A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. Que el Espíritu Santo los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra.

miércoles, 7 de octubre de 2015

Que María nos ayude a recordar que todo cristiano está llamado a anunciar el Evangelio con su palabra y con su vida.


Evangelio según san Lucas 11,1-4
Señor, enséñanos a orar

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos," Él les dijo: Cuando oréis decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación."
Palabra del Señor.

 Salmo 85

Tú, Señor, eres lento a la cólera, rico en piedad.  

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, que a ti estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo,  pues levanto mi alma hacia ti.
Tú, Señor, eres lento a la cólera, rico en piedad.  
Porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende la voz de mi súplica. 

Tú, Señor, eres lento a la cólera, rico en piedad.
Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor;  bendecirán tu nombre:  "Grande eres tú, y haces maravillas; / tú eres el único Dios." 

 Tú, Señor, eres lento a la cólera, rico en piedad. 


Señor, tú que nos has hecho conocer el misterio gozoso de la Encarnación de tu Hijo, concédenos tu gracia, por intercesión de la santísima Virgen María, para acompañar a Cristo en los misterios dolorosos de su pasión y muerte y poder participar así de su gloriosa resurrección.

Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.



  


NUESTRA SEÑORA, LA VIRGEN DEL ROSARIO

Esta conmemoración fue instituida por el papa san Pío V en el día aniversario de la victoria obtenida por los cristianos en la batalla naval de Lepanto (1571), victoria atribuida a la Madre de Dios, invocada por la oración del rosario. La celebración de este día es una invitación para todos a meditar los misterios de Cristo, en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios. «El mes de octubre -dice Juan Pablo II- es el mes de María, mes del rosario. Hubo un tiempo en que esta plegaria sencilla y profunda, rezada en particular y en familia, se hallaba muy difundida en el pueblo cristiano. ¡Cuánto beneficiaría, si también hoy se redescubriera y valorara, especialmente en el seno de los hogares! Ayuda a contemplar la vida de Cristo y los misterios de la salvación; aleja los gérmenes de la disgregación familiar, gracias a la incesante invocación a la Virgen; y es vínculo seguro de comunión y de paz. Exhorto a todos, y de modo especial a las familias cristianas, a encontrar en el santo rosario el consuelo y el apoyo diarios para avanzar por el camino de la fidelidad».- 

Oración: Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, y con la intercesión de la Virgen María, a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Nuestra Señora del Rosario Patrona de la Localidad de Moreno Pcia de Bs As



Al celebrar las maravillas que Dios realizó en santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, presentémosle a Él, por intercesión de ella, nuestras humildes súplicas.

-Por la Iglesia: para que acierte a proclamar cada vez con mayor claridad el Evangelio a los enfermos, los débiles, los pequeños, los pobres.

-Por los que tienen autoridad y poder en nuestra sociedad: para que faciliten la venida del reino de Dios prometido a los pobres de espíritu.

-Por los que sufren en su cuerpo o en su espíritu: para que sientan la presencia maternal de María, consuelo de los afligidos.

-Por todos los cristianos: para que alcancemos por mediación de María la plenitud de vida, la salud, la alegría y la paz. 


Oración: Dios todopoderoso, que constituiste a María Madre de Jesucristo y Madre nuestra, concédenos experimentar el poder de tan excelsa intercesora. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

Meditacion


Este primer domingo de octubre nos ofrece dos motivos de oración y de reflexión: la memoria de la Bienaventurada Virgen María del Rosario, que se celebra precisamente hoy, y el compromiso misionero, al que está dedicado este mes de modo especial. La imagen tradicional de la Virgen del Rosario representa a María que con un brazo sostiene al Niño Jesús y con el otro presenta el rosario a santo Domingo. Esta significativa iconografía muestra que el rosario es un medio que nos ofrece la Virgen para contemplar a Jesús y, meditando su vida, amarlo y seguirlo cada vez con más fidelidad. Sabemos que la verdadera paz se difunde donde los hombres y las instituciones se abren al Evangelio. 
El mes de octubre nos ayuda a recordar esta verdad fundamental mediante una especial animación que tiende a mantener vivo el espíritu misionero en todas las comunidades y a sostener el trabajo de todos aquellos -sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos- que trabajan en las fronteras de la misión de la Iglesia.
 Que María nos ayude a recordar que todo cristiano está llamado a anunciar el Evangelio con su palabra y con su vida.
 La Virgen Maria del Rosario y Las Misiones, Benedicto XVI, Ángelus del día 7 de octubre de 2007
Fuente; Franciscanos .org -



Oracion y Novena

¡Oh Madre y clementísima Virgen del Rosario! Vos que plantasteis en la Iglesia, por medio de vuestro privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haced que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los justos aumento de gracia. Amén.

