobiografía" y su "Diario", así como cartas y exhortaciones para las religiosas. Murió el 14-III-1948. Beatificada en 2008.

 

Oremos, amados hermanos y hermanas, y pidamos la misericordia del Señor para que, compadeciéndose de su pueblo penitente, escuche nuestras plegarias.
A cada petición respondemos: Por misericordia, Señor, escúchanos.

Para que el Redentor del mundo, que se entregó a la muerte para vivificar a su pueblo, libere a la Iglesia de todo mal, roguemos al Señor.
Por misericordia, Señor, escúchanos.

Para que el Redentor del mundo, que oró en la cruz por quienes lo crucificaban, interceda ante el Padre por los pecadores, roguemos al Señor.
Por misericordia, Señor, escúchanos.

Para que el Redentor del mundo, que experimentó en la cruz el sufrimiento y la angustia,se compadezca de los que sufren, les dé fortaleza y paciencia y ponga fin a sus dolores, roguemos al Señor.
Por misericordia, Señor, escúchanos.

Para que el Redentor del mundo nos consuele a nosotros, sus siervos, que en estos días nos disponemos a recordar con veneración su cruz y nos reconforte con la fuerza de su resurrección, roguemos al Señor.
Por misericordia, Señor, escúchanos.


Dios de bondad, que quieres renovar en Cristo el universo entero, contempla nuestra miseria y, puesto que enviaste a tu Hijo al mundo no para condenarlo, sino para salvarlo, escucha nuestras oraciones, perdona nuestras culpas y haz que renazca en nuestros corazones la alegría de una vida nueva y exultante.
Por Jesucristo, nuestro Señor Amén.







lunes, 7 de marzo de 2016

“Danos Señor, santos sacerdotes, santos religiosos, laicos santos que trabajen por tu Iglesia. Amén”



Manifestación corta del día 4 y del día 22 de diciembre de 1993

Hacia las 7:00 p.m., del día 4 de diciembre de 1993, la cocinera de la casa señora Josefina tuvo oportunidad de ver a la Santísima Virgen que se estaba manifestando visiblemente en el cielo. Con gran emoción llamó enton­ces a las hermanas, las cuales acudieron prontamente y estuvieron en capacidad de participar de esta nueva y corta manifestación visible de la Santísima Virgen.



Es difícil llegar a descubrir qué intenciones ha tenido la Virgen al llevar a cabo tantas y tan variadas manifestaciones de su presencia visible.

Pero si seguimos el hilo del contenido de sus mensajes podríamos apreciar que Ella insiste mucho en que el lugar ha sido escogido por su divino hijo para otorgar a todos los que acudan a este su bosquecito santo con ánimo de oración y de recogimiento, gracias tras gracias ha manifestado, por otro lado, que Ella estará presente en el bosquecito hasta el final de los tiempos, esperando, llamando y acogiendo a sus hijos Pareciera que lo que Ella intenta es dejar claramente establecido en la fe y en los testimonios de los que viven en esta casa santa, que Ella realmente vive allí, que se deja ver frecuentemente durante esta etapa de sus manifestaciones visibles, para que luego no quede ninguna duda acerca de su palabra de permanecer en este lugar hasta el final de los tiempos, muy particularmente para sus almas consagradas

Una nueva confirmación de esto se observa cuando el día 22 de diciembre La Virgen volvió a repetir otra de sus cortas manifestaciones visibles, en esta oportunidad a la hermana Mary Carmen y al Ing. Padrón, quien estaba de visita y conversando sobre estos temas con dicha hermana. La hora fue la preferida de la Virgen: las 7:55 p.m., después de la adoración al Santísimo Sacramento.








