A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. Que el Espíritu Santo los posea, y que por ellos renueve la faz de la tierra.

martes, 8 de julio de 2014

Jesús, cuenta conmigo. Quiero trabajar esa tierra del mundo: «labrar la tierra, sembrar la simiente, cuidar los campos, realizar la siega y la trilla.»



 



































Hoy 14hs Rezo del Santo Rosario Parroquia Santo Tomas Moro Urquiza 1450 Vicente Lopez- Pcia de Buenos Aires- Rep. Argentina-
Grupo de oracion San Juan Pablo II


A todos los sacerdotes, transfórmalos en Ti, Señor. 
Que el Espíritu Santo los posea, 
y que por ellos renueve la faz de la tierra.
Divino Corazón de Jesús, Corazón lleno de celo 

por la gloria de tu Padre, te rogamos por todos los sacerdotes, Señor. 
Por tu Espíritu Santo llénalos de fe, de celo y amor. Así sea.

Nos acogemos, Señor, a tu providencia que nunca se equivoca, y te pedimos humildemente que apartes de nosotros todo mal y nos concedas aquéllo que pueda contribuir a nuestro bien.

Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.




† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 32b-38



Gloria a ti, Señor.



En aquel tiempo presentaron a Jesús un hombre mudo poseído por un demonio. Jesús expulsó al demonio y el mudo comenzó a hablar. Y la gente decía maravillada:

"Jamás se ha visto nada igual en Israel".

Pero los fariseos decían:

"Expulsa a los demonios con el poder del príncipe de los demonios".

Jesús recorría todos los pueblos y aldeas, enseñando en la sinagogas judías, anunciando la buena noticia del reino y sanando todas las enfermedades y dolencias.

Al ver a la gente, sintió compasión de ellos, porque estaban cansados y desorientados como ovejas son pastor. Entonces dijo a sus discípulos:

"La cosecha es abundante, pero los obreros son pocos. Rueguen por tanto al dueño de la cosecha que envíe obreros a recogerla".

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.



Adoremos a Cristo, Hijo de Dios vivo, que quiso ser también hijo de una familia humana, y dirijámosle confiados nuestras plegarias.

-Señor Jesús, por el misterio de tu sumisión a María y a José, enséñanos el respeto y la obediencia a los que tienen una legítima autoridad sobre nosotros.

-Tú que amaste a tus padres y fuiste amado por ellos, afianza a todas las familias en el amor y la concordia.

-Tú que estuviste siempre atento a las cosas de tu Padre, haz que todas las familias honren a Dios y acaten su voluntad.

-Tú que te compadeces de cuantos sufren, conforta a los que no tienen una verdadera familia y a los que son víctimas de problemas familiares.

Oración: Señor Jesucristo, concédenos las gracias necesarias para imitar las virtudes domésticas de tu familia humana, para que así lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.


«No se nos puede ocultar que resta mucho por hacer. En cierta ocasión, contemplando quizá el suave movimiento de las espigas ya granadas, dijo Jesús a sus discípulos: «la mies es mucha, pero los obreros son pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe trabajadores a su campo». Como entonces, ahora siguen faltando peones que quieran soportar «el peso del día y del calor». Y si los que trabajamos no somos fieles, sucederá lo que escribe el profeta Joel: «destruida la cosecha, la tierra en luto: porque el trigo está seco, desolado el vino, perdido el aceite. Confundíos, labradores; gritad, viñadores, por el trigo y la cebada. No hay cosecha».



No hay cosecha, cuando no se está dispuesto a aceptar generosamente un constante trabajo, que puede resultar largo y fatigoso: labrar la tierra, sembrar la simiente, cuidar los campos, realizar la siega y la trilla… En la historia, en el tiempo, se edifica el Reino de Dios. El Señor nos ha confiado a todos esa tarea, y ninguno puede sentirse eximido» (Es Cristo que pasa.-158).

Jesús, cuenta conmigo.

Quiero trabajar esa tierra del mundo: «labrar la tierra, sembrar la simiente, cuidar los campos, realizar la siega y la trilla.».

Quiero ser uno de esos obreros que te ayude a recoger los frutos de tu Redención.

Pero ¿qué he de hacer?

No he de hacer nada especial, ni necesito cambiar de ambiente.

«Son innumerables la ocasiones que tienen los seglares para ejercitar el apostolado de la evangelización y de la santificación. El mismo testimonio de la vida cristiana y las obras buenas realizadas con espíritu sobrenatural tienen eficacia para atraer a los hombres hacia la fe y hacia Dios» Vaticano II.- A. A.-6).

Lo que sí necesito es hacer las cosas de otra manera: con espíritu sobrenatural y afán de servicio.

Y para ello, he de prepararme bien: formarme mejor, cuidar más mi vida interior, tener prestigio profesional: ser buen estudiante, buen trabajador.

Y, a la vez, he de rezar más, pidiendo al Señor de la mies -a Ti, Jesús- que envíe más obreros a su mies.


Fuente: Encuentra.com
Esta meditación está tomada de:
"Una cita con Dios" de Pablo Cardona.
Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona 




ORACION POR LA SANTIFICACIÓN DE LOS SACERDOTES
De Santa Teresita del Niño Jesús

OH Jesús que has instituido el sacerdocio para continuar en la tierra
la obra divina de salvar a las almas
protege a tus sacerdotes en el refugio de tu SAGRADO CORAZÓN.
Guarda sin mancha sus MANOS CONSAGRADAS,
que a diario tocan tu SAGRADO CUERPO,
y conserva puros sus labios teñidos con tu PRECIOSA SANGRE.
Haz que se preserven puros sus Corazones,
marcados con el sello sublime del SACERDOCIO,
y no permitas que el espíritu del mundo los contamine.
Aumenta el número de tus apóstoles,
y que tu Santo Amor los proteja de todo peligro.
Bendice Sus trabajos y fatigas,
y que como fruto de Su apostolado obtenga la salvación de muchas almas
que sean su consuelo aquí en la tierra y su corona eterna en el Cielo. Amén



"Señor Jesús, Pastor Supremo del rebaño,
te rogamos que por el inmenso amor y misericordia
de Tu Sagrado Corazón,
atiendas todas las necesidades de tus sacerdotes.
Te pedimos que retomes en Tu Corazón
todos aquellos sacerdotes que se han alejado de tu camino,
que enciendas de nuevo el deseo de santidad
en los corazones de aquellos sacerdotes
que han caído en la tibieza,
y que continúes otorgando a tus sacerdotes fervientes
el deseo de una mayor santidad.
Unidos a tu Corazón y el Corazón de María,
te pedimos que envíes esta petición a Tu Padre celestial
en la unidad del Espíritu Santo. Amén."



"Virgen María, joven hija de Israel, ayuda con tu amor maternal 

a los jóvenes a quienes el Padre dirige su Palabra;
 sostén a los que ya están consagrados. 
Que repitan, como tú, el sí de una 
entrega gozosa e irrevocable. Amén"
S. S. Juan Pablo II 

 


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