A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. Que el Espíritu Santo los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra.

viernes, 10 de noviembre de 2017

Confía en el Señor, practica el bien y vivirás tranquilo en esta tierra; que agradar al Señor sea tu deleite, y él te dará cuanto deseas. Rectas y sabias son las palabras del justo.



Evangelio
según san Lucas 16, 1-8

Gloria a ti, Señor. En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Había una vez un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: “¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador”. Entonces el administrador se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener a alguien que me reciba en su casa, cuando me despidan”. Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: “¿Cuánto le debes a mi amo?” El hombre respondió: “Cien barriles de aceite”. El administrador le dijo: “Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta”. Luego preguntó al siguiente: “Y tú, ¿cuánto debes?” Este respondió: “Cien sacos de trigo”. El administrador le dijo: “Toma tu recibo y haz otro por ochenta”. El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz”.
Palabra del Señor. 



salmo 97

Que todos los pueblos aclamen al Señor.

Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su santo brazo le han dado la victoria.
Que todos los pueblos aclamen al Señor.

El Señor ha dado a conocer su victoria y ha revelado a las naciones su justicia. Una vez más ha demostrado Dios su amor y su lealtad hacia Israel.
Que todos los pueblos aclamen al Señor.

La tierra entera ha contemplado la victoria de nuestro Dios. Que todos los pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor.
Que todos los pueblos aclamen al Señor.


 Señor y Dios nuestro, que infundiste en san León Magno tu admirable doctrina; concédenos, por su intercesión, ser fieles a sus enseñanzas y dar testimonio de ellas con nuestra conducta. Por nuestro Señor Jesucristo...Amén

salmo 36

Rectas y sabias son las palabras del justo.

Confía en el Señor, practica el bien y vivirás tranquilo en esta tierra; que agradar al Señor sea tu deleite, y él te dará cuanto deseas.
Rectas y sabias son las palabras del justo.

Pon tu vida en las manos del Señor, en él confía, y él hará que tu justicia y tu derecho brillen igual que el sol de mediodía.
Rectas y sabias son las palabras del justo.

Rectas y sabias son las palabras del justo; pues lleva en su interior la ley de Dios, sus pasos son seguros.
Rectas y sabias son las palabras del justo





Jesucristo resucitado, el sumo sacerdote de la nueva Alianza, presenta al Padre nuestras peticiones. A él nos unimos con toda confianza.

-Por la Iglesia: para que no le falten nunca santos sacerdotes y personas consagradas, que anuncien el Evangelio y atiendan con celo y caridad a las necesidades de los hermanos.

-Por los sacerdotes: para que, a ejemplo del Buen Pastor, sepan servir con humildad y cariño a todos y buscar su verdadero bien.

-Por los gobernantes y cuantos ejercen el servicio de la autoridad: para que busquen el bien común, la solidaridad y la paz.

-Por todos los creyentes cristianos: para que colaboremos con nuestros pastores en el anuncio del Evangelio y en el servicio de la caridad.

Oración: Escúchanos, Señor, Dios de bondad, y haz que nosotros, tus hijos, gocemos en plenitud de los bienes que nos ofrece el sumo Sacerdote, Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.





 

EL ESPECIAL SERVICIO DE NUESTRO MINISTERIO
San León Magno, Sermón 4 (1-2)

Aunque toda la Iglesia está organizada en distintos grados, de manera que la integridad del sagrado cuerpo consta de una diversidad de miembros, sin embargo, como dice el Apóstol, todos somos uno en Cristo Jesús; y esta diversidad de funciones no es en modo alguno causa de división entre los miembros, ya que todos, por humilde que sea su función, están unidos a la cabeza. En efecto, nuestra unidad de fe y de bautismo hace de todos nosotros una sociedad indiscriminada, en la que todos gozan de la misma dignidad, según aquellas palabras de san Pedro, tan dignas de consideración: También vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo; y más adelante: Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios.