ORAMOS POR LOS SEMINARISTAS Y RELIGIOSOS EN FORMACIÓN

“!Oh, qué grande es el sacerdote! Si se diese cuenta, moriría… Dios le obedece: pronuncia dos palabras y Nuestro Señor baja del cielo al oír su voz y se encierra en una pequeña Hostia…”. San Juan María Vianney
De la Carta de Benedicto XVI a los presbíteros del mundo:
El Cura de Ars consiguió en su tiempo cambiar el corazón y la vida de muchas personas, porque fue capaz de hacerles sentir el amor misericordioso del Señor. Urge también en nuestro tiempo un anuncio y un testimonio similar de la verdad del Amor: “Deus caritas est” (1 Jn 4, 8). Con la Palabra y con los Sacramentos de su Jesús, Juan María Vianney edificaba a su pueblo, aunque a veces se agitaba interiormente porque no se sentía a la altura, hasta el punto de pensar muchas veces en abandonar las responsabilidades del ministerio parroquial para el que se sentía indigno. Sin embargo, con un sentido de la obediencia ejemplar, permaneció siempre en su puesto, porque lo consumía el celo apostólico por la salvación de las almas. Se entregaba totalmente a su propia vocación y misión con una ascesis severa: “La mayor desgracia para nosotros los párrocos -deploraba el Santo- es que el alma se endurezca”; con esto se refería al peligro de que el pastor se acostumbre al estado de pecado o indiferencia en que viven muchas de sus ovejas.






Padre Nuestro


Te pedimos Señor, que bendigas a los seminaristas de todas las diócesis del mundo.

Jesús, Buen Pastor, Bendícelos.

Dios te salve María…

Te pedimos Señor, que bendigas a los aspirantes y postulantes de todas las Órdenes y Congregaciones religiosas.

Jesús, Buen Pastor, Bendícelos.

Dios te salve María…

Te pedimos Señor, que bendigas a los novicios y novicias de todas las Órdenes y Congregaciones religiosas.

Jesús, Buen Pastor, Bendícelos.

Dios te salve María…

Te pedimos Señor, que bendigas a los profesos y profesas temporales de todas las Órdenes y Congregaciones religiosas.

Jesús, Buen Pastor, Bendícelos.

Dios te salve María…

Te pedimos Señor, que les concedas un corazón recto para buscar en todas las cosas y en todo momento tu bendita voluntad.

Bendícelos Señor.

Dios te salve María…

Te pedimos Señor, que sanes sus corazones de todas las heridas recibidas a lo largo de la vida.

Jesús, Buen Pastor, Bendícelos.

Dios te salve María…

Te pedimos Señor, que transformes sus corazones, a semejanza de tu Divino Corazón y del Inmaculado Corazón de María.

Jesús, Buen Pastor, Bendícelos.

Dios te salve María….
  

Te pedimos Señor, que bendigas a tus seminaristas y formandos, concediéndoles la docilidad a tu Santo Espíritu, el fervor y la alegría.

Jesús, Buen Pastor, Bendícelos.

Dios te salve María…

Te pedimos Señor, que transformes su personalidad, según tu Divina Voluntad.

Jesús, Buen Pastor, Bendícelos.

Dios te salve María…

 Te pedimos Señor, que les concedas los nuevos comportamientos que necesitan para llegar a ser testigos de la presencia de tu Reino en el mundo.

Jesús, Buen Pastor, Bendícelos.

Dios te salve María…


Oración




“Jesús, Buen Pastor: en tus manos ponemos a todos tus Pastores, para que llenos de tu Espíritu Santo, sepan interpretar los signos de los tiempos actuales y guíen al rebaño, a ellos encomendado, hacía pastos verdes y aguas de vida. Amén.”


Jaculatoria:


“Danos Señor, santos sacerdotes, santos religiosos, laicos santos que trabajen por tu Iglesia. Amén”


Oración de protección:


Jesús, Divino Señor, por Tu dolorosa Pasión, cubre con Tu Preciosísima Sangre, a todos los Obispos, sacerdotes y consagrados. Ten piedad de ellos y líbralos de todo mal, ahora y siempre. El Inmaculado Corazón de la Dulce Virgen María, reprenda con su fuerza Santísima a todo enemigo de Dios y de su Iglesia. Amén.”

Rosario por los sacerdotes