Pedir aquí con confianza la gracia que se desea obtener con esta novena.


La Novena Haz Cick Aqui


Fuente Devocionario.com 

Oremos a Santa Maria

¡Santa María, Madre de Dios! Queremos consagrarnos a ti.
Porque eres Madre de Dios y Madre nuestra.
Porque tu Hijo Jesús nos confió a ti.
Porque has querido ser Madre de la Iglesia.
 

Nos consagramos a ti:
Los obispos, que a imitación del Buen Pastor velan por el pueblo que les ha sido encomendado.


Los sacerdotes, que han sido ungidos por el Espíritu.


Los religiosos y religiosas, que ofrendan su vida
por el Reino de Cristo.


Los seminaristas, que han acogido la llamada del Señor.
 

Los esposos cristianos en la unidad e indisolubilidad de su amor con sus familias.

Los seglares comprometidos en el apostolado.
 

Los jóvenes que anhelan una sociedad nueva.
 

Los niños que merecen un mundo más pacífico y humano.
 

Los enfermos, los pobres, los encarcelados,
 

los perseguidos, los huérfanos, los desesperados, los moribundos. 

¡Ruega por nosotros pecadores!

Madre de la Iglesia, bajo tu patrocinio nos acogemos y a tu inspiración nos encomendamos.


Te pedimos por la Iglesia, para que sea fiel en la pureza de la fe, en la firmeza de la esperanza, en el fuego de la caridad, en la disponibilidad apostólica y misionera, en el compromiso por promover la justicia y la paz entre los hijos de esta tierra bendita.

Te suplicamos que toda la Iglesia se mantenga siempre en perfecta comunión de fe y de amor, unida a la Sede de Pedro con estrechos vínculos de obediencia y de caridad.

Te encomendamos la fecundidad de la nueva evangelización, la fidelidad en el amor de preferencia por los pobres y la formación cristiana de los jóvenes, el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, la generosidad de los que se consagran a la misión, la unidad y la santidad de todas las familias.

¡Ahora y en la hora de nuestra muerte!


¡Virgen, Madre nuestra! Ruega por nosotros ahora. Concédenos el don inestimable de la paz, la superación de todos los odios y rencores, la reconciliación de todos los hermanos.

Que cese la violencia y la guerrilla.


Que progrese y se consolide el diálogo y se inaugure una convivencia pacífica.


Que se abran nuevos caminos de justicia y de prosperidad. 


Te lo pedimos a ti, a quien invocamos como Reina de la Paz.
 

¡Ahora y en la hora de nuestra muerte!

Te encomendamos a todas las víctimas de la injusticia y de la violencia, a todos los que han muerto en las catástrofes naturales, a todos los que en la hora de la muerte acuden a ti como Madre.


Sé para todos nosotros Puerta del cielo, vida, dulzura y esperanza, para que, juntos, podamos contigo glorificar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
 

¡Amén!



María, hija de Israel, tú has proclamado la misericordia ofrecida a los hombres, de edad en edad, por el amor misericordioso del Padre.

María, Virgen Santa, Sierva del Señor, tú has llevado en tu seno el fruto precioso de la Misericordia divina.

María, tú que has guardado en tu corazón las palabras de salvación, testimonias ante el mundo la absoluta fidelidad de Dios a su amor.

María, tú que seguiste a tu Hijo Jesús hasta el pie de la cruz con el fiat de tu corazón de madre, te adheriste sin reserva al servicio redentor.

María, Madre de misericordia, muestra a tus hijos el Corazón de Jesús, que tú viste abierto para ser siempre fuente de vida.

María, presente en medio de los discípulos, tú haces cercano a nosotros el amor vivificante de tu Hijo resucitado.

María, Madre atenta a los peligros y a las pruebas de los hermanos de tu Hijo, tú no cesas de conducirles por el camino de la salvación.





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