La señal de la cruz hace reyes a todos los regenerados en Cristo, y la unción del Espíritu Santo los consagra sacerdotes; y así, además de este especial servicio de nuestro ministerio, todos los cristianos espirituales y perfectos deben saber que son partícipes del linaje regio y del oficio sacerdotal. ¿Qué hay más regio que un espíritu que, sometido a Dios, rige su propio cuerpo? ¿Y qué hay más sacerdotal que ofrecer a Dios una conciencia pura y las inmaculadas víctimas de nuestra piedad en el altar del corazón?

Aunque esto, por gracia de Dios, es común a todos, sin embargo, es también digno y laudable que os alegréis del día de nuestra promoción como de un honor que os atañe también a vosotros, para que sea celebrado así en todo el cuerpo de la Iglesia el único sacramento del pontificado, cuya unción consagratoria se derrama ciertamente con más profusión en la parte superior, pero desciende también con abundancia a las partes inferiores.

Así pues, amadísimos hermanos, aunque todos tenemos razón para gozarnos de nuestra común participación en este oficio, nuestro motivo de alegría será más auténtico y elevado si no detenéis vuestra atención en nuestra humilde persona, ya que es mucho más provechoso y adecuado elevar nuestra mente a la contemplación de la gloria del bienaventurado Pedro y celebrar este día solemne con la veneración de aquel que fue inundado tan copiosamente por la misma fuente de todos los carismas, de modo que, habiendo sido el único que recibió en su persona tanta abundancia de dones, nada pasa a los demás si no es a través de él. Así, el Verbo hecho carne habitaba ya entre nosotros, y Cristo se había entregado totalmente a la salvación del género humano.



SAN LEÓN I MAGNO, papa del año 440 al año 461 y doctor de la Iglesia. Nacido en Toscana (Italia), pero romano de mentalidad y educación, desempeñó importantes misiones en la Iglesia al servicio de los papas, y el año 440 fue elevado a la cátedra de San Pedro. Ejerció su ministerio como un verdadero pastor y padre de las almas, trabajó incansablemente por la integridad de la fe, defendiendo con ardor la unidad de la Iglesia, hizo lo posible por evitar o mitigar las incursiones de los bárbaros del Norte, cuyo respeto y amistad logró ganarse. El año 451 convocó el Concilio de Calcedonia, en el que se definió la doble naturaleza, humana y divina, en la única persona de Cristo. Dejó numerosos escritos que destacan por la claridad y profundidad de su doctrina y por sus preciosas homilías, siguiendo el año litúrgico. Por todo ello ha pasado a la historia con el apelativo de Magno. Murió en Roma el 10 de noviembre del año 461.- Oración: Oh Dios, tú que no permites que el poder del infierno derrote a tu Iglesia, fundada sobre la firmeza de la roca apostólica, concédele, por los ruegos del papa san León Magno, permanecer siempre firme en la verdad, para que goce de una paz duradera. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.



SAN ANDRÉS AVELINO. Nació en Castronuovo, provincia de Potenza en Italia. Cursados los estudios eclesiásticos, se ordenó de sacerdote en 1545, y dos años después marchó a Nápoles para estudiar derecho en su Universidad. Trabajó como abogado en la curia arzobispal napolitana, que le encomendó además la difícil tarea de reformar algunos monasterios. Incidentes de su trabajo le provocaron una crisis espiritual, y en 1556 ingresó en la Orden de los Clérigos Regulares (Teatinos), en la que profesó dos años después. En su Orden ejerció distintos cargos de responsabilidad y autoridad, además de ser varios años maestro de novicios. Fue director espiritual del seminario de Milán y amigo de san Carlos Borromeo. En todas partes y en todos sus trabajos sobresalió por su competencia, celo apostólico, espíritu de caridad y eximias virtudes. Murió de una apoplejía en Nápoles cuando se disponía a celebrar la misa el 10 de noviembre de 1608.


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Recemos Unidos el Santo Rosario
por todas las Intenciones especialmente por la PAZ en el Mundo Entero
Gracias Amigos!!!!
 